Breviario del sosiego/ 31

Que en ti no prospere la amargura. Es luto perenne.


Como ciudadano, nada espero: salvo el advenimiento de mi Plaza con su despliegue de ilusiones. Así, en segundos, recobro innumerables miradas, paseos, convocaciones, historias… A ciencia cierta esta Plaza mía es un misterio.


¿Te engrandece una solvente cuenta bancaria, un coche de alta gama o una espaciosa residencia? Mal vas en tu camino, si es hacia Cristo adonde diriges tus pasos.


Con ardor, con vehemencia ejercita la hospitalidad.


Los intrigantes desconocen de tiempos hermosos.


El sexo es cuestión del Amor. De él llueve, de él relumbra. Dios se deleita cuando lo prodigas con la mujer a la que te esposaste.


Dispones de frutos cosechados durante varios lustros. Así resistirás otro tanto en tu cuartel de invierno.


El mediocre evita el contraste, la comparación. Por todos los medios: con silenciamientos u horrísonos gruñidos.


¿Tenemos un Reino? Lo que tenemos es un huerto, un frágil Edén que requiere siembra y cuidado. El Reino se atisbará cuando llegue la cosecha. No antes; no después.


Descríbete los temores, las dudas. Así no habrá engaño en tu Fe.


Está visto y probado: prevalece, siempreviva, la incandescente querencia hacia los padres.


El yugo de escandalosas hipotecas testimonia, en ciertos creyentes, su grado de aprendizaje genuino del sagrado Evangelio.


De insomnio es el horror continuo de tantas desgracias.


Todo se reanuda tras las predicciones: el final se enciende y aguarda.


A veces el corazón es quien clava las estacas.


Bella dama: tus ojos siempre ven la rosa y no la espina. Por ello, aunque te sangren los dedos por rozarte con espinas de procedencia desconocida, persistes con tu contraseña: benignidad como una rosa abierta.


Con que sepas que está lejos de miserias morales, tienes suficiente. Hay otros incomunicados pidiendo auxilio a gritos, en medio de la muchedumbre. Él nunca olvidará lo mucho que le quieres.


La grasa del alma no se quita con detergentes o sahumerios.


Nadie, ¿entonces soy nadie? Absorto estás en tu desganado sitial, siempre en lágrimas, que no percibiste cómo mi munificencia me preserva de cualquier agravio.