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¿Hermano Neanderthal?

El anuncio, este mes, de la secuencia del genoma de Neanderthal, y el descubrimiento que todos los no africanos tenemos una pequeña porción de él (1-4%), indicando un antiguo cruce (hace no más de 80.000 años) entre ambas “especies”, ha disparado el debate sobre nuestra propia esencia y orígenes, un debate que no podemos ignorar.
TUBO DE ENSAYO AUTOR Grupo F&C 21 DE MAYO DE 2010 22:00 h

Hace 400 inviernos, un profesor de matemáticas poco conocido, llamado Galileo, utilizó un telescopio de fabricación casera para mirar al cielo nocturno. Lo que vio cambió la historia para siempre. Sus observaciones hundieron las ideas especulativas que hasta entonces se tenían sobre el sistema solar y pusieron sobre la mesa el olvidado modelo de Aristarco/Copérnico. Algunos prefirieron ignorarlo, otros decidieron taparle la boca; el tiempo mostró que la ciencia no puede ser acallada. Sería interesante que, como cristianos, aprendamos de esa historia. En nuestros días asistimos también a una revolución científica, en el campo de la genética, de no menores proporciones, y al que no podemos ser ajenos.

Desde que en los años 40 se demostrara que el ADN es la base material de la información hereditaria para construir un ser vivo, se inició una desenfrenada carrera para conocer esa molécula con el mayor detalle. En los 50 se desentrañó su estructura (la elegante doble hélice), en los 60 el código genético (que permite almacenar en el ADN la información para construir proteínas), y en los 70 se consiguió por fin leer esa información. En un principio fueron lecturas de pequeños fragmentos, pero con la ayuda de robots y la aparición de la informática, el proceso se perfeccionó hasta conseguir, en nuestra década, la secuenciación de genomas enteros de animales y plantas. Desde la secuenciación del genoma humano hace diez años, la comunidad científica ha puesto un gran empeño en secuenciar los genomas de una amplia variedad de organismos. Pero, entre tanto, otros dos extraordinarios procesos se pusieron en marcha en los 80. Por un lado la posibilidad de obtener ADN de muestras cada vez más minúsculas de materia, llegado hasta una única célula (lo que ha permitido su uso para identificación de criminales, incluso literalmente por los pelos). Por otro lado, se consiguió también extraer ADN de restos biológicos “antiguos”. Desde restos de personajes famosos (la familia del último Zar de Rusia, Copérnico o Colón) hasta momias egipcias, han sido sometidos con éxito a estas técnicas. Pero la tecnología ha dado un paso más hacia la prehistoria y han empezado a aparecer secuencias de ADN de mamuts y de otros organismos extinguidos hace decenas de miles de años.(1)

Y así es como estas tecnologías han saltado del ámbito forense (como el de series de TV del tipo C.S.I.) al mundo de la evolución. En efecto, no resulta complicado ver que los diferentes miembros de una familia tienen un “aire” similar. Pero más allá de eso podemos ver también que, entre varias especies como, p. ej., leones, tigres y gatos, hay un claro parecido. El que hayan sido clasificados todos ellos como “felinos” proviene de esa similitud, que puede verse a simple vista, pero también cuando son estudiados con detalle (desde su dentición y esqueleto a su aparato digestivo y muchas otras características). Más complicado resulta percatarse de las similitudes entre un gato y un ratón, aunque también son observables. De ahí que hace más de 200 años todas estas relaciones se armasen ya en forma de un gran árbol de la vida. Su creador, Linneo, lo consideraba sólo un esquema de las semejanzas y diferencias de los seres vivos; pero un siglo más tarde, Darwin lo transformaría en un árbol genealógico de la vida, donde el parentesco se extendía a todos los niveles del árbol. Así, la evolución explicaría por qué la vida se puede organizar en forma de árbol de parentescos (en cierto sentido, esto se puede aplicar a cualquier sistema de transmisión de información con errores, como el copiado de manuscritos, campo en el que también se generan árboles “genealógicos”).

