Representatividades

Es muy típico entre nosotros aquello de «quítate tú para ponerme yo» lo que se conoce también como el «jalonazo de chaqueta». ¿O no ha escuchado alguna vez un diálogo como este?: «¿Y qué es de fulano? ¿Todavía sigue al frente de…?» «¡No! ¡Ya no!» «¿Ya no? ¿Y qué pasó?» «Bueno… tú sabes». «¡No me digas que en su lugar…!» «¡Exactamente!» «Se veía venir. Jalón de chaqueta y cataplum». «¡Sip!»

Un día de estos, apareció publicada en un muy apreciado medio de alcance internacional una nota con foto en la que se veía a algunos dirigentes de la iglesia evangélica costarricense felices y contentos con los resultados de las elecciones del día 7 de febrero. El medio tiene el derecho legal de hacer la publicación. Y las personas que aparecen festejando también tienen el derecho de disfrutar del triunfo. Lo que resulta un poco más complicado es determinar si éticamente y por cuestión de simple caridad cristiana equilibrada por el amor y el respeto al prójimo el medio tiene el derecho de hacer lo que hizo, sin detenerse a pensar en que quizás no todos los evangélicos costarricenses estén tan contentos. Y los celebrantes, el de arrogarse, consciente o inconscientemente, la representatividad de una multitud bastante heterogénea en materia política y eleccionaria y sugerir que la alegría es general lo cual, evidentemente, no es así.

En Costa Rica ha habido una larga lucha en la que no dejan de participar, por ambos lados, fuerzas cristianas; contienda que hasta hace poco se centró en la aceptación o el rechazo del TLC, tratado de libre comercio. La pugna se definió a favor de uno de los grupos cuyos integrantes reaccionaron felices en tanto que los otros, los perdedores tuvieron que tragarse la derrota, de la cual aun no se reponen.

¡No hay, pues, señor director, alegría generalizada después de las elecciones del 7 de febrero en Costa Rica. Lo que hay es un segmento importante de la población evangélica que no se siente interpretada por esa nota y esa foto que su medio publicó!

Sin pretender referirnos a uno en específico, no hay duda que entre las prerrogativas con que los medios de comunicación cuentan está decir una verdad parcial (cuando no una mentira total) para que los lectores asuman que es la verdad absoluta. Por eso, cuando le pregunten para qué sirven los medios de comunicación ni se le ocurra contestar que para difundir noticias. Porque aunque lo hacen, esa quizás sea la tercera o cuarta prioridad. Primero está la defensa de las posturas ideológicas y/o religiosas; luego, las políticas; en tercer lugar, las económicas; en cuarto lugar, el sistema y los privilegios que les permite gozar a unos pocos y por allá por la cola está el difundir noticias. Y esto último casi siempre se hace aplicando previamente un filtro que elimina aquellas que van contra los intereses representados por el medio a la vez que abre de par en par sus páginas para que se expongan a sus anchas las que sustentan sus propias posturas.

No estamos diciendo que este “privilegio” sea solo exclusivo de las derechas (política, económica, social, religiosa). Es de todos. Solo que en Hispanoamérica y hasta diría en Occidente cuesta encontrar un medio que desafine. Todos cantan con la misma nota. Y aunque esto suene a bazofia indigestante, esos mismos medios se encargan de convencernos que nunca se había escuchado una canción tan melodiosa. Es como cuando a los restaurantes de los Estados Unidos se les ocurrió darnos a comer alas de pollo. Usaron los medios de comunicación para decirnos que no había manjar más sabroso y de un día para otro estábamos todos comiendo alas de pollo, las mismas alas que en nuestros países subdesarrollados tirábamos a la basura porque ni a los perros les abrían el apetito.

Eran otros tiempos sin duda, cuando la abuela, o la mamá o nosotros mismos criábamos nuestras propias gallinas en el patio de la casa. Y cuando para servirnos un par de huevos fritos en el desayuno bastaba que fuéramos al nido a retirar de entre los recién puestos los que apeteciéramos.

Pues, ya se nos ha mostrado que en Costa Rica todos los evangélicos están felices porque ahora no solo tenemos a un diputado de entre los nuestros (?) sino a tres. Bueno. No todos están contentos. Hay un pequeño segmento que no lo está porque, aparte de los felices líderes que aparecen en la foto mencionada sienten que esos tres no los representan o, por lo menos, no los consideran sus líderes legítimos.

Sería como decir que todos los evangélicos de Costa Rica simpatizan con Enlace lo cual, sin entrar a calificarlo, sabemos que no es así.

