Jesús nos mostró que debemos estar preparados para aprender de maestros y medios inesperados. Lo hizo cuando nos mandó observar con detenimiento las flores del campo y las aves del cielo, entre otras. El sabio rey de la antigüedad lo había hecho cuando dijo que debíamos aprender de las hormigas y las arañas, entre otras criaturas.
Esta vez el aprendizaje vino en forma de una clase magistral póstuma en un depósito de archivos envuelto en llamas en el barrio de Barracas de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Los docentes fueron nueve. Aquí sus nombres:
Damián Véliz, Eduardo Conesa, Maximiliano Martínez, Anahí Garnica (primera mujer bombero policía de la Ciudad de Bs. As.),
Juan Matías Montecheli, Leonardo Arturo Day (de la Policía Federal),
Sebastián Campo (de bomberos voluntarios de Vuelta de Rocha),
José Luis Méndez y Pedro Baricola (de la Dirección General de Defensa Civil de la Ciudad de Buenos Aires). En el momento de escribir estas líneas todavía permanecen varios heridos en hospitales de la capital argentina... Y el fuego todavía no fue extinguido totalmente.
No podemos dejar de conmovernos ante la acción valiente y sacrificada de esas personas que, cumpliendo con su vocación de servir a otros, perdieron la vida. Ante ellos guardo silencio para expresar mi respeto y gratitud. Como cristiano pido el consuelo de Dios sobre sus seres amados. Estoy a cientos de kilómetros de Barracas pero me siento como un vecino del depósito.
Quiero compartir un solo apunte de esta clase. Trata
acerca del significado del voluntariado. En un reportaje dado horas después de la tragedia, uno de los bomberos voluntarios dijo
: “En realidad somos voluntarios al momento de ingresar y cuando queremos dejar el cuerpo de bomberos. Mientras tanto estamos dedicados a tiempo completo a este servicio” (que los bomberos coinciden en llamar
'vocación'). El servir a otros implica siempre un riesgo que los bomberos asumen desde el principio y que expresan en su juramento, que incluye la disposición de sacrificar su propia vida. (Nótese que en Argentina los bomberos son voluntarios no asalariados, excepto los que pertenecen al cuerpo de la policía).
Al reflexionar sobre lo sucedido no pude dejar de pensar en
lo devaluado que está el concepto de ser 'voluntario' en el ámbito evangélico. Entre nosotros suele entenderse como algo que implica poco compromiso y responsabilidad. El voluntario evangélico a veces se considera como
‘hacer lo que se puede cuando las condiciones lo permiten”. Muchas entidades cristianas cuentan casi exclusivamente con personal voluntario para llevar adelante su propósito y misión. La dedicación de muchos de tales voluntarios es encomiosa, porque han comprendido que la cuestión de fondo es por qué se hace lo que se hace, para qué se hace y - por encima de todo - para quién se hace.
Los bomberos voluntarios - sin saberlo – tienen algo para enseñarnos. Comparto algunas lecciones:
1.
Un voluntario es una persona comprometida. No está en algo porque hay un salario. Su compromiso trasciende lo monetario; es con una visión, un propósito, una causa, una persona. Para nosotros es Cristo, su gloria y su servicio.
2.
Un voluntario dedica tiempo para desarrollar su tarea. No puede argumentar que está demasiado ocupado y que solo brinda el tiempo que le sobra.
3.
Un voluntario tiene dedicación. Busca que se desarrolle y crezca aquello con lo que se comprometió. Por esta razón le importa verlo crecer y desarrollarlo.
4.
Un voluntario invierte recursos económicos. No hay compromiso genuino hasta que se ofrenda dinero. Cuando invertimos en lo que hablamos somos creíbles.
5.
Un voluntario en realidad es voluntario cuando ingresa, o cuando decide salir. Entre los dos puntos (su entrada y su salida) deja de serlo: ha sido llamado, está para servir, tiene una
vocatio dei para hacer lo que hace.
6.
Un voluntario debe dar cuenta de lo que hace con su voluntariado. Nos equivocamos si pensamos que por ser voluntarios estamos eximidos de dar cuenta a otros.
Queda una advertencia. Este llamado al voluntariado comprometido debe ser acompañado por el compromiso de líderes, iglesias, entidades y ministerios que tienen voluntarios. Es triste ver voluntarios preparados y dedicados que no son reconocidos ni valorados. Hay voluntarios que no tienen sueldo aunque sus líderes no carecen de sustento. Hay voluntarios que no tienen obra social, ni aportes jubilatorios aún después de haber servido años con una determinada entidad. Hay voluntarios abusados espiritualmente bajo el pretexto de ‘servir al siervo de Dios’. Esto también debe cambiar, y de manera urgente.
Es notable que en otros ámbitos los voluntarios suelen tener un compromiso mayor que el resto. En las batallas, las misiones especiales y otros ámbitos de la vida, son los voluntarios los que aparecen cuando los desafíos y riesgos son altos y pocos se atreven. Se ofrecen de manera valiente para hacer lo que otros no pueden hacer, no quieren hacer o no tiene valor para hacerlo. Este es el modelo que quiero rescatar.
Gracias a los nueve por cumplir con su vocación y enseñarnos. Nos toca a nosotros también cumplir con el llamado que Dios nos ha dado.
Daniel Bianchi - Pastor, docente de misionología – Argentina
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