Semejante apuesta parecía una locura para muchos; pero siglo y medio de investigaciones han ido desvelando más y más detalles que no dejan lugar a dudas sobre esos parentescos, a la vez que se han ido incluyendo en el árbol no sólo especies vivas, sino también extinguidas, cuyos esqueletos fósiles permiten hacer las comparaciones necesarias. La última evidencia en esa larga historia científica ha sido la aparición, en la última década, de la genómica. Si el parentesco externo entre los organismos es difícil de “medir”, incluso aunque pueda ser aparente a simple vista, la información contenida en los genes puede ser medida y comparada con gran precisión. Es más, como ya indiqué en un artículo anterior, la presencia de determinadas mutaciones raras, especialmente la inserción de genes de virus en lugares equivalentes entre especies, puede utilizarse como herramienta para poner al descubierto los parentescos entre especies.(2) Todas estas cosas pueden parecernos extrañas; pero, como las pruebas forenses de ADN, se trata de cosas reales, con las que debemos irnos familiarizando.

Desde su descubrimiento hace unos 150 años, la fascinación por los neandertales no ha hecho más que aumentar.(3) Resultan obvias tanto sus similitudes como sus diferencias con nosotros. Pero, ¿cómo se interpreta esa información? Normalmente se le ha considerado como una especie diferente: Homo neanderthalensis. En un principio se les consideró como un “eslabón perdido”, seres “medio monos”, antecesores del ser humano, a los que se describía con un aspecto tosco y “primitivo” (¡Más de uno ha usado el término “neandertal” como un insulto!). Su presencia limitada a Europa y Oriente Medio podría, incluso, ser interpretada como evidencia de un estado intermedio en la evolución, a partir del ancestro africano, cuya descendencia se dispersó por todo el planeta. A lo largo del siglo XX, especialmente en los últimos años, las cosas han ido cambiando y, según avanzaban los descubrimientos (muchos de ellos provenientes de yacimientos españoles), los neandertales nos han ido pareciendo cada vez más “humanos”.(4) Desde hace tiempo se sabe que usaban el fuego, fabricaban instrumentos de piedra y algunas evidencias recientes apuntan incluso a la posesión de instrumentos musicales. Más sorprendente ha sido el descubrimiento de su capacidad para hablar, sugerida por la anatomía de la garganta neandertal, y apoyada por las características de su gen FOXP2, equiparable al presente en humanos modernos, y estudiado en 2007 con el ADN de unos restos neandertales de Asturias.(5) Por otro lado, unas excavaciones en Cataluña, dadas a conocer en febrero de este año, han mostrado que tenían viviendas bien organizadas, con habitaciones dedicadas a actividades diferentes.(6) Por otro lado, en enero, se acaba de publicar que unos neandertales de Murcia poseían objetos decorativos y cosméticos hace ya unos 50.000 años, 10.000 años antes de la llegada de los humanos modernos (Cromañones).(7) Otro tema todavía en discusión es la posibilidad de que los neandertales realizasen ritos funerarios, indicado unas capacidades mentales que parecen cada vez más “humanas”...

Al mismo tiempo, se ha ido clarificando su relación genética con nosotros. Aunque los neandertales tienen un origen común con nuestra especie, no serían “nuestros” antepasados directos, sino una rama desgajada de la nuestra hace unos 500.000 años,(8) que se extinguió sin dejar huella hace unos 30.000 años, siendo reemplazada por el hombre “moderno”.(9) La historia de ese “reemplazo” ha sido vista con diversas perspectivas. Mientras que para unos los neandertales desaparecieron gradualmente por sí mismos (posiblemente debido a la fragmentación y reducción numérica de su población a raíz de los bruscos cambios climáticos en la última glaciación (10), otros imaginaban una competencia entre ambas especies, en la que la nuestra saldría ganadora, principalmente por nuestra mayor capacidad cultural. Pero tampoco faltaron lo que hablaron de un “genocidio”, en el que nuestros antepasados habrían exterminado a los neandertales.(11) En cualquier caso, todas esas hipótesis plateaban un escenario con dos especies bien diferenciadas.

