Aunque hay pocos datos del origen de los arameos, sabemos que se extendieron desde el Este del río Tigris hasta Levante, y a partir del siglo X se consolidaron en pequeños reinos, entre ellos Sobá, Hamat y Damasco, en la región de Siria. Este último se caracterizó por sus constantes enfrentamientos con el reino de Israel.
La Biblia menciona la victoria del rey David sobre una coalición de reinos arameos encabezada por el rey de Sobá, Hadad-ézer (
2 Samuel 8:3-8, 10:18-19). También informa de la creación del reino de Aram-Damasco por
Rezón, un príncipe vasallo de Hadad-ézer que, tras revelarse contra él, le arrebató Damasco nombrándose rey (
1 Reyes 11:23-24).
A la muerte de Salomón y después de la incursión del faraón Sheshonq (Sisac) en Palestina, los reinos de Israel y Judá, debilitados y enfrentados en continuas disputas, dieron la oportunidad al rey
Ben Hadad-I de Damasco, para que invadiera el norte de Israel, aprovechando la ayuda que le solicito el rey Asá de Judá (
1 Reyes 15:16-20).
Tenemos referencias arqueológicas del rey Ben Hadad-I en la “Estela de Melqart”, hallada en Bredsh, un pueblo al norte de Alepo, en Siria. La estela votiva dirigida al dios Melqart, tiene una inscripción en arameo cuya traducción por W.F.Albright es: “
El monumento que Bar-Hadad, hijo de Tab-Rimón, hijo de Hadyan, rey de Siria, creado para su señor, Melqart. Prometió (éste) a él, y escuchaba su voz”. Cabe señalar que la estela también corrobora otros dos reyes sirios indicados en la Biblia,
Tabrimón y
Hezión.
Un registro excepcional de la interrelación de los reinos de Israel y Damasco se encuentra en el llamado monolito de Kurkh, que fue descubierto por J.E. Taylor, cerca de Diyarbekir, junto al río Tigris.
Se trata de una estela del rey asirio Salmanasar III, que describe la campaña militar realizada hacia occidente en el sexto año de su reinado (853 aC). A la expedición asiria le presentaron resistencia en Qarqar, capital del reino de Hamat, una coalición de 12 reyes liderado por Adad-idri de Damasco, (Hadad-ézer en hebreo, con seguridad
Ben Hadad-II de
1 Reyes 20 y 22) con la participación del rey Acab de Israel. Aunque Salmanasar se atribuye la victoria, parece que termino en tablas, pues durante varios años se detuvo el avance asirio hacia el Mediterráneo.
Texto de la inscripción: ANET 278-9 J.B. Pritchard
“...incendié QarQar, su ciudad real. 1.200 carros, 1.200 soldados de caballería, 20.000 soldados de Adad-idri (Hadad-ezer) del país de Imerishu (Aram), 700 carros, 700 soldados de caballería, 10.000 soldados de Irhuleni de Hamat, 2.000 carros, 10.000 soldados de Acab del país de Israel...”
Resulta interesante resaltar, que aunque este acontecimiento no está narrado en la Biblia, si está de acuerdo con el marco histórico de los personajes que describe, como son los reyes de Israel y Damasco, que, enfrentados en numerosas ocasiones como muestra el libro de
1 Reyes 20 y 22, se unen ante el peligro común del revitalizado imperio neoasirio, aunque en posteriores disputas, el propio rey de Israel Acab, llega a morir en el campo de batalla combatiendo contra Ben Hadad-II, al intentar recuperar la localidad de Ramot de Galaad situada en la zona transjordana en poder del rey sirio.
Otro de los reyes importantes del reino arameo de Damasco es Hazael. Mencionado en el texto bíblico en numerosas ocasiones, por sus continuas acciones bélicas contra Israel y también contra Judá. Fue un usurpador del trono sirio, asesinando al rey Ben Hadad-II, como atestigua el libro de
2 Reyes 8:15 y posiblemente por ello, los textos asirios lo nombran como “hijo de nadie”.
Se han localizados diversas inscripciones con el nombre de Hazael en textos asirios y arameos. Entre ellas están las decoraciones de marfil halladas en Arslan Tash al norte de Siria, así como en los enclaves griegos del santuario Hereo de Samos y el templo de Apolo en Eretria, en la isla de Eubea, y más recientemente la descubierta en 2003, en Tell Afis al suroeste de Alepo, en las ruinas del templo de la Acrópolis.
Una evidencia de la destrucción de Gat seguramente por Hazael, y de acuerdo con el texto bíblico de 2 Reyes 12:17, es la hallada en Tell es Safi. En el nivel de excavación correspondiente al datado a finales del siglo IX aC por el profesor M. Aren Maeir de la Universidad de Bar-Ilán, se encontró cientos de vasijas de cerámica, junto con diferentes objetos y restos de una ciudad arrasada por el fuego. También, mediante fotografía aérea se detectó un sistema de asalto usado para impedir escapar de la ciudad sitiada, similar a la descrita en la estela aramea de Zakur. Consiste en un foso de dos kilómetros de largo, ocho metros de ancho y más de cinco de profundidad, rodeando la ciudad por tres lados. Es significativo destacar según las pruebas encontradas en el yacimiento de esta ciudad filistea destruida, que los datos aportados por la Biblia, además de ser ciertos, utiliza una fuente histórica muy antigua, ya que los textos asirios de siglos posteriores no citan la ciudad, ni tampoco lo hace después la propia Biblia.
La inscripción aramea más importante con relación al texto bíblico es la descubierta en 1993, al norte de Galilea. Se trata de parte de una estela hallada en las excavaciones de Tell Dan, que era dirigida por el arqueólogo Avraham Biran del Hebrew Union College en Jerusalén. En ella el paleógrafo Joseph Naveh recuperaba el texto de 13 líneas y, aunque su autor no se menciona en los trozos de estela, sí hace referencia a la invasión de Israel por un rey arameo. La inscripción parece estar relacionada con la narración bíblica de
2 Reyes 8:28-29, donde, con un mínimo de error, se puede identificar a Hazael rey de Damasco sobre el 850 AC, ufanándose de vencer y dar muerte a los reyes Joram de Israel y Ocozías de Judá. Si bien sabemos por la narración bíblica, que fue Jehú quien dio muerte a ambos reyes, si podemos pensar que para Hazael, la sublevación de Jehú es interpretada como parte de su estrategia e instrumento suyo. En este periodo el rey arameo conquistó las ciudades del norte de Israel, entre ellas Dan donde erigió esta estela conmemorativa de su victoria.
La estela presenta además un testimonio epigráfico del rey David, cuya octava línea dice “rey de Israel”
y en la novena
“casa de David”. La traducción por Mario Liverani de la línea 3 a la 10 dice
: “ (cuando) mi padre enfermó y se fue con los suyos [sus antepasados], el rey de Israel vino ante la tierra de mi padre. Pero Hadad me hizo rey y Hadad vino ante mí y yo partí de los siete... de mi reino, y yo maté a set[enta re]yes que habían uncido mi[les de ca]rros y miles de caballos.[Y yo maté a Jeho]ram, hijo de [Acab], rey de Israel, y yo maté a [Ahaz]yahu(*), hijo [de Jehoram, r]ey de la casa de David. Y yo dejé [sus ciudades en la ruina y] su tierra inmersa en la [desolación...]”
Continuará.
(*) Ocozías
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