Los primeros cristianos necesitaban alimentarse de la Palabra y las enseñanzas de Cristo y de los apóstoles tanto como nosotros. Al comienzo se pasaba de boca en boca lo que el Señor había enseñado, a través de sus apóstoles o de las personas que les habían conocido. Al escribir los Evangelios y las cartas del Nuevo Testamento, el material escrito comenzó a circular por las iglesias, pero era siempre difícil la tarea de tener que copiar siempre los manuscritos. La persecución, además, agravó el problema, por lo que podemos decir que el material cristiano escaseaba para los creyentes.
Durante la Edad Media, el oscurantismo, la superstición y la religión muerta y obcecada en el poder, produjeron que fuera excesivamente difícil encontrar un texto cristiano de calidad que ayudara a los devotos sinceros a alimentarse bien y crecer en su fe. ¡Si hasta tenían prohibido leer la Biblia!
El invento de la imprenta, unido al movimiento de la Reforma, ayudó mucho a que comenzaran a circular entre la población obras con este propósito de proveer ayuda al creyente necesitado y hambriento.
Podemos decir que ha sido durante el pasado siglo que han comenzado a proliferar las editoriales cristianas, produciendo una cada vez mayor cantidad de material cristiano, abarcando todo tipo de temas a gusto del lector: teología, escatología, apologética, análisis bíblico, doctrina y práctica cristiana, ocultismo, ciencia, psicología, poemas… incluso chistes y humor cristiano. A todo esto, tan solo había una pega: la de tener que pagar un precio por el libro, revista o material que se desea adquirir, lo cual puede ser una limitación para el cristiano que no posee demasiados recursos económicos.
Pero en los tiempos que corren, cualquiera que tenga acceso al internet podrá encontrar con solo un
click de ratón todo tipo de material cristiano de cualquier índole y temática, totalmente gratuito y con una inmediatez asombrosa. Ciertamente, vivimos unos tiempos privilegiados en la era de la difusión (que no exactamente comunicación) tecnológica que vivimos. Y como cristianos es algo que debemos agradecer si lo sabemos aprovechar.
Sin embargo, corremos más de un peligro ante tan generosa difusión de pensamientos e ideas cristianas al alcance de nuestras manos. La primera es, sin duda, la difusión de falsas doctrinas e ideologías sospechosas que harán errar del camino a todo aquel que no esté afianzado a la verdad indiscutible de las Escrituras; por lo tanto,
mi primer consejo es que te empapes bien de la Palabra para no ser víctima de gustos y labias de falsos profetas. Pero es de otro peligro del que quiero hablar aquí.
Cuando llegamos a un lugar lleno de alimentos de todo tipo, tenemos la costumbre de picotear aquí y allá para probarlo todo. Tomamos unas patatitas, las juntamos con olivas, le añadimos unos bocadillitos, probamos el queso, las gambas y el chorizo… Al final acabamos con la barriga llena, hartos… pero sin habernos alimentado realmente. Porque todo lo que nos hemos zampado estaba muy rico y lo hemos disfrutado, pero no es eso lo que en realidad necesitaba nuestro cuerpo. Nuestro cuerpo necesita vitaminas, proteínas, hierro, calcio, carbohidratos… es decir una buena alimentación para mantenerse sano y crecer.
Lo mismo pasa con nuestro espíritu. Hemos de darle una buena alimentación, porque si no, al final de haber disfrutado de unos cuantos bocaditos de maná, quedamos desgraciadamente vacíos. Lo sé porque me ha pasado. Me he emocionado leyendo un material, mientras un banner me invitaba a escuchar un cantante cristiano que me gusta; al hacer click ahí, leo un sugerente título de un libro cristiano que podría ser interesante; veo dos o tres videos que sería bueno compartir en facebook; y finalmente escucho media predicación del domingo pasado porque no tengo tiempo para más. Lo he disfrutado todo, pero me he quedado vacío.