Esta visión de las cosas pareció confirmarse cuando aparecieron las primeras secuencias del genoma mitocondrial neandertal, que indicaban una clara distinción del nuestro.(12) El genoma mitocondrial corresponde al ADN que llevan nuestras mitocondrias, pequeños “saquitos” dentro de nuestras células que tienen su propio ADN (mucho más pequeño que el ADN del genoma del núcleo de la célula). El genoma mitocondrial, aunque pequeño en comparación con el resto del genoma (el llamado “nuclear”, por estar presente en los cromosomas del núcleo de la célula), puede servir para dar una idea aproximada sobre las relaciones de “parentesco” entre diversos organismos. En el caso de los humanos actuales, las secuencias mitocondriales permitieron reconstruir un árbol genealógico que permitía seguir nuestra historia: una amplia variedad en el genoma de individuos africanos, del cual salía una “ramita” de la que se desgajan, por un lado los habitantes de Europa y Oriente Medio, y por otro los asiáticos, de los que saldrían los habitantes de Oceanía y, más recientemente, los nativos americanos. Todo conforme a lo que ya se había deducido de las evidencias arqueológicas, históricas, lingüísticas, antropológicas, etc. Este esquema se ha ido confirmando con más evidencia de datos de nuestro genoma nuclear. Pero carecíamos de un genoma nuclear de neandertal con el que compararnos...

¡Hasta hace unos días (7 de mayo)! Utilizando nuevamente ADN de huesos de excavaciones arqueológicas (de Croacia, al menos 38.000 años), ha sido posible reconstruir una buena parte del genoma nuclear del neandertal (60%). Y al compararlo con el genoma nuclear de 5 humanos modernos del sur de África, Oeste de África, Francia, China y Papúa Nueva Guinea, la sorpresa ha sido mayúscula.(13) Contra lo que la mayoría de los propios investigadores creía, se ha comprobado que una pequeña proporción de nuestro ADN nuclear deriva del neandertal. De forma simplificada, las conclusiones de este estudio son que nuestros antepasados directos salieron de África hace unos 100.000 años y llegaron a Oriente Medio, donde se encontraron con una población de neandertales, que había surgido fuera de África a partir de una emigración de un antepasado común más antiguo desde el continente africano. Y lo que ocurrió fue lo que antes parecía inconcebible, hubo mezcla de ambas poblaciones, eso sí, la huella genética que los neandertales han dejado en el patrimonio genético humano antes de extinguirse ha sido muy pequeña (1-4%). Y es más, esa huella neandertal aparece en los actuales europeos, asiáticos y nativos de Oceanía y América; pero no se encuentra entre los africanos actuales, cuyos antepasados permanecieron en África, y nunca se encontraron con los neandertales. Así las cosas, ahora cobran un nuevo sentido algunas evidencias “extrañas” encontradas anteriormente, como los restos del yacimiento de Lagar Velho (Portugal), cuyos descubridores interpretaron como un híbrido neandertal-sapiens.(14)

Es importante hacer una clarificación, aunque esta es la interpretación más razonable y sólida de los datos genómicos, hay otra posibilidad, que ilustra cómo incluso los datos más firmes tienen que interpretarse, y cómo esas interpretaciones no tienen por qué ser tan sólidas como los datos sobre los que se apoyan. Los propios autores de la secuenciación del genoma nuclear del neandertal reconocen que sería posible explicar esos datos sin invocar un cruce entre ambas “especies”. Los genes “neandertales” encontrados en los sapiens podrían ser genes ancestrales presentes en la población originaria africana, que se mantuvieron tanto en los neandertales como en la población de sapiens que salió posteriormente de África; pero que más tarde se perdieron completamente en la población de sapiens que permaneció en África. Así se podrían explicar los datos genómicos de los humanos actuales y los restos neandertales. Los autores consideran esta última opción más rebuscada y menos probable; pero habrá que esperar a más datos genómicos para poder estar completamente seguros.(15) Previsiblemente, la espera no será demasiado larga…

Es posible que algún día podamos estudiar con más detalle las relaciones genéticas entre los neandertales y nosotros, y así responder a preguntas más sofisticadas, como: ¿hubo un sólo cruzamiento entre las dos especies en Oriente Medio, o se produjeron más cruces en diversos lugares? Curiosamente, esta historia basada en la comparación de nuestro genoma nuclear y el neandertal había sido ya entrevista en un estudio independiente presentado días antes en un congreso científico (17 de abril). Este estudio se basa simplemente en el análisis de genomas humanos modernos (unos 2.000 de un total de 99 poblaciones de África, Europa, Asia, Oceanía y América). Su estudio detallado lleva a la conclusión de que al menos hubo dos cruzamientos con los neandertales (uno hace unos 60.000 años en el Mediterráneo oriental, y otro hace unos 45.000 años en el lejano Oriente) que no se evidencian en la población africana actual.(16) Otros estudios más antiguos, de genomas humanos modernos, sugerían ya una pequeña contribución del neandertal a nuestro patrimonio genético.(17) De cara al futuro, queda pendiente otro tema muy interesante. Lo que se ha identificado ahora son unas similitudes genéticas con el neandertal en ciertas regiones del genoma; pero todavía no se sabe la función de todas estas regiones. Su estudio futuro permitirá conocer mejor las bases genéticas de las diferencias entre ambas especies, y, posiblemente, la genética de nuestras características distintivas.

