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Respuesta a los desafíos de la genómica sintética (1)

¿Vida artificial? (V)

En la noche del jueves 20 al viernes 21 de mayo, aparecía en los titulares de los medios de comunicación una noticia en sorprendentes titulares: por primera vez se había creado “vida artificial” en forma de una “célula artificial”. Semejante nueva hazaña de la genómica se debe a los esfuerzos del equipo del biólogo J. Craig Venter: 20 personas, 15 años y unos 40 millones de dólares.
TUBO DE ENSAYO AUTOR Grupo F&C 03 DE JULIO DE 2010 22:00 h

En los dos artículos anteriores vimos las implicaciones y los desafíos, algunos muy importantes, que la genómica sintética, y la biología sintética en general, nos presentan. Un mundo en el que convergen biología, informática e ingeniería con un enfoque nanotecnológico.

¿Y cómo responder a todo a esto? Estas son las cuatro grandes áreas de preocupación en este asunto:
  1. Cuestiones de bioseguridad y ambientales
  2. La amenaza bioarmamentista y bioterrorista
  3. Cuestiones socio-económicas
  4. Cuestiones filosófico-religiosas que plantea la biología sintética
1. CUESTIONES DE BIOSEGURIDAD Y AMBIENTALES
La pregunta más corriente es si la autorregulación de los investigadores/industria es suficiente para evitar los peligros potenciales de la ingeniería biológica o si, por el contrario, es necesario introducir nuevas regulaciones en esta labor investigativa y (a marchas forzadas) industrial. No sorprende que algunos de los mayores implicados en estos temas hayan inicialmente apostado por la autorregulación, que les dejaría las manos más libres.

El principal problema de bioseguridad es que la liberación de estos organismos en el medio ambiente puede tener consecuencias inesperadas. Las bacterias son seres vivos, y así podrían proliferar, interaccionar con el ecosistema y evolucionar de manera imprevisible y, posiblemente, incontrolable, pudiendo fácilmente ganar (por transferencia mediante virus o de otras bacterias) o perder genes (al ser eliminados del genoma o inactivados por diversos tipos de mutaciones). Esto último ocurrió con algunas de las bacterias en las que se introdujo el sistema de control frente a la superpoblación que comentamos anteriormente.(1) En biología “clásica”, la introducción en Australia del virus de la myxomatosis para controlar a la expansiva población de conejos en 1950 llevó, tras una alta mortalidad inicial, a su práctica ineficacia hacia finales de los ochenta, debido a la co-evolución (los conejos se fueron haciendo resistentes, al morir los que eran más sensibles, a la vez que el virus se iba atenuando, al desaparecer las variantes más mortíferas junto a sus víctimas).(2) A su vez, la actual plaga de conejos se debe a otro “experimento” biológico anterior, cuando en 1859 se introdujeron conejos en aquel continente, que acabaron escapando de las granjas y proliferando espectacularmente.

La ingeniería genética clásica utiliza micoorganismos muy bien estudiados y comprendidos como la bacteria E. coli o la levadura S. cerevisiae, en las que la adicción de uno o unos pocos genes no es previsible que produzca grandes perturbaciones. En cualquier caso, las medidas de contención aplicadas en los últimos 35 años parecen haber evitado que se hayan producido problemas. Sin embargo, los organismos sintéticos, si son completamente nuevos (no ya copias de los ya existentes, como el caso de Venter), serían totalmente imprevisibles. Hoy por hoy no hay forma de evaluar el impacto ambiental de esos nuevos organismos sintéticos.

De hecho, en un comunicado público del 3/10/2008 sobre el encuentro de miembros de organismos reguladores británicos para tratar el tema de la biología sintética, se habló de temas cómo la dificultad de llevar a cabo una “evaluación de riesgo ambiental para células mínimas sin equivalente natural”. En cualquier caso, es “el solicitante quien debe convencer a los reguladores y sus organismos asesores que el producto no causará daños a la salud humana y el medio ambiente en el contexto del uso que se le pretende dar”.(3) Se consideró que “una decisión de evaluación de riesgo ambiental podría tomarse en base a que hay demasiada incertidumbre para permitir la investigación/producción fuera de un determinado nivel de confinamiento”.(4) El uso de diferentes niveles de confinamiento en base al peligro potencial de un determinado producto es algo habitual en el manejo de tóxicos y de organismos modificados genéticamente (OMG). Obviamente, la autorización del uso de estos productos debe pasar por una evaluación de riesgo/beneficio, que es común en otros productos, p. e., en los medicamentos.

