¡Qué hermoso es el tiempo de Navidad! Las calles se iluminan, se llenan de personas, de cánticos navideños; la gente sale a la calle más de lo acostumbrado paseando y comprando sus regalos para sus familiares y amigos; la mesa de muchos hogares se llena de comida, mazapanes, polvorones, dulces, bebidas... Pero, ¿es sólo eso la Navidad? ¿Sabemos realmente cuál es su significado?
Hace algún tiempo se me planteó esa inquietud en mi corazón y fácilmente encontré el origen de esta celebración, a saber, una fiesta pagana. El 25 de diciembre era para celebrar el paso al solsticio de invierno y adorar al Sol. La iglesia de aquella época quiso contrarrestar esa celebración estableciendo la fecha del 25 de diciembre como la Natividad (nacimiento) del Sol de Justicia (Jesucristo). Este dato me hizo pensar en si era correcta o no la celebración del nacimiento de Jesucristo en esa fecha. En mi inquietud y reflexión sincera le pedí al Señor que me guiara, que me mostrara si era correcto celebrar Su nacimiento en ese día.
Se sabe que probablemente Jesucristo no nació el 25 de diciembre (unos dicen que en primavera y otros en otoño), pero
mi inquietud era saber si era correcto celebrar esta fiesta y de ser así, en qué día. En la Biblia encontré en Gn. 1:28 el siguiente versículo:
“Y los bendijo Dios, y les dijo: fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, ysojuzgadla
, yseñoread
en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”. A través de este pasaje entendí que como hijos de Dios, sentados en lugares celestiales en Cristo
(Ef. 2:6), se nos ha dado autoridad para
señoreary
sojuzgar.Somos nosotros los que con amor tenemos que establecer los principios de Dios en la tierra, dar el verdadero significado a las cosas y decidir qué celebraciones tener en el calendario. No tenemos que estar “limitados” por las celebraciones paganas de los que no conocen a Dios. Podemos y debemos poner las celebraciones cristianas en las fechas que queramos.
¿Son los que no tienen al Señor Jesucristo en su corazón los que nos tienen que marcar las celebraciones o cómo celebrarlas?¿Por qué tienen que ser las grandes superficies comerciales las que nos tienen que decir cuándo y qué comprar?¡Cuidado! No estoy considerando pecado comprar o regalar cosas a seres queridos o amistades en estas fechas. Pero lanzo esta pregunta: ¿el hecho de mostrar la generosidad y el amor cristianos que por Su gracia Dios ha puesto en nuestro corazón significa que tenemos que comprar las cosas más caras que nos intentan “vender” los comercios y los medios de comunicación, llegando al punto de endeudarnos por el exceso de gastos?
¿Sólo tenemos que mostrar la generosidad bíblica en esas fechas y no el resto del año?
¡Que nadie me malinterprete! No quiero dar a entender que como cristianos no debemos celebrar la Navidad o que no la disfrutemos el 25 de diciembre u otro día de ese mes -como hacen algunas de nuestras queridas iglesias evangélicas que lo celebran normalmente el domingo anterior al 25 para que en el día de Navidad haya más tiempo para estar en familia-, sino que debemos tener claro que como cristianos somos libres para disfrutar de este precioso tiempo navideño sin el lastre del significado pagano que algunos dieron y dan a esta fiesta.
¡Celebrémosla con un significado correcto, recordando el nacimiento de Jesús en Belén por amor a nosotros!
También estemos alerta y no nos dejemos llevar por un voraz consumismo que tan en boga está hoy en día en el mundo y que desgraciadamente parece infiltrarse en nuestras iglesias y estilo de vida como si el comprar a lo loco, aún a pesar de la crisis, fuera el “sustituto perfecto” de nuestro amor práctico hacia los demás. Realmente, si nos dejamos arrastrar por esto perderemos el verdadero significado de esta fiesta.
¿Acaso nuestro amor hacia los demás se mide por comprar de forma desenfrenada o comprar las cosas más caras? ¿Realmente creemos que cualquier regalo “compra” nuestro tiempo, amor y preocupación por los demás?
Os invito a reflexionar sobre todo esto. Que el recuerdo del nacimiento de Jesús nos lleve a adorarle de todo corazón, bien sea el 25 de diciembre u otro día, y que el gozo de la salvación que Él ha ganado para nosotros nos impulse amovernos en la libertad que Él ha conquistado para nosotros en la cruz, ya que Jesucristo no sólo fue el bendito niño nacido en Belén sino que también murió en la cruz por nosotros y resucitó al tercer día.
Aprovechemos la celebración navideña para mostrar el verdadero significado del nacimiento de Jesús y compartamos la salvación que Él vino a traer a todo aquel que en fe le recibe en su corazón como Señor y Salvador, y oremos con fe pidiendo al Señor que realmente Él nazca en muchos corazones.
Que en este nuevo año que Dios mediante se acerca vivamos única y exclusivamente en Su gracia (favor inmerecido de Dios) y sencillez, celebrando fiestas con verdadero significado, y que la fiebre consumista no nos robe la libertad que Cristo nos dio para celebrar con sentido y moderación este entrañable recuerdo del nacimiento de nuestro bendito Señor y Salvador, que por amor se hizo niño naciendo humildemente en Belén.
“¡Gloria a Dios en las alturas...!” (Lucas 2:14)
Manolo Lagoa - Repartidor de publicidad - A Coruña (España)
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