Bueno, hasta aquí los datos. Y ahora, ¿qué podemos pensar de todo esto? Desde un punto de vista biológico, lo primero que se plantea es hasta qué punto los neandertales fueron una especie diferente a la nuestra, o representan un grado de variación alto dentro de una misma especie humana. Aunque puede haber algunas excepciones, la definición tradicional de dos especies diferentes consiste en dos poblaciones que pueden reproducirse cada una entre sus propios miembros, pero no entre miembros de ambas especies. Si nuestros antepasados y los neandertales fueron capaces de dar una descendencia híbrida, está claro que no eran dos especies diferentes en ese sentido tradicional. Se trata de dos ramas derivadas de un antepasado común; pero que nunca se separaron tanto como para formar dos especies humanas distintas (de hecho, a veces se ha considerado al neandertal como subespecie: Homo sapiens neanderthalensis). Una de esas ramas se extinguió, mientras que la otra ha poblado todo el planeta, eso sí, sufriendo también sus propias ramificaciones. Y esas ramificaciones existían ya antes de que nuestros antepasados emigraran de África (y ahí la variabilidad entre los africanos). Tras abandonar África por el Oriente Medio, nuestros antepasados directos se mezclaron con los neandertales antes de dispersarse para dar lugar a los europeos y asiáticos modernos, y de los asiáticos a los pobladores de Oceanía y América, apareciendo así las “razas” modernas.(18) Sin embargo, como hemos mencionado, hay más diversidad genética entre diversos grupos africanos que entre africanos y europeos o asiáticos (el color de la piel es aquí algo literalmente “superficial”). Estos datos genéticos han llevado hace años a muchos científicos a afirmar que el concepto tradicional de “raza” carece de base biológica, es más una invención socio-cultural (algo previsible, porque aunque un pigmeo y un etíope sean ambos “negros”, sus diferencias biológicas son claras). Desde el punto de vista biológico, el que neandertales y humanos actuales pertenezcan a una misma especie no resulta sorprendente.(19) De hecho, la especie humana actual tiene una gran homogeneidad genética (a pesar de su diversidad) en comparación con otras especies de seres vivos en las que se pueden encontrar individuos que, sin salirse de la especie, tienen una mayor diversidad, tanto genética como en su aspecto externo, hasta dificultar mucho su clasificación conjunta en base a ese aspecto exterior.

Pero, ¿qué puede pensarse desde un punto de vista cristiano? Soy consciente que toda esta historia resultará chocante para quienes quieren calzar toda la prehistoria de la humanidad en Gén. 1-11. Pero esto sólo muestra su dificultad (que puedo entender) para leer esos textos de una forma teológicamente relevante, y que no tenga que pasar por un empeño “historicista”, algo que hace ya varios siglos que viene siendo claro. Especialmente cuanto hay otra manera de leer el Génesis que, sin perder de vista su mensaje teológico, está abierta al estudio de la creación de Dios que Él pone ante nuestros ojos.(20) Hubo un tiempo en que se pretendía extraer toda la antropología del Génesis (al igual que la astronomía, la historia o cualquier rama del saber), y así nuestro continente se concebía como una porción de un círculo dividido en tres regiones: Asia, África y Europa, cada una correspondiente a un hijo de Noé: Sem, Cam y Jafet, del que sus pobladores habían descendido. Es muy posible que esta imagen del mundo no fuera sólo la de Agustín de Hipona o Isidoro de Sevilla, y que ciertamente los autores del Antiguo y Nuevo Testamento vieran su mundo de la misma manera. Pero esa visión de las cosas saltó por los aires ya en 1492 (no sin que algunos obispos mirasen a Colón de reojo acusándole de herejía, ¡lo que no impidió que otros con menos prejuicios le apoyasen!).(21) Los cristianos hoy no deberíamos preocuparnos lo más mínimo por intentar continuar con un ejercicio que caducó hace 500 años. Enfocados desde este punto de vista, los nuevos descubrimientos sobre los neandertales no suponen ningún problema. Resulta interesante leer aquí la respuesta de uno de los investigadores que ha estado detrás de los recientes datos genómicos del neandertal, Antonio Rosas (director de las investigaciones paleontológicas en la cueva asturiana de El Sidrón), a la pregunta “¿Como científico qué opina de la existencia de Dios?”:
“Creo que la existencia o no de Dios es una cuestión totalmente individual. Buena parte de la comunidad científica tiende a ser agnóstica y centra su interés en conocer el mundo a través de la observación y de la experimentación. Queda en el terreno de lo íntimo la creencia en un ser superior.”(22)

