Carta abierta a Juan Antonio Monroy

Estimado Sr. Monroy:

He leído con interés su ponencia sobre "El periodismo evangélico, de la Reforma a nuestros días", publicado en la serie Básicos Andamio. Quiero agradecerle, ante todo, su bien documentada exposición del tema, así como su apasionada defensa de la prensa evangélica, tan necesitada de apoyo en nuestro país.

Sin embargo, habiendo dicho esto, noto en su ponencia un atronador silencio en cuanto a las revistas evangélicasNueva Reforma y El Heraldo del Pueblo,a las que no menciona ni siquiera de pasada. Evidentemente, todos los escritores y conferenciantes podemos tener un lapsus o un olvido, pero, dadas sus prodigiosas facultades intelectuales, me resulta difícil sustraerme a la idea de que no sea ese el caso, sobre todo teniendo en cuenta que usted fue suscriptor durante años de una de dichas revistas y, por tanto, la conoce bastante bien. Tenga en cuenta que no estamos hablando de publicaciones efímeras de unos pocos meses, aunque aun algunas de esas menciona usted en su rigor histórico.Nueva Reformaha cumplido hace poco su XXV aniversario y el próximo mes de enero (D. m.) verá la publicación del significativo número 100.El Heraldo del Pueblo, por su parte,lleva ya más de treinta y tres años en la brecha, con tiradas que han llegado a los cinco mil ejemplares. En ningún momento se ha interrumpido la publicación de estas dos revistas.

No quiero especular sobre las posibles causas de tan imperdonable omisión, aunque se me vienen varias a la mente. Desconozco, además, si a los oyentes de su ponencia se les concedió un tiempo de ruegos y preguntas y si, en ese caso, alguien le preguntó por su notable omisión y cuál fue su respuesta. Lo que sí quisiera y le pediría es que, por justicia histórica y ecuanimidad, reconociera públicamente esta omisión y, en su caso, las causas de la misma.

Solo me queda añadir que, siendo juez y parte en este asunto, me resulta muy difícil solicitar lo que expongo, pues fácilmente se pudiera pensar que escribo motivado por mi amor propio o por alguna vindicación personal. Dios sabe que no es así. Hubiera deseado que otra persona hubiera escrito esta carta abierta, pero como al parecer nadie se ha percatado de esta situación (o no ha tenido a bien manifestarlo), no he tenido más remedio que asumir yo mismo esta responsabilidad. Después de todo, este asunto no me afecta solamente a mí, sino a todo el equipo de hombres y mujeres que durante años ha hecho posible la publicación de estas revistas.

Cordialmente,

Demetrio Cánovas - Director de Editorial Peregrino,Nueva ReformayEl Heraldo del Pueblo- España