Desde finales de los 90, el mismo Venter ha apadrinado la investigación bioética para “adelantarse” a los desafíos de la genómica sintética (en previsión del éxito obtenido ahora). El resultado de estos estudios se ha traducido en varias publicaciones. Así, Cho y colaboradores se preguntaban, en 1999, si lo que hay que regular es a los científicos genómicos y su posibilidad de secuenciar cualquier genoma, o si lo que debe regularse es el acceso a esa información, o tal vez, simplemente, las aplicaciones de esa tecnología. Más recientemente, ha aparecido un largo informe(5) sobre los riesgos de esta investigación, y su posible regulación, publicado conjuntamente por el J. Craig Venter Institute(6), el Center for Strategic and International Studies(7), y el Massachusetts Institute of Technology.(8) Este informe se centra en tres peligros potenciales de la genómica sintética: bioterrorismo, seguridad de los trabajadores de laboratorio implicados y protección del medio ambiente (evitando discutir otros de los problemas que mencionamos en el artículo anterior)(9) y propone varias medidas potenciales para controlar la genómica sintética a tres niveles:
  • Compañías que venden ADN sintético.
  • Dueños de sintetizadores de ADN que producen su propio ADN sintético.
  • Usuarios (consumidores) de ADN sintético y las instituciones con las que están relacionados.
Estos esfuerzos de diseño regulatorio para este campo están guiados por la esperanza de que una autorregulación contribuya a generar confianza, como en el caso de Asilomar y la ingeniería genética en 1975. En cualquier caso, al final las autoridades correspondientes tendrán que regular estas actividades, porque no es posible que el regulador y el regulado coincidan (ese es un enfoque que sólo lleva al desastre). Aunque, por supuesto, es de desear que los investigadores/industrias implicados cumplan los más estrictos estándares, esto no puede dejarse sólo a ellos, algo que se ha comprobado durante el siglo XX en otros campos como la regulación farmacéutica. Y en un mundo globalizado, donde el ADN se puede enviar por correo y los sintetizadores de ADN pueden comprarse por internet de segunda mano, cualquier regulación tendrá que ser forzosamente internacional y asociada a una continua vigilancia... Varias ONGs están luchando desde hace unos años en ese sentido, para evitar la simple autorregulación (que ven como una maniobra para calmar las críticas y evitar/retrasar la regulación gubernamental), y reclamando la implicación de las autoridades, e incluso una pausa o moratoria en ciertas aplicaciones de la biología sintética, especialmente en la liberación al medio de los organismos generados por esta tecnología (Grupo ETC(10), The Sunshine Project(11)). Los investigadores J. B. Tucker y R. A. Zilinskas del Centro de Estudios de No Proliferación (CNS) del Instituto Monterrey de Estudios Internacionales (EE.UU.), han propuesto varios elementos para la regulación de la biología sintética(12)
  • Revisión de los pedidos por parte de las compañías que venden ADN sintético: se utilizarían sistemas informáticos para comprobar que no se incluyen pedidos de fragmentos de ADN de organismos patogénicos. Una legislación efectiva debería ser internacional para tener valor real.
  • Prohibición de la liberación al medio ambiente de organismos de biología sintética hasta que se pueda realizar una sólida evaluación de riesgo ambiental que pruebe su inocuidad.
  • Vigilancia de los proyectos de investigación, que podría llevar, en los casos necesarios, a bloquear las solicitudes de financiación de ciertos proyectos peligrosos o, si el peligro aparece más adelante, limitar la publicación de sus resultados.
  • Educación pública, implicando a los científicos, para prevenir el rechazo de la sociedad.
El siguiente debate es si se necesita una bioética y una regulación totalmente nuevas o si lo que se necesita es únicamente adaptar la legislación vigente. Al igual que algunos creen que estos desarrollos suponen un salto cualitativo científica y tecnológicamente, también hay quienes consideran que esto requiere una nueva bioética especializada, mientras que otros consideran que puede ser regulada usando los instrumentos ya existentes para regular la biotecnología actual: “las cuestiones mismas son virtualmente idénticas a las cuestiones éticas que se han suscitado en el pasado. No reconocer esto puede llevar a reinventar la rueda bioética para cada nueva tecnología”.(13) Al fin y al cabo, los problemas bioéticos tienen que ver con la pregunta de si debemos transformar nuestro entorno, y en caso afirmativo, bajo qué condiciones. El tipo y la manera en la que se haga esa transformación puede dar lugar a desafíos novedosos; pero los problemas de fondo habituales volverán a surgir:
“[...] no hay nada completamente nuevo sobre la biología sintética que no haya sido ya discutido en relación con los desarrollos anteriores de la biología molecular, ADN recombinante e ingeniería genética. Todos los debates sobre bioseguridad, armas biológicas y la ética de la ingeniería de la vida tuvieron lugar en los setenta y ochenta.”(14)
En general, se piensa que, de momento, los sistemas de regulación de la tecnología vigentes son suficientes. En el comunicado público del encuentro de 2008 de miembros de organismos reguladores británicos antes citado se indicaba que “ninguna de las cuestiones y escenarios hipotéticos sugieren un cambio de paradigma que necesite modificar el marco regulatorio del Reino Unido. Sin embargo, algunos temas pueden requerir un examen específico dentro de ese marco”. Es más: “Los miembros del comité consideraron que virtualmente todas las aplicaciones vislumbradas de la biología sintética caerían dentro de las regulaciones de uso contenido de GMM (microorganismos modificados genéticamente)/Directiva Europea 2001/18/EC sobre liberación voluntaria de GMOs (organismos modificados genéticamente) en el medio ambiente. La definición funcional usada es «habilidad para replicarse», y se consideró que ésta podría ser útil para hacer frente a las ambigüedades potenciales sobre términos como «vida» y «organismos vivos».”(15)

