Cuando más pretenden enterrar una obra valiosa es cuando más la resucitan.
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¿Por qué hablas tanto de la piedra de sacrificio si sólo conoces un rincón del mundo y, aún así, miras por encima del hombro?
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La libertad se frena ante ti y te coge del brazo, exigiéndote transformación. ¿Acaso no te han enseñado lo que cuesta la genuina Libertad?, ¿Acaso desconoces que no puedes estar holgazaneando o asfixiándote con tus propias rabietas?
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En las cuevas crecen amargas raíces y venenosos hongos.
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¿Tus esperanzas se han tullido? Aprecia el jolgorio de los pájaros sobre la comarca; huele el aroma de los eucaliptos; escucha el balbuceo cantarín de los muchos bebés que hay en el parque. La vida viva te reconoce y saluda, preparándote otra lección para que sigas a la espera.
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Todo asombro soy, a la orilla del río, respirando el aroma del campo recién llovido, viendo bandadas de pájaros haciendo temblar el ramaje de los árboles… Gozo, aún cerrando los ojos, de este mirador en donde vivo.
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La mediocridad debe ser estrangulada. Por ello, agiganta tu estatura moral e intelectual. Y evita acercarte a la cal viva que destilan los mediocres.
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¿Paz en la tierra? ¡Percátense de las tormentas guerreras que nos acechan por los cuatro costados!
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Europa va encaminada a convertirse en una fortaleza-asilo. Luego, cuando por necesidad deba abrir sus puertas, es posible que no encuentre brazos de otra parte dispuestos a levantar a tantos ancianos.
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Hablar de valores éticos y cívicos implica hablar de compromisos. Por ello suelen resultar huecos los discursos que reiteran el sentido tradicional de dichos valores: hoy la inmensa mayoría no quiere sacrificarse en nada. Opinan que debe protegerse la tierra, por ejemplo, pero casi nadie mueve un dedo, mientras siguen en su loco consumir. Y si hablamos de países, Estados Unidos y China son los mayores contaminadores del planeta. No han firmado los protocolos internacionales. Y nada pasa, salvo el deterioro a marchas forzadas del clima mundial.
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Armindo Trevisan, escritor y teólogo brasileño, formado en la Universidad de Friburgo, dice: “Siendo cristiano, considero el acto poético como el hermano menor del acto creador divino, en la medida en que nuestra luz es reflejo de una Luz mayor, más alta… Lo que salva al poeta, y a todos los hombres, es el amor, el trabajo común, el dolor solidario, la esperanza en Dios. Pero la Poesía es una pedagoga de la salvación. No entra en la Tierra Prometida, aunque la ve de lejos. Esto es suficiente para justificarla y, más aún, para volverla amada”.
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Mucho aprenderás en tu camino y mucho dependerás de la generosidad de otros. Sé humilde hasta en tus viajes íntimos.
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Todo grandilocuente tiene la palidez de la ceniza.
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¿Prohibir por prohibir? Debería estar prohibido prohibir algo si median rencillas políticas, deseos de llamar la atención o demás ulceraciones que conculcan prácticas o derechos de ciertos colectivos. No me interesa el toreo en absoluto, pero estoy en desacuerdo con su prohibición en Cataluña. Si uno tolera esas actitudes, nada impedirá, por ejemplo, que más adelante restrinjan o supriman la práctica religiosa en iglesias que no sean católicas (o budistas, ¡qué más da!).
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Unos perros ladran hasta bien entrada la noche. Afuera, ya en silencio, un mendigo rodea el contenedor cual si fuese un altar de salvación.
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Lo único que no reprocho al mes de agosto es que recarga de tibieza a la mujer que amo. Así, cuando estemos en invierno, disfrutaré del sol naranja de su epidermis.
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La poesía bíblica es para mí una voz cotidiana.
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Asumir una conducta próxima al despojamiento, similar a la ética de los hombres del desierto: he ahí el tratar de huir de innúmeras hediondeces.
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Prolongadísima resonancia de aquel testimonio que no se desvanece como espuma.
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No creo en banderas cristianas de uno u otro color: creo en creyentes que practican íntegramente el Evangelio de Cristo, sin chácharas ni contiendas; con el corazón abierto y la mano discreta saliendo del bolsillo.
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