¡Un poquito de por favor!

Hay un fenómeno que crece paralelo a la extensión y expansión de los medios de comunicación a través de la red común en la que se ha convertido internet, y que está asociado a los artículos que los distintos sitios publican. Más concretamente, con los comentarios de dichos sitios.

Todos los días vemos comentarios en las páginas que poco o nada tienen que ver con los artículos a los que están vinculados. Y no me refiero solo a los típicos trolls de internet que se dedican a derivar el flujo de conversación a sus derroteros para hablar de su propia vida.

Cada vez que veo comentarios a artículos en este diario protestante online tanto en su web como en la red social de Facebook se ven de un vistazo 4 tipos de comentarios:

- Los que comentan la noticia correctamente

Dan su opinión (a favor o en contra) y la argumentan con mayor o menor extensión. Estos son los menos comunes. Son los que se han leído el artículo o noticia enteros y opinan con conocimiento de causa.

- Los que comentan con un “amén” o un “bien” (o palabras similares)

Parece ser que no tienen tiempo de poner alguna palabra más, o que simplemente quieren dejar constancia pública de que han leído el artículo (o por lo menos parte). También son pocos los que lo hacen. Este fenómeno se ve más en Facebook que en la web.

- Los que opinan sin saber

Este grupo solo se lee el título del enlace y –como mucho– la entradilla de la noticia. Y con esa información hacen su opinión (muchas veces más extensa que el propio artículo) pero que no tiene nada que ver con éste. Es triste. Son personas con opinión definida (y muchas veces equilibrada) pero que no se han enterado donde suenan las campanas. A veces me hace gracia leerlos: son dignos de una antología del comentario.

- Los trolls

Este grupo no merece muchas más explicación. Ya hace tiempo, el editorial de Protestante Digital publicó un artículo dedicado a ellos: http://protestantedigital.com/editorial/28975/Opiniones_de_los_lectores_Gandalf_y_los_trolls

Lo más triste de todo esto es que muchas (por no decir casi todas) de las personas del tercer y cuarto grupo son creyentes y se jactan de serlo (incluso de ser más inteligentes que los no creyentes). ¡Un poquito de por favor! Os lo ruego, aprendamos a leer (una lectura comprensiva), aprendamos a saber lo que dice el texto que leemos (o el audio que escuchamos).

Estoy seguro de que todos tenemos opiniones que son buenas, que son constructivas. Leo que hay mucha voluntad de construir positivamente las noticias. Pero si hacemos una lectura comprensiva del artículo, ésta nos ayudará a hacer una aportación realmente constructiva.

Y para los que han llegado al final del artículo sin comentar antes: ¡Gracias, estoy encantado de leeros!

Pablo Malagón – Funcionario - España