Su valor, amor, entrega, pasión y dedicación aportan al entorno en el que se muevan una garantía de triunfo y de humanidad que a veces nosotros los varones no somos capaces de aplicar a nuestras tareas.
A ellas quiero rendir homenaje como madres, hijas, esposas, nueras, suegras, amas de casa, trabajadoras o simplemente ellas. Porque son capaces de ser lo que nunca llegaríamos nosotros por mucho que nos lo propongamos.
Como madres son las que transmiten al hijo que llevan en su vientre los primeros sentimientos los más profundos los que nadie llegará nunca a describir por mucho que intenten descubrirlo pero que impregnan a ese ser de seguridad, amor, ternura, cariño, y no sé qué otras cosas. Son las que les alimentan desde los primeros días de vida, las que recogen las primeras inquietudes de la adolescencia, las que educan desde la cercanía como madres que siempre están dispuestas a dar un consejo, una palabra, o simplemente un beso. Las primeras en preocuparse cuando la hora de llegada de sus hijos es tardía, las primeras en arrancar en lágrimas cuando se marchan de viaje a otras ciudades; las primeras en atenderlos cuando enferman, las que hacen noche arropándoles en el frio invierno las que siempre está cuando se les llama, las que nunca fallan.
Como hijas obedientes, cariñosas comprensibles, provocando el que sus padres se sientan orgullosos de la niña de sus ojos; las más eficientes, con detalles que hacen levantar pasiones por sus padres. Las que siempre están atentas hasta el último detalle, las primeras en recibir a sus padres a la puerta de la casa cuando están de viaje… las primeras en dar un beso para recibirlos, las primeras para todo.
Como esposas siempre preocupadas porque el hogar sea ideal, que no falte un detalle, trabajadoras, compañera idónea en momentos difíciles y feliz de celebrar los momentos más dulces. Las que a la sombra de su marido saben sufrir en silencio, amar aunque no se les corresponda, consejera, amiga y confesora. Son las agujas del reloj del hogar que si se pararan dejaría de moverse el mundo para nosotros… son la rosa de un jardín que traen buen perfume para todos menos para si mismas porque son las ultimas en disfrutar de la fiesta. Y atentas como las fieras a su presa llevando para los suyos lo mejor lo mas excelente y que nadie ofenda a mi compañero porque hay quien le defienda. Serenas como la brújula del marinero sin variar el destino de ser mujer o madre o compañera.
Como nueras o suegras, manteniendo siempre el equilibrio perfecto de darle a cada uno lo que le corresponde, a la nuera como hija y a la suegra como madre a la que tiene que respetar por el resto de sus días; como aquella mujer virtuosa llamada Rut. Sin sentirse extrañas ni forasteras, sabiendo que no son remiendo postizo de una familia artificial.
Y el resto lo dejo a vuestra propia opinión, experiencia o criterio. Pero la verdad es que
EL MUNDO NO SERIA IGUAL SIN ELLAS. Cuando Dios os creó no solo os bendijo a vosotras sino que nos llenó de todas aquellas cosas que nos faltaba para ser felices DIOS OS BENDIGA POR SER COMO SOIS.
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