Estos, y otros descubrimientos que han sido realizados recientemente, y que seguirán apareciendo en los próximos años, lo único que apuntan es a que el carácter “humano” es algo más antiguo en nuestro linaje que lo que se pensaba, y que en todo ese tiempo han aparecido nuevas y diversas poblaciones dentro de nuestra especie, y unas han dejado más huella que otras en la humanidad actual. Igualmente, hoy en día, hay tribus humanas que están desapareciendo, mientras que otros están en expansión y se extienden por el planeta. Durante un tiempo se pensó que dos poblaciones humanas (neandertales y sapiens) se separaron hasta el punto de constituir especies diferentes. Ahora parece que no llegaron a separarse tanto como para no poder volver a mezclarse. En cualquier caso, debemos tener nuestra mente abierta, porque esto no es más que el principio, y más descubrimientos sorprendentes nos esperan.

Este mismo año, en abril, se ha dado a conocer al llamado “Hombre de Denisova”, por la cueva de Siberia donde se ha encontrado un hueso de un dedo, cuyo ADN mitocondrial difiere del sapiens y neandertal, sugiriendo que se trata de una nueva “especie” que se habría separado de esas dos especies hace un millón de años, saliendo posteriormente de África (posiblemente antes que apareciesen los neandertales). Al mismo tiempo, parece que este ser convivió con sapiens y neandertales, pues ese dedo se ha datado en 30.000-50.000 años (aunque hay quien considera que pueda ser algo más antiguo).(23) Para intentar confirmar que se trata de una nueva especie, el mismo grupo está ya trabajando en la secuenciación del ADN nuclear, que ahora se podrá comparar tanto con el de sapiens como el de neandertal. Otro descubrimiento reciente fue el hallazgo, en 2003, en una isla de Indonesia, de los restos del “Hombre de Flores” (conocido como “hobbit”, por su pequeña estatura), que sobrevivió hasta hace sólo unos 17.000 años, y cuya divergencia de nosotros dataría de mucho antes de la aparición del neandertal y del “Hombre de Denisova”.(24) ¿Estamos ahí realmente ante una nueva especie? ¿Qué cultura tenían estos individuos? ¿Eran “humanos”?

Sean cuales sean las respuestas a esas intrigantes preguntas, hemos de tener en cuenta que las capacidades racional, relacional, e incluso espiritual, del ser humano surgen de nuestra biología (con una base neuronal) y que, por lo tanto, tienen una historia biológica (evolutiva). Pero, al mismo tiempo, es fundamental resaltar que el contenido de la fe cristiana no se encuentra ahí, sino en eventos concretos de la historia humana (especialmente la vida/muerte/resurrección de Jesús). Es por ello por lo que la fe cristiana transciende la historia evolutiva de la especie humana, y es independiente de los caminos más o menos complejos por los que hayamos podido llegar hasta aquí(25).