El principio de precaución nos debería llevar a considerar los organismos sintéticos como peligrosos, a menos que se pruebe lo contrario, y confinarlos a altos niveles de bioseguridad (Tucker y Zilinskas sugieren los más altos, 3 o 4, en la escala habitual de 1 a 4).(16) Habría que pensarse mucho la conveniencia de liberar estos organismos intencionadamente al medio y, en cualquier caso, si se trabaja con ellos en el laboratorio, tener unas fuertes medidas de seguridad y planes de acción en caso de accidentes. Si se requiere para ello nuevas regulaciones legales o no, es un tema de debate que deberá permanecer abierto constantemente, decidiéndose en función de los avances científicos.

Finalmente, diversos autores han reconocido la imperiosa necesidad de que se produzca un debate claro, abierto y transparente sobre estas tecnologías para evitar la desconfianza del público y su falta de apoyo, como ocurrió en el caso de los alimentos transgénicos. Algunos autores han llegado a dar el sorprendente paso de reconocer que: “este es un proceso de dos direcciones y algunos proyectos científicos éticamente problemáticos y tecnologías potencialmente controvertidas puede que tengan que ser abandonadas para mantener la confianza.”(17) Y en el informe de un simposio sobre biología sintética organizado por las Academias Nacionales de los Estados Unidos, la OCDE y la Royal Society en julio de 2009, se decía que: “Lo que se necesita es un diálogo y una interacción reales con el público, y no una simple estrategia de comunicación.”(18)

Algo así sería un paso sorprendente, acostumbrados, como estamos, a la política de hechos consumados. Porque, en general, cuando se suele anunciar desde las autoridades que se va a abrir un debate sobre algún tema, es porque ya se ha tomado una decisión sobre ese asunto, y el debate suele ser claramente un proceso de guiado hacia el redil con el único fin de ganar el apoyo público hacia lo que ya ha sido decidido de antemano. Sin embargo, queda una pregunta cada vez más relevante: “¿Qué se entiende por “el público”, especialmente en un mundo global?”(19)
El Grupo ETC ofrece en su informe sobre biología sintética las siguientes recomendaciones(20)
  • Debe haber un amplio debate social sobre las implicaciones socio-económicas y éticas de la biología sintética, incluidos sus impactos potenciales sobre la salud, el ambiente, los derechos humanos y la seguridad.
  • No corresponde a los científicos ni controlar el discurso público ni determinar los marcos regulatorios.
  • La sociedad civil debe reunirse a nivel nacional, regional e internacional para evaluar y planear una respuesta coordinada a la emergencia de la biología sintética en el contexto más amplio de las tecnologías convergentes.
  • Tanto por un mal uso deliberado como por consecuencias inesperadas, la biología sintética introducirá riesgos nuevos y potencialmente catastróficos para la sociedad.
  • Los organismos internacionales deben estudiar urgentemente las implicaciones de la síntesis de ADN y de la biología sintética dentro de sus ámbitos de competencias.
  • Los ladrillos de la vida no deben privatizarse [se está refiriendo a los fragmentos de ADN usados por la biología sintética].
  • Para facilitar acciones globales coordinadas, se debe establecer un organismo internacional que supervise y evalúe los impactos sociales de las tecnologías emergentes, incluída la biología sintética.
2. LA AMENAZA BIOARMAMENTISTA Y BIOTERRORISTA
Las Convenciones internacionales sobre armas biológicas (1972) y químicas (1993) teóricamente deberían bastar para cubrir la biología sintética; pero no todos los países las han firmado, y no hay mecanismos internacionales de verificación, lo cual las hace inservibles frente tanto a terroristas como a los estados que deseen fabricar estas armas.