He aquí cuatro consejos para
alimentarse bien en tiempos tecnológicos:
1- No te dejes el plato principal.Entiende dónde el Señor te ha puesto. Seguro que en internet podemos encontrar mejores predicadores que en nuestra iglesia. Más ungidos, más refinados y con una voz más potente. Pero el Señor no solo quiere que vayamos a la iglesia para escuchar una predicación, sino para tener comunión con los creyentes. Así que, en primer lugar, no puedes sustituir internet por tu iglesia local. Y si el Señor te ha puesto en una iglesia local en concreto, es para que escuches los mensajes y las predicaciones que allí se dan. No que no puedas escuchar otros sermones y otros predicadores, sino que no debes
sustituirlos. Cada iglesia tiene un programa, camina en una dirección. No puedes eludir tu responsabilidad con tu iglesia local solo porque un predicador por internet te ofrezca una idea mejor. Puedes enriquecerte de esas ideas y a la vez ser fiel a tu congregación local. Igualmente, si el Señor te ha dado una visión, síguela, y no cambies de parecer ante las tentaciones de “otra visión más jugosa”. No cambies constantemente de dirección; escucha la voz de Dios y evita enredarte en veredas por las cuales el Señor no te ha llamado.
2- Continúa alimentándote con lo que ya sabes que te funciona. A las personas que tienen regulares problemas digestivos, como yo, nos suelen dar este consejo: “evita los alimentos que sabes que no te van muy bien y aliméntate de lo que ya sabes que te es beneficioso”. Esto también es cierto en lo espiritual. Así como cada estómago es diferente, también cada espíritu lo es. Hay hoy día mucha diversidad de páginas web que ofrecen devocionales, pero no todos tienen la misma “calidad nutritiva”. Si alguno has probado que te es de bendición, continúa alimentándote de esa fuente. No te digo que no busques, leas o escuches cosas nuevas, de sitios cristianos que no conoces. Pero normalmente ninguno de nosotros solemos ir sobrados de tiempo, por lo que si nos dedicamos a buscar aquí y allá, corremos el riesgo de pasar el día sin ser bien alimentados. Lo que ya sabes que te bendice, continúa con ello. Continúa escuchando a aquel cantante que te ministra tanto. Vuelve a escuchar a ese predicador que siempre tiene una palabra que te llega al alma. Seguro que hay otros ministros y ministerios que no conoces y que pueden ser buenos para tu vida, pero el Señor ya te guiará a ellos. Deja las búsquedas para cuando tengas tiempo libre.
3- Determina lo que necesitas en este momento.¿Necesitas consuelo por un problema que te está afectando? Busca un devocional que esté enfocado en esta dirección. ¿Necesitas consejo matrimonial o en la relación con tus hijos? Seguro que puedes encontrar muchos
sitios sobre este tema. ¿Necesitas prepararte para un ministerio específico? También sobre esto hallarás material. Si determinas exactamente qué necesita tu alma o qué información específica quieres en este momento, te será más fácil qué tipo de material vas a leer o escuchar. Una búsqueda direccionada será de mucho más provecho que una búsqueda al azar; éste no siempre acierta con lo que necesitamos.
4- No te olvides de lo primordial: ORA.Internet es tan absorbente y emocionante que podríamos pasar todo nuestro tiempo leyendo e instruyéndonos, tratando de sacar el jugo a todo lo que nos ofrece la pantalla. Y al final, cuando las tareas de la casa o el trabajo reclaman nuestra atención, nos vamos sin hablar con el Señor o recitando una pobre y breve oración rápida que ya casi nos sabemos de memoria. No nos damos cuenta que orar es como beber: podemos estar un mes sin comer, pero no podemos vivir más de tres días sin probar una gota de agua. No utilices todo tu tiempo en consumir lo que internet te ofrece, sea lectura, audio o lo que sea… ¡Ora! Y no solo los últimos tres minutos de tu tiempo para concluir tu “alimentación”. Orar es esencial para que tengamos una vida espiritual saludable. Si a veces se hace difícil pasar un buen tiempo de calidad orando cuando solamente leemos un libro, se puede hacer más difícil todavía cuando nuestro medio para alimentarnos espiritualmente es el internet. Pero no nos engañemos: ayer, hoy y SIEMPRE será orar lo más importante que hagas para alimentarte del Señor. Diversifica bien tu tiempo para que esta tarea ocupe un lugar privilegiado.
Espero que estos consejos te sean útiles, no para
sobrevivir a esta era tecnológica, sino para realmente crecer y estar fortalecido en el Señor.
Juan Sauce Marín – Dibujante – España
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