Autor: Pablo de Felipe es doctor en Bioquímica, investigador, escritor y profesor de Ciencia y Fe en el Seminario SEUT


(1) W. Miller y col. (2008). Sequencing the nuclear genome of the extinct woolly mammoth. Nature 456:387-390.
(2) Véase http://www.protestantedigital.com/new/nowleernoticiaDom.php?n=11183.
(3) Los primeros restos fueron hallados en 1829 y 1848; pero no fueron reconocidos como restos humanos prehistóricos. Los primeros en ser reconocidos como tales fueron los descubiertos en el valle alemán de Neander en 1856 (http://es.wikipedia.org/wiki/Homo_neanderthalensis).
(4) Artículos populares sobre este reciente proceso son: Malén Aznárez (13/08/2008). NEANDERTALES: Más cerca de nosotros. El País Semanal, disponible en:
http://www.elpais.com/articulo/portada/cerca/elpepusoceps/20080413elpepspor_8/Tes.
Véase también: Daniel Mediavilla (15/01/2010). Neandertales cada vez más humanos. Público, disponible en:
http://www.publico.es/ciencias/285701/neandertales/vez/humanos/hombre/neandertal.
(5) Se trata de un gen implicado en la capacidad para hablar en el ser humano. La versión neandertal fue publicada por J. Krause y col. (2007). The derived FOXP2 variant of modern humans was shared with Neandertals. Current Biology 17:1908-1912. Véase comentario de E.Trinkaus (2007). Human Evolution: Neandertal gene speaks out. Current Biology 17:R917-9. Véase también: J. Whitfield (2008). Evolución. El gen del ‘lenguaje’, FOXP2, parece esencial para la vocalización animal. Investigación y Ciencia 379:10-11. Otro comentario sobre este tema está disponible en: http://biolinguistica.wordpress.com/2009/02/09/neandertal/.
(6) J. Vallverdú y col. (2010). Sleeping Activity Area within the Site Structure of Archaic Human Groups. Evidence from Abric Romaní Level N Combustion Activity Areas. Current Anthropology 51:137-145. Véase noticia en:
http://www.madrimasd.org/noticias/Asi-era-dormitorio-neandertal/42712.
(7) J. Zilhão y col. (2010). Symbolic use of marine shells and mineral pigments by Iberian Neandertals. Proc. Natl. Acad. Sci. U.S.A. 107:1023-8. Véase noticia en:
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/01/09/ciencia/1263063744.html.
(8) Los descubrimientos de Atapuerca han llevado a sugerir que el origen de los neandertales estuvo en la Península Ibérica: J. L. Bischoff y col. (2006). High-resolution U-series dates from the Sima de los Huesos hominids yields 600þN 66 kyrs: implications for the evolution of the early Neanderthal lineage. Journal of Archaeological Science 34:763-770; Véase comentario en:
http://neanderthalis.blogspot.com/2006/11/noti-neandertales-podran-tener-su.html.
(9) Los últimos neandertales podrían haber vivido también en la Península Ibérica: C. Finlayson y col. (2006). Late survival of Neanderthals at the southernmost extreme of Europe. Nature 443:850-853. Véanse noticias en: http://neanderthalis.blogspot.com/2006/09/noti-el-ltimo-refugio-del-neandertal.html, http://www.madrimasd.org/informacionIDI/noticias/noticia.asp?id=38027 y http://www.madrimasd.org/informacionIdi/analisis/analisis/analisis.asp? id=39314&tipo=g.
(10) Al parecer, la población de neandertales se reducía a unos pocos miles con poca diversidad genética entre ellos; véase la noticia en:
http://www.madrimasd.org/informacionIDI/noticias/noticia.asp?id=40141.
(11) K. Wong (2009). La extinción de los neandertales. Investigación y Ciencia 397:16-21.
(12) La primera secuenciación mitocondrial de restos neandertales se publicó en M. Krings y col. (1997). Neandertal DNA Sequences and the Origin of Modern Humans. Cell 90:19-30. Más datos fueron publicados por I. V. Ovchinnikov y col. (2000). Molecular analysis of Neanderthal DNA from the northern Caucasus. Nature 404:490-493. D. Serre y col. (2004). No evidence of Neandertal mtDNA contribution to early modern humans. PLoS Biology 2:E57. Secuencias mitocondriales de diversos lugares fueron publicadas en 2006: L. Orlando y col. (2006). Revisiting Neandertal diversity with a 100,000 year old mtDNA sequence. Current Biology 16:R400-R402. C. Lalueza-Fox C y col. (2006). Mitochondrial DNA of an Iberian Neandertal suggests a population affinity with other European Neandertals. Current Biology 16:R629-R630. D. Caramelli y col. (2006). A highly divergent mtDNA sequence in a Neandertal individual from Italy. Current Biology 16:R630-R632. El genoma mitocondrial neandertal fue completado por R. E. Green y col. (2008). A Complete Neandertal Mitochondrial Genome Sequence Determined by High-Throughput Sequencing Cell 134:416-426. Cinco genomas mitocondriales neandertales fueron publicados por A. W. Briggs y col. (2009). Targeted retrieval and analysis of five Neandertal mtDNA genomes. Science 325:318-321.