El informe de la CIA de 2003, que mencionamos anteriormente, advertía de la dificultad de detectar estas armas en comparación con los mecanismos relativamente “claros” para vigilar las armas nucleares. Se apuntaba a la necesidad de que la comunidad científica ayudase al gobierno actuando como una “red de detección viviente” para “identificar y alertar sobre nuevos avances técnicos con potencial armamentístico.”(21)

Claramente, no hay forma de controlar esta tecnología frente a su uso terrorista hoy día. El control de los pedidos de ADN sintético y de los fabricantes y usuarios de sintetizadores de ADN puede ayudar en el control de bioterroristas solitarios, bio-hackers o aficionados; pero resulta inútil frente al bioterrorismo/bioarmamentismo de los estados que, por un bajo precio, pueden disponer de toda la maquinaria necesaria para cualquier experimento de biología sintética.

La semana que viene finalizaremos con las respuestas a las cuestiones socio-económicas y filosófico-religiosas que plantea la biología sintética


Autor: Pablo de Felipe es doctor en Bioquímica, investigador, escritor y profesor de Ciencia y Fe en el Seminario SEUT


Próxima semana: ¿Vida artificial? (VI): como reaccionar ante los desafíos de la genómica sintética: cuestiones socio-económicas y filosófico-religiosas



1) Véase artículo anterior disponible.
2) M. J. Selgelid y L. Weir (2010). The mousepox experience. EMBO reports 11:18-24.
3) Biotechnology and Biological Sciences Research Council (BBSRC). Synthetic Biology Regulators´ Meeting. Public statement (3 de Octubre 2008)..
4) Idem.
5) Synthetic Genomic. Options for Governance.
6) http://www.jcvi.org/.
7) http://csis.org/.
8) http://mit.edu/.
9) Resumen en M. S. Garfinkel y col. (2007). Synthetic genomics. Options for governance. Biosecur Bioterror 5:359-362. Para una crítica de ese informe, véase: Grupo ETC (2007). Ingeniería Genética Extrema. Una introducción a la biología sintética..
10) Alarma sobre biología sintética: coalición global demanda debate público y supervisión inmediata (23/05/2006; disponible en: http://www.etcgroup.org/en/node/6). Biología sintética: opciones para evadir el escrutinio social (17/10/2007; disponible en: http://www.etcgroup.org/es/node/655). Sintia está viva … ¡y reproduciéndose! ¿Panacea o caja de Pandora? Mientras Craig Venter anuncia que logró hacer vida en su laboratorio, el Grupo ETC llama a una moratoria global sobre la biología sintética (20/05/2010; disponible en: http://www.etcgroup.org/es/node/5144).
11) http://www.sunshine-project.org/.
12) J. B. Tucker y R. A. Zilinskas (2006). The Promise and Perils of Synthetic Biology. The New Atlantis: A Journal of Technology and Society Spring:25-45.
13) E. Parens y col. (2008). Do we need “synthetic bioethics”? Science 321:1449.
14) A. Balmer y P. Martin (2008). Synthetic Biology. Social and Ethical Challenges. Institute for Science and Society. Universidad de Nottingham, p. 29. Revisión independiente encargada por el Biotechnology and Biological Sciences Research Council (BBSRC).
15) Biotechnology and Biological Sciences Research Council (BBSRC). Synthetic Biology Regulators´ Meeting. Public statement (3 de Octubre 2008). Op. cit.
16) J. B. Tucker y R. A. Zilinskas (2006). Op. cit., p. 34.
17) A. Balmer y P. Martin. Op. cit., p. 31.
18) OCDE y Royal Society (2010). Symposium on Opportunities and Challenges in the Emerging Field of Synthetic Biology. SYNTHESIS REPORT. Op. cit., p. 6.
19) Idem, p. 39.
20) Grupo ETC (2007). Op. cit., pp. 50-51.
21) CIA (2003). The Darker Bioweapons Future
 

 


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