La reunión fue citada y desarrollada secretamente. Se conoció de su realización mediante comunicaciones verbales, ya que los convocantes sabían que sus perseguidores andaban tras ellos. Pocas semanas antes había tenido lugar la ejecución, por ahogamiento, de uno de los primeros líderes de los “Hermanos suizos”, Félix Manz. Por lo tanto había que andarse con cuidado y dar pasos sigilosos para asistir a la reunión en la que se discutiría el rumbo del movimiento.
Antes de referirnos a la reunión de Schleitheim, y la Confesión resultante en ella, debemos ocuparnos del personaje que encabezó los esfuerzos por darle identidad y cohesión a las células anabautistas. Se trata de
Miguel Sattler, nacido alrededor de 1490, en Stauffen, cerca de Friburgo, en Alemania. Estudia en la Universidad de Friburgo, y después alcanza el puesto de prior en el monasterio benedictino de San Pedro, en el Bosque Negro al noroeste de Friburgo.
Dominaba el latín, hebreo y griego. Su estudio de las epístolas paulinas le lleva a comparar la fe neotestamentaria con la realidad decadente de la vida monacal. A lo anterior debemos agregar que Sattler, con seguridad, tenía algún conocimiento de la convulsión teológica y social desatada por el enfrentamiento de Martín Lutero con la Iglesia católica.
No se tienen datos de su “camino hacia la fe evangélica”, como dice John Howard Yoder. Pero sí conocemos que abandona el monasterio el 12 de mayo de 1525, el mismo día que la revuelta desatada por los campesinos toma el lugar. Se refugia en casa de un campesino anabautista de Oberglatt (poblado cercano a la frontera suiza), donde aprende el oficio de tejedor. Después de abandonar el monasterio, sin que podamos precisar fecha alguna, contrae matrimonio con Margaretha, ex beguina. Las beguinas eran mujeres piadosas que llevaban vida en común, para cultivarse espiritualmente y servir a los enfermos.
Es muy probable que Miguel Sattler haya sido bautizado por Wilhelm Reublin, integrante del núcleo de Zurich liderado por Conrado Grebel y Félix Manz. Hay evidencias de que Reublin, como pastor en Wytikon (cerca de Zurich), fue el primero en predicar contra el bautismo de infantes, lo hizo tiempo antes de los bautizos del 21 de enero de 1525 efectuados en casa de Manz. Contribuye en la formación anabautista de Sattler que tuvo contacto cercano con Grebel, Manz y Blaurock. De los tres personajes nos hemos ocupado en anteriores artículos de esta serie.
Ya de lleno comprometido con la causa anabautista encontramos a Sattler enseñando y predicando en el verano de 1526, en los mismo poblados suizos donde antes los campesinos se habían alzado en armas. Se traslada a Estrasburgo, y en la cercana ciudad de Lahr ejerce la enseñanza y bautiza a los creyentes. Tiene conversaciones con los teólogos y líderes de la Reforma de Estrasburgo, Martín Bucero y Wofgang Capito, y solicita que sean liberados los anabautistas presos. En carta dirigida a Bucero y Capito, Sattler defiende la idea de los dos reinos, por un lado el del señorío de Cristo (al que están sujetos quienes le siguen como Salvador y Señor); y por el otro el del dominio de Satán, el mundo que sigue valores distintos a los del Cordero (texto de la misiva en John Howard Yoder,
The Legacy of Michael Sattler).
Miguel Sattler por propia voluntad sale de Estrasburgo y, por invitación de Wilhelm Reublin, se dedica a ministrar al norte de Rottenburgo, en Horb, Alemania. Además de predicar, organizar las células anabautistas en casas; Sattler invierte tiempo en escribir materiales para la edificación e instrucción de los nuevos creyentes e integrantes que deben continuar reuniéndose en hogares, campos lejanos de los poblados, caminos y otros sitios libres de la vigilancia de las autoridades religiosas y políticas.
Tras el asesinato de Félix Manz en los primeros días de 1527, es claro que los perseguidos deben hacer algo para darle cierta seguridad a la continuidad de su movimiento. Es entonces cuando Sattler anima a la organización de una asamblea en Schleitheim, a la que llegan enviados de distintos círculos anabautistas suizos y del sur de Alemania. La reunión tiene lugar y resulta en un documento fechado el 24 de febrero, conocido después como la Confesión de Schleitheim.
La misma, así lo establece John H. Yoder, “debe reconocerse como el momento cuando esta hermandad visible y diferente alcanzó la mayoría de edad y asumió una responsabilidad de largo alcance en cuanto a su orden y fe”. No es un documento acabado en cuanto a teología y doctrina se refiere, sino un “punto de cristalización” (como sostiene Arnold Snyder, en
Anabaptist History and Theology. An Introduction) acerca de las comunidades de fe y su diferenciación del mundo
También, como escribe J. Denny Weaver (
Becoming Anabaptist. The Origin and Significance of Sixteenth-Century Anabaptism), los siete artículos de la
Confesión representan “la primera articulación de la
Iglesia libre, la idea de una Iglesia de creyentes independiente de la Iglesia establecida y de las autoridades civiles”.
Del contenido del documento nos ocuparemos en nuestro próximo artículo.
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