(13) R. E. Green y col. (2010). A Draft Sequence of the Neandertal Genome. Science 328:710-722; disponible en: http://www.sciencemag.org/cgi/content/full/328/5979/710.
Información adicional en: http://www.sciencemag.org/special/neandertal/feature/index.html y http://www.nature.com/news/2010/100506/full/news.2010.225.html.
Previamente se habían publicado ya algunas secuencias genómicas nucleares: J. P. Noonan et al. (2006). Sequencing and analysis of Neanderthal genomic DNA. Science 314:1113-1118. R. E. Green et al. (2006). Analysis of one million base pairs of Neanderthal DNA. Nature 444:330-336, aunque parcialmente contaminadas con ADN moderno (en particular la última), lo que ha llevado a un refinamiento de la teconología.
(14) En efecto, el investigador portugués Joao Zilhão, que junto a otros investigadores lleva más de una década defendiendo la similitud entre neandertales y sapiens, aseguraba hace unos días: “Los huesos y la tecnología ya nos decían que ambas especies hibridaron, y ahora la genética nos lo confirma.” R. M. Tristán (07/05/2010). El genoma del neandertal desata la polémica sobre la evolución. El Mundo; disponible en:
http://www.elmundo.es/elmundo/2010/05/07/ciencia/1273228998.html.
Algunos resultados recientes de este grupo pueden encontrarse en: J. Zilhão y col. (2010). Pego do Diabo (Loures, Portugal): Dating the Emergence of Anatomical Modernity in Westernmost Eurasia PLoS One 5:e8880, disponible en: http://www.plosone.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pone.0008880.
(15) Este punto es resaltado por el investigador C. Finlayson (2010). To mate, or not to mate: The Neanderthal question. BBC, disponible en:
http://news.bbc.co.uk/2/hi/science/nature/8674068.stm.
(16) R. Dalton (20/04/2010). Neanderthals may have interbred with humans. Nature online, disponible en: http://www.nature.com/news/2010/100420/full/news.2010.194.html.
La similitud con el estudio genético publicado pocos días es tan grande, que Jeffrey Long, el investigador que ha liderado el análisis de los 2000 genomas comentó: “They found exactly what we saw in our study” (“Han encontrado exactamente lo que vimos en nuestro estudio”).
(17) Inicialmente se desestimó la influencia genética neandertal en el genoma de los humanos actuales: M. Currat y L. Excoffier (2004). Modern humans did not admix with Neanderthals during their range expansion into Europe. PLoS Biol. 2:e421, disponible en:
http://www.plosbiology.org/article/info%3Adoi%2F10.1371%2Fjournal.pbio.0020421.
Sin embargo, nuevos estudios genéticos de la poblaciones actuales fueron haciendo cambiar el panorama: V. Plagnol y J. D. Wall (2006). Possible Ancestral Structure in Human Populations. PLoS Genet 2:e105. doi:10.1371/journal.pgen.0020105, disponible en:
http://www.plosgenetics.org/article/info:doi/10.1371/journal.pgen.0020105.
P. D. Evans y col. (2006). Evidence that the adaptive allele of the brain size gene microcephalin introgressed into Homo sapiens from an archaic Homo lineage. Proc. Natl. Acad. Sci. U.S.A. 103:18178-18183, disponible en:
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1635020/pdf/zpq18178.pdf. J. D. Wall y M. F. Hammer (2006). Archaic admixture in the human genome. Curr. Opin. Genet. Dev. 16:606-610, disponible en:
http://www.sciencedirect.com/science?_ob=ArticleURL&_udi=B6VS0-4M21SWT-1 &_user=10&_coverDate=122F312F2006&_rdoc=1&_fmt=high&_orig=search&_sort=d &_docanchor=&view=c&_acct=C000050221&_version=1&_urlVersion=0&_userid=10 &md5=9584c98659894c378eae8bfdae4068d0. J. D. Wall y col. (2009).
Detecting ancient admixture and estimating demographic parameters in multiple human populations. Mol. Biol. Evol. 26:1823-1827, disponible en:
