Ser cristiano no tiene que ver con una religión ni un dogma. Ser cristiano no habla de fanatismo, ni de privación de libertad para vivir una vida llena de gozo y alegría.
El ser cristiano implica creer en Cristo como único y suficiente salvador. Al hacerlo llegamos a ser hijos de Dios (“
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios,Juan 1:12).
Creer en Cristo nos hace hijos de Dios, nos da la libertad y el privilegio de vivir como hijos del gran Rey, y nos da la seguridad de poder correr a Él y recibir de su mano todos los beneficios a los que cualquier hijo tiene derecho a recibir de su padre. Sin embargo, la idea objetiva de este artículo no es en ninguna manera destacar la paternidad de Dios, ni nuestra posición como hijos, sino más bien destacar el comportamiento de un cristiano, de un hijo de Dios.
Efesios 5:8 y 11 dice: “
Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (…) Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas”.
Hoy en día es muy común encontrar gente cristiana en todas partes. La sociedad ha sido impactada en gran parte del mundo por la iglesia, y eso genera una gran cantidad de personas que predican del Señor o procuran vivir una vida cristina. Sin embargo, la Biblia es clara en que debemos vivir como hijos de luz, pues ya no hay tinieblas en nosotros.
Debido a la predicación de la Palabra, constantemente tengo el privilegio de visitar muchas iglesias y puedo constatar cómo se ha perdido el temor hacia Dios y cómo la santidad ha perdido su valor. Hoy vemos hijos que se sublevan frente a la voz de sus padres, vemos padres que no tienen control de sus hijos, adolescentes y jóvenes hundidos en sus mundanalidades, hombres que abandonan sus hogares por ir tras otras mujeres e infinidad de malos actos. La iglesia del Señor está plagada de pecado, deshonestidad, engaño, trampa y mucho más. Lo peor de todo es que se trata de “cristianos”, de aquellos que alguna vez “recibieron” a Cristo como salvador, aquellos que durante gran parte de sus vidas han vivido engañados; pues Efesios 5:8 dice que “
antes éramos tinieblas” pero que ahora “
somos luz en el Señor”.
No es posible que siendo
luz haya tinieblas en nosotros. Un cristiano, que es hijo de Dios -y que, además, según la primera carta a los corintios en el capítulo 6, verso 17 manifiesta que somos un mismo espíritu con Cristo por habernos unido a Él-, viva en tanto pecado como antes de “conocer a Cristo”. Las preguntas que me surgen entonces son:
¿Qué está pasando con los cristianos? ¿Realmente somos cristianos? ¿Somos de la luz o de las tinieblas?
Lo pregunto porque el verso 11 de Efesios 5 dice que como hijos de luz
no debemos participar en las obras infructuosas de las tinieblas, que incluyen, por obviedad, todo tipo de pecado y acto contrario a la voluntad y ley de Dios.
Decir que somos cristianos NO nos hace cristianos; pertenecer a una congregación no nos hace más puros, ni nos garantiza ser verdaderos creyentes. Por el contrario, al acercarnos a la luz nuestras faltas son más evidentes y visibles al resto de la gente. Por eso es sumamente necesario cada día santificarnos y cortar con todo acto de impiedad que nos aleja de Dios.
Hago hincapié en que una cosa es ser cristiano y equivocarse cometiendo errores normales (ser cristianos no nos hace perfectos, ni remplaza nuestra humanidad por un estado divino y celestial), pero vivir en pecado, practicar deliberadamente un acto inmoral o participar constantemente de pecado, marca una verdad bastante dura y confrontable. Esa verdad es que ese “cristiano”, de cristiano solo tiene el nombre. Pues todo aquel que vive en constante pecado no es hijo de la Luz, no ha creído en Cristo verdaderamente, pues el que cree en Cristo, quiere vivir como Cristo. Ese “cristiano” pertenece a las tinieblas pues las obras de las tinieblas hace.
Debemos entonces reflexionar en lo que estamos haciendo en nuestra vida cristiana. Somos verdaderamente de Cristo o aun pertenecemos a las tinieblas. Jesús mismo dijo en un momento determinado
(Juan 8:44) que todo aquel que quisiera hacer las obras del diablo, hijo de él era, haciendo claridad en versos anteriores
(Juan 8:12). Jesús también expuso que Él es la Luz del mundo y quien lo siguiera no estaría en tinieblas. Muy parecido a lo que escribió el apóstol Pablo en Efesios.
Por ello, mis amados hermanos, dejemos de lado la religiosidad, creyendo que por decir que somos cristianos realmente lo somos. Un verdadero cristiano vive como Cristo, un salvo se comporta como salvo y un hijo de Dios honra a su Padre.
Recordemos lo que dice Hebreos 12:14 “
Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.”
Bendiciones.
Kamylo Venegas - Dr. Teol. en Exposición Bíblica – Bogotá (Colombia)
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