Me gusta descubrir cómo
House (Cuatro) se ha ido transformando de una gran serie médica basada en un personaje a una gran serie médica de personajes, de vidas compartidas, de sentirme casi un conocido de House, de Cuddy, de Wilson, de Cameron, de Trece. Me gusta que TV3 (así como otras autonómicas) haya apostado por el fascinante remake de
V, los Visitantes, serie plagada de platillos volantes, de alienígenas lagartos que van en plan de salvadores, de la Quinta Columna (la resistencia, vaya), de una ambientación perfecta, de una Ana (la actualización de la pérfida Diana) que pone los pelos de punta, de la muestra de cómo manipular a todo un planeta controlando los hilos de los medios de comunicación, de mentiras, de salvación, de fe.
Me gusta que Teledeporte demuestre que hay vida más allá del fútbol. Me gustan Ángel Martín, Patricia Conde, su crítica y su autocrítica. Me gusta Buenafuente y su humor inteligente. Me gusta Berto. Me gusta
Walker (sí, ¿qué pasa?). Me gusta (aunque ya no estén)
Lost y
Muchachada Nuí, es decir, la serie más inteligente de la historia y el programa más adorablemente cafre, gamberro y divertido que jamás he visto. Me gustan Joaquín Reyes, Carlos Areces, los Celebrities, Marciaaaaal y Enjuto Mojamuto. Me gusta Disney Chanel (y que a mi hijo le guste
Phineas y Ferb o
Zack y Cody).
Pero estoy harto del tono barriobajero de
Sálvame,
DEC y
La Noria. Estoy harto del síndrome
Callejeros, del todo vale sin guión, sin respeto, sin pudor. Estoy harto de ver las casas de los demás a partir de cuatro tópicos y preguntas estúpidas, de las vidas frívolas de mujeres ricas, de las vidas frív olas de ratoncitos de laboratorio que “comparten” casa mientras el ojo que todo lo ve de la Milà se recrea en ese barrizal. Estoy harto de la falta de ética de
El diario y de
El juego de tu vida.
Estoy harto de Belén Esteban, de Jorge Javier, de Jordi González, de Jiménez Arnau, del señor ese de la barba del Interviú, de Lydia Lozano (el antiperiodismo hecho persona). Estoy harto del narcisismo de Pablo Motos, pero no de algunos de sus brillantes colaboradores (Luis Piedrahita, Flippy o Marron).
Estoy harto de los tarotistas estafadores (en casi todas las cadenas, por cierto). Estoy harto de que hayan codificado AXN (antes el canal de Sony), el único donde poder ver series de calidad (o sea, en la era expansiva de la TDT volvemos a la tomadura de pelo, a la tele de pago de la época Canal+).
Estoy harto de Telecinco y de Antena 3. Estoy harto de saber más sobre la vida de Sara Carbonero que sobre su trabajo. Estoy harto de Intereconomía, de sus insultos, de sus risitas perdonavidas, de que inviten a Blas Piñar como un personaje clave de la historia de España, de su madridismo futbolero entendido como un anti todo lo que tenga que ver con los catalanes, de su gomina, del maleducado de Roncero y de ese francés que da más rabia que el pulpo Paul.
Estoy harto del engaño de la TDT: 60 canales que puedes pasar de una tirada y no detenerte en ninguno. Estoy harto del amarillismo de programas que van de pseudoinformativos en TVE y en Antena 3. Estoy harto de Carmen Lomana. Estoy harto de tíos que (supuestamente) vegetan en una isla sin (supuestamente) comida ni (supuestamente) un techo, fomentando celos, rivalidades, enfados, insultos y malos rollos. Estoy harto de granjeros que buscan esposa, de clubs de chistes con menos gracia que los de Jaimito en un patio de escuela, de que el presidente de RTVE cobre el triple que el del Gobierno. Y estoy harto de que, encima, siempre salga alguien argumentando que ese estilo de televisión es el que pide el público.
Si quieres comentar o