Sin una vida puesta como herramienta en manos de Cristo como lo fue la vida de Pedro, ¿qué hubiese sido de tantas personas que llegaron al arrepentimiento de pecados gracias a su ministerio?
¿Por qué, como cristianos, evitamos mostrar o sacar a la luz nuestro perfil de Pedro?
Si cometemos errores… que nadie lo sepa; si pecamos… que mi pecado quede entre Dios y yo; Dios me perdona y eso se olvida... nadie me juzga.
¿Por qué no ir más allá de preconceptos ya formados? ¿O acaso pensamos que Pedro no sintió vergüenza después de negar a Cristo tres veces?
La culpa y el pecado hacen que nos enfoquemos en lo que hicimos, y no en la gracia restauradora de Dios a través de Cristo. En la cruz quedaron clavados y perdonados todos los pecados, lavados por la sangre, ¡quitados por gracia!
Muchas veces me pregunto si nos reconocemos realmente pecadores al momento de llegar a Cristo y pedirle que entre en nuestra vida. ¿Por qué, después, nos cuesta tanto reconocer errores o pecados una vez que estamos "dentro de la iglesia", liderando o siendo parte de algún ministerio? ¿Por qué? ¿Vergüenza? ¿Culpa? ¿Acaso Pedro no se equivocó y sintió todo esto?
Quizás hoy sea fácil hablar de Pedro porque adelantamos unas hojas en la Biblia y vemos el final de su vida. ¿O en todo caso lo que vemos no es el trayecto de todo el plan perfecto que Dios tenía para su vida?
Dios ya trazó un plan perfecto para tu vida y, a pesar de saber que le fallamos, Él murió por esos fallos, murió para que no te ahogaras en eso. Murió para que te tomes cada día de su mano y, sólo por su gracia, te levantes y sigas adelante, hacia el cumplimiento de ese plan perfecto que ya trazó en la eternidad y que espera por ti.
Es difícil, pero creo que si vivimos bajo la gracia no debemos tratar de mostrar a los demás algo que no somos. No podemos lograr santidad lejos del Dios tres veces santo. Es tiempo de compartir mis debilidades con hermanos en la fe que puedan sostenernos en oración.
Dios nos llama a congregarnos, pero no para cumplir con un culto dominical sino para enriquecernos al compartir, al interesarnos por la persona y el hermano que tenemos cerca, el conocido como “prójimo”, el próximo a mí.
¿De qué sirve que esté próximo a mí si no lo voy a influenciar con bendición?Mis luchas lo pueden fortalecer; sus vivencias y errores me pueden prevenir a mí. Porque nos une Dios, y esa es nuestra común unión.
Acercarnos a ese modelo que Dios planificó en particular para cada uno, pero que necesariamente necesita del otro para poder alcanzarlo
. “Mejores son dos que uno”. Si no, Dios nos hubiese creado como seres aislados y no como personas que pueden ser de ayuda idónea para nosotros.
Ser transparentes para bendecir a otros, ésa es la idea. ¿Cómo podemos esperar que personas que no tiene a Cristo lleguen a la salvación de sus vidas a través de lo que podamos predicar, si nosotros como cristianos no nos reconocemos pecadores y dependientes de la gracia de Dios?
Definitivamente es gracia... y nos falta humildad.
Ser transparentes para bendecir a otros. Pedro con su historia de vida lo hizo.
¿Te animas a hacerlo tú también?
Matías Moreta - Técnico multimedia - Mendoza (Argentina)
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