Aunque me mantengo estrechamente ligado con Costa Rica, por ahora no vivo allí de modo que me apresuro a reconocer que es posible que no tenga mucha base para decir lo que digo; por eso, prefiero transcribir algo de lo que el periodista Javier Solis, que sí es costarricense y vive allá, acaba de escribir en sus Provocaciones irreverentes refiriéndose a este fenómeno. Dice D. Javier: «Dentro de la contundente derrota de las fuerzas dispersas antineoliberales hay que contar con la elección de dos diputados pastores evangélicos, sin proyecto político ni posición de principios. Simples constructores de la iglesia de la prosperidad. Mercadean bendiciones divinas por dinero, como en tiempos de Lutero lo hacía el Papa mediante las indulgencias. ¡Y qué mejor instrumento para conseguir dinero, fama y poder que una diputación! Su patria es su secta pseudocristiana y su enriquecimiento personal. A su par actual lo sobornó el régimen de los hermanos Arias con noventa millones de colones. Doble derrota para los buscadores de justicia: política y religiosa. No lejos está otro partido que sacó cuatro diputados apelando a la conmiseración, pero sin tener la menor idea de lo que es legislar o gobernar. Todos ellos juntos representan el mundo de la magia».

En la sección que permite a los lectores emitir su opinión sobre lo que D. Javier escribe, éste incluye una nota diciendo que ha tenido que eliminar unos cuantos correos de personas que escriben ofensas y ataques personales. «He procedido a borrar el comentario firmado…» dice, «y el firmado… porque contienen descalificaciones e insultos, inclusive punibles. Este espacio quiere ser un espacio de debate libre, pero debate de análisis de hechos y de ideas. No para insultar o descalificar moralmente a los demás.

No se trata precisamente de estar de acuerdo conmigo, sino de una búsqueda colectiva de la verdad. Mis artículos parten de la información pública y de hechos públicos comprobables. Lamento que esta semana haya tenido que suprimir tres comentarios por la misma razón. Y si se repite el comportamiento lo volveré a hacer porque no quiero que la página se convierta en lugar de rencillas privadas, pasiones irracionales, rumores descalificadores, mentiras o calumnias y, además, anónimos, como estamos acostumbrados a que suceda en las campañas electorales o en otros espacios virtuales como algunos diarios digitales».

Cuando se escribe con el hígado y no con la cabeza es fácil caer en descalificaciones e insultos, inclusive punibles.

Refiriéndose a lo que escribe D. Javier (que en realidad es solo un segmento pues la parte gruesa de su artículo está dedicada a analizar una misa en la que, según se señala, la presidenta electa fue declarada hija predilecta de la Virgen) escribe mi amigo y mentor, el filósofo y biblista, Dr. Plutarco Bonilla: «Gracias Javier, por esta crítica que llega al corazón de los problemas que nos aquejan. Lo de los diputados de partidos evangélicos (¿evangélicos?), a los que habría que distinguir, creo yo, de los diputados evangélicos que han llegado a la Asamblea como candidatos de otros partidos, es una vergüenza, para el país y para las iglesias que de veras quieren ser evangélicas. Quienes se presentan como personas “de manos limpias”, han ensuciado sus manos aceptando sobornos y vendiendo sus votos. Y, de paso, han embarrado a otros… aunque sigan apareciendo en cierto canal de televisión como guías del pueblo evangélico. Es que nosotros, los evangélicos o protestantes, también tenemos nuestros mitos (fundamentados, para peor de males, en una insidiosa manipulación de textos bíblicos) y nuestras prácticas mágicas. Gracias de nuevo, Javier. Espero que continúes “iluminando el sendero de la vida” de quienes aprendemos de tu aguda crítica profética».

«Palabra fiel: Si alguno anhela representatividad, buena cosa desea; sin embargo, es necesario que sea irreprensible» (paráfrasis del autor de 1 Timoteo 3:1).
«María y Aarón hablaron contra Moisés… y dijeron: ¿Solamente por Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová. Y aquel varón Moisés era muy manso, más que todos los hombres que había sobre la tierra. Luego dijo Jehová a Moisés, a Aarón y a María: Salid vosotros tres al tabernáculo de reunión. Y salieron ellos tres. Entonces Jehová descendió en la columna de la nube, y se puso a la puerta del tabernáculo, y llamó a Aarón y a María; y salieron ambos. Y él les dijo: Oíd ahora mis palabras. Cuando haya entre vosotros profeta de Jehová, le apareceré en visión, en sueños hablaré con él. No así mi siervo Moisés, que es fiel en toda mi casa. Cara a cara hablaré con él, y claramente, y no por figuras; y verá la apariencia de Jehová. ¿Por qué, pues, no tuvisteis temor de hablar contra mi siervo Moisés?» (Números 12:1-8).

Después de esa confrontación ejemplar, Miriam fue víctima de una lepra generalizada que la aisló de la comunidad israelita durante siete días. Y no fue su agonía más prolongada gracias a que su hermano, «manso más que todos los hombres que había sobre la tierra» intercedió por ella ante Jehová Dios. Y su intercesión no solo fue oída sino atendida.

¿Necesitamos muestra de una representatividad más genuina y auténtica que la de Moisés, aunque «genuina» y «auténtica», de nuevo, sean sinónimos?