Después de haber bautizado a Cajakob, el ministerio de Conrado Grebel tuvo la breve duración de un año y ocho meses. Al otro día de la sencilla ceremonia en casa de Manz, Grebel se da a la tarea de predicar en Zurich y las cercanías la necesidad de la conversión a Cristo, testificar de esta decisión mediante el bautismo, y el seguimiento cotidiano a sus enseñanzas. Se dedica a estas tareas junto con Manz, y es en casa de éste donde tienen lugar las reuniones de estudio bíblico, bautizos y celebración de la Cena del Señor.
Grebel llega a convencerse del bautismo de creyentes, y no de infantes, mediante el tenaz estudio del Nuevo Testamento. Dado que su enfoque de la revelación de Dios era cristológico y cristocéntrico, Conrado afirma la supremacía del Nuevo Testamento sobre el Antiguo, ya que en aquel se encuentra la Palabra final de Dios, Jesucristo.
Normalmente los bautizos entre los “hermanos suizos” se realizaban con derramamiento de agua sobre la cabeza de la persona. Así hizo Grebel con Jorge Cajakob el 21 de enero de 1525. Le correspondió al mismo Conrado Grebel bautizar por primera vez mediante inmersión en febrero de ese año a un monje converso, Wolfgang Ulimann. El acto tuvo como escenario el río Rin, en la sección cercana a Schaffhausen. Grebel sumergió en las frías aguas a Ulimann, y después permaneció cerca de dos meses con la congregación de Schaffhausen para fortalecerla y hacer discípulos.
Debido a lo fructífero de las tareas evangelizadoras de Ulimann, el bautizado en el río Rin, Gabriel Giger y Lorenz Hochrutiner en San Gallen, se une a ellos para darle forma al trabajo Conrado Grebel. En Gallen se conforma una congregación muy receptiva. El 9 de abril, en el río Sitter, Grebel bautiza a un buen número de personas. En la etapa inicial de la obra anabautista en San Gallen son bautizados unos quinientos creyentes, varones y mujeres.
Aunque sabía de la animadversión contra él de Zwinglio y el Concejo de Zurich, Grebel regresa en abril a esa ciudad y visita discretamente a los hermanos. Evita aparecer en público, ya que es conciente de que si las autoridades eclesiásticas y políticas del lugar lo ubican su destino sería la cárcel. Para entonces la primera congregación anabautista surgida después de los bautizos del 21 de enero de 1525, la de Zollikon en las cercanías de Zurich, ya había padecido advertencias judiciales y encarcelamientos de algunos de sus integrantes.
Durante su ocultamiento en Zurich padece a causa de su frágil salud, mermada desde 1515-1518, cuando estudia en la Universidad de Viena. También se recrudece la falta de recursos económicos, de tal manera que Grebel se propone vender preciados libros de su biblioteca. Pero ni enfermedad, ni pobreza y tampoco las amenazas de ser encarcelado detienen a Conrado, quien toma la decisión de ir a predicar a Groningen. Entre finales de junio y el 8 de octubre, cuando es arrestado, Grebel se dedica a testificar a una o dos personas a la vez, enseña a pequeños grupos y visita en sus casas a los creyentes. Subraya la necesidad del arrepentimiento y la autoridad de las Escrituras para normar las creencias y conducta cotidiana.
En la redada del 8 de octubre, además de Grebel, es apresado Jorge Cajakob. Gracias a que logra escapar, Félix Manz no corre la misma suerte que sus dos hermanos en la fe. Pero solamente tarda tres semanas en acompañar a Grebel y Cajakob en la cárcel del castillo de Groningen, ya que entonces los captores no fallan. El trío es llevado a juicio el 18 de noviembre de 1525, y condenado por “su anabautismo y su conducta impropia, a permanecer en la torre con una dieta de pan y agua, y a nadie, excepto a los guardias, se le permitía visitarlos”.
Pronto les harían compañía otros anabautistas. A lo largo del gélido invierno los carceleros podían escuchar las oraciones, cánticos y predicaciones de los anabautistas presos, A pesar de las inclementes condiciones de la prisión, Grebel se dio a la tarea de escribir un trabajo prometido a los hermanos de Groningen acerca del bautismo. Conrado había afirmado antes de ser encarcelado que “si ellos [sus perseguidores] permitían que su escrito fuera impreso, él estaría dispuesto a discutir con el maestro Ulrico Zwinglio, y si el maestro Ulrico Zwinglio resultara vencedor, él, Conrado, estaría dispuesto a ser quemado; mientras que si él resultara vencedor no exigiría que Zwinglio fuera quemado”.
Tras cinco meses de encarcelamiento el osado Conrado Grebel solicita autorización para que su escrito sobre el bautismo fuera impreso. La petición, pero por supuesto, es rechazada después de haberse verificado un segundo juicio contra Grebel, Manz y Cajakob los días 5 y 6 de marzo de 1526. Todos reciben condena de cadena perpetua. Un nuevo mandato ordenaba castigar el acto de bautizar adultos con la pena de muerte. El 21 de marzo, con ayuda de simpatizantes y seguidores, los anabautistas presos escapan de la cárcel.
Bajo persecución Grebel y Manz se dirigen a otros cantones (Appenzell y Graubünden) para continuar con su ministerio itinerante. Cajakob toma otra dirección, pero igualmente insiste en predicar el Evangelio, bautizar creyentes, rechazar la unión Iglesia-Estado y en mantener una vida que reflejara la no violencia de Jesús. Más tarde Manz y Grebel se separan, éste se encamina a Maeienfield, en el Oberland, donde muere en agosto de 1528.
De los tres, Grebel es el único que tiene una muerte
natural. Por su frágil salud es presa fácil de la peste. Félix Manz es sentenciado por las autoridades protestantes de Zurich a morir ahogado (5 de enero de 1527). Jorge Cajakob es llevado por las autoridades católicas austriacas a la hoguera (6 de septiembre de 1529). De ambos nos ocuparemos en siguientes artículos de esta serie.
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