http://mbe.oxfordjournals.org/cgi/content/abstract/26/8/1823. Véase comentario en: http://neanderthalis.blogspot.com/2006/08/noticia-neandertales-en-nuestros- genes.html.
(18) Un detalle adicional interesante, recientemente expuesto, es que los pobladores actuales de Europa Occidental (nosotros) no descendemos directamente de esa población de sapiens que llegaron aquí hace unos 40.000 años y “compitieron” con los neandertales, sino que en nuestro acervo genético se detecta la influencia de una última migración desde Oriente medio, hace unos 10.000 años, que fue la que trajo la agricultura a Occidente (los investigadores tienen opiniones diferentes, aunque no necesariamente incompatibles, sobre el peso de cada una de estas dos poblaciones en nuestro genoma, para más detalles se puede ver la interesante discusión en http://foroterraeantiqvae.ning.com/group/prehistoria/forum/topics/los-hombres- europeos? commentId=20437823AComment3A65257&xg_source=activity&groupId=2043782%3AGroup%3A34).
(19) El parentesco con los neandertales que, hace pocos años, habría sido considerado como un insulto, parece haberse convertido ahora en algo fascinante… ¡Incluso existe un grupo en Factbook para aquellos que se encuentran encantados con su “pasado neandertal”:
http://www.facebook.com/home.php?#!/group.php?gid=117019581665022.
(20) He expuesto algunas ideas de este enfoque alternativo en varios artículos y conferencias disponibles en la red. Carta “sobre el debate de los orígenes”. Alétheia 14(1998):62-64, disponible en:
http://centroseut.org/cienciayfe/Carta_sobre_origenes.htm.
“Ciencia y fe”. Conferencia para Delirante en 2007, disponible en:
http://www.delirante.org/pdfs/delirante.org-ciencia%20y%20fe.pdf.
“El Diseño Inteligente y las alternativas apologéticas en las ciencias”. Conferencia en el Foro de Apologética 2008, Protestante Digital 252, disponible en:
http://www.protestantedigital.com/new/nowleernoticiaDom.php?n=11355.
(21) Según relató un testigo presencial, Alejandro Geraldini, amigo de Colón, y que llegaría a ser el primer obispo católico en América (Santo Domingo).
(22) Encuentro digital con Antonio Rosas (07/05/2010). El Mundo, disponible en:
http://www.elmundo.es/encuentros/invitados/2010/05/4179/.
(23) J. Krause y col. (2010). The complete mitochondrial DNA genome of an unknown hominin from southern Siberia. Nature 464:894-897; disponible en:
http://www.nature.com/nature/journal/v464/n7290/full/nature08976.html.
Véanse comentarios en:
http://www.nature.com/news/2010/100324/full/464472a.html y
http://www.the- scientist.com/blog/print/57254.
(24) Ha habido una gran polémica sobre el Homo floresiensis, incluso negándose que se tratara una nueva especie, pues para algunos sería sólo una persona moderna enana con alguna enfermedad rara. Para una visión reciente del estado del debate, véase
http://www.madrimasd.org/informacionidi/noticias/noticia.asp?id=41265, donde se indica que se va confirmando la sospecha inicial de su conexión con el Homo erectus, que salió de África hace 1,8 millones de años, sugiriéndose ahora que el Homo floresiensis podría ser una versión enana más antigua, la primera especie de Homo conocida que habría salido de África. Sería interesante secuenciar su ADN, si se consiguiera, estoy seguro que el resultado sería fascinante...
(25) Para profundizar más en estos temas, y en especial en el concepto de “imagen de Dios”, puede consultarse el libro recientemente publicado de los catedráticos de psicología cristianos Malcolm Jeeves (a quien entrevistamos en el artículo anterior) y Warren S. Brown: Neurociencia, psicología y religión. Editorial Verbo Divino, 2010. También es relevante el artículo del profesor Graeme Finlay: Human genomics and the Image of God, disponible en:
http://www.st-edmunds.cam.ac.uk/faraday/resources/Faraday%20Papers/Faraday%20Paper%2014%Finlay_EN.pdf.

 

 


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COMENTARIOS

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Gzlezama
07/10/2011
17:14 h
1
 
un basa de datos donde pueda obtener la secuencia ??
 



 
 
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