La primera vez que tuve en mis manos
Pensamiento Cristiano –una revista de divulgación evangélica- fue en diciembre del 1986 y no era un ejemplar de reciente publicación sino de varios años atrás.
Quién me presentó este notable trabajo de divulgación de las doctrinas cristianas fue el pastor de origen chileno Nelson Ortiz –quien por entonces ministraba en la Patagonia Argentina y aún sigue en actividad- recomendándola en ese momento, elogiosamente.
Eran mis primeros pasos en la fe protestante y el pastor quería que comenzara a nutrir mi espiritualidad con algo muy bueno para leer; así lo expresó, al momento de acercarme parte de su colección que atesoraba en una importante biblioteca.
La revista de
Junio de 1972, Año 19, Nº 74 estaba lo suficientemente maltratada como para evidenciar en sus hojas sobreabundancia de lecturas.
¿Qué era Pensamiento Cristiano?
Una publicación de divulgación de temas cristianos, que radicaba su oficina de administración y redacción en Buenos Aires, Argentina, con distribuidores en varios países más, entre ellos Bolivia, Colombia, Costa Rica, Ecuador, Estados Unidos, España, Guatemala, México y Venezuela. Se la podía obtener en Argentina por suscripción anual por 10 pesos de la época, o bien por número suelto a 3 pesos. En el extranjero valía 2 dólares o bien 4 dólares estadounidenses si requería envío aéreo.
Consta, por testimonios que he recogido de hermanos ya con muchos años en la obra de evangelización, que la misma se enviaba a todo el continente, muchas veces transportada en las maletas de pastores y misioneros en sus viajes de prédicas y servicios.
Hacedores de mensajes
El director de la publicación era Alejandro Clifford, la administraba Alberto Monsalvo y colaboraban en la redacción desde Argentina, René Padilla, David Powell, Pablo Sheetz, Miguel Zandrino; desde Costa Rica, Juan Stam; desde España, José Grau; de los Estados Unidos, David Howard, Leslie Thompson, Peter Wagner, más tarde muy conocido por sus bregas a favor del pentecostalismo; por Canadá Samuel Escobar además de Plutarco Bonilla que entonces vivía en Grecia; Luis Markwood quién servía en Haití; Pedro Arana, desde Perú y Tablante Garrido desde Venezuela y varios más como Epaminondas Talero, Ramón Pablo Sienes, Magdalena Miret, Gordon Airth, Walter T. Bevan. Alguien firmaba sus artículos solo con las iniciales A.C.T.
El índice abarcaba 160 páginas y trataba temas diversos. Por ejemplo, José Grau era el autor de
Los obstáculos en la evangelización y Samuel Escobar
Mis libros y yo. Tampoco faltaba una referencia titulada
La auténtica Biblia de Casiodoro; una crítica:
El denominacionalismo; ¿bendición o desgracia?; una mención a
Jesús en la literatura judía moderna y una investigación científica:
Evolución y fe cristiana.
La variedad temática sin duda era apreciada por los lectores, puesto que este esfuerzo periodístico fue recompensado con años de vigencia. Interesante el espacio otorgado a los lectores quienes podían enviar artículos, los cuales, según su calidad, eran publicados.
Había una mención especial en la publicación -en un apartado titulado
Con el Señor- a los hermanos recientemente fallecidos -
Ernesto Trenchard y
Plinio Zandrino- además de los que llevaban ya tiempo reunidos en la presencia del Señor: Daniel Hall –cuyo trabajo me sería de indispensable consulta para entender la diversidad religiosa Sudamericana-, Alberto J. Souto y Walter B. Pender. Muchos de sus trabajos eran publicados póstumamente.
Memoria a quienes nos precedieron
Estos nombres y hechos, a más de cuarenta años atrás en el tiempo, pueden parecer poco relevantes para las nuevas generaciones de cristianos evangélicos. Sin embargo es un acto de justicia reconocer; junto a muchos otros servidores que permanecen en el anonimato, que sembraron las semillas que hoy nos permite declarar que el protestantismo Sudamericano no sólo ha germinado sino que, consolidado, se expande en sus múltiples denominaciones y crece integrando millones de almas como buen árbol con muchos frutos.
Pensamiento Cristiano era un esfuerzo notable para una región donde el protestantismo de la época apenas comenzaba a asomar como una isla de esperanza cristiana en un vasto océano dominado por una espiritualidad diferente y mayoritaria. Vale la pena destacar que el mensaje era propagado no sólo con respeto sino también con calidad de redacción.
Imagine el lector el esfuerzo de estos pioneros de la comunicación social cristiana, trabajando en un mundo sin ordenadores y correos electrónicos, Internet, televisión satelital, cable, sin cámaras digitales y telefonía celular, redactando en ruidosas máquinas de escribir a dos colores y borrado a tinta blanca si se producía algún error; donde comunicarse era a través de correspondencia escrita protegida por sobres de papel o bien encomiendas en cajas de cartón.
Aun así, estos cristianos se comprometieron en sacar adelante una revista cristiana y fueron, no solo capaces a pesar de la precariedad de herramientas de nutrir la publicación con artículos, sino también de mantenerla vigente a través de los años y llegar a miles de hermanos por todo el mundo de habla castellana. Asombroso ¿verdad?
Marc Pesaresi – Fotógrafo y poeta – Río Negro (Argentina)
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