Breviario del sosiego/ 14

Leer y escribir es como cocinar y comer: se saborea porque da placer y porque alimenta.


¡Óyeme, hermano, bajo el caserón de tu dicha!: el dolor del otro es enseñanza que rasga sedas y, cuando el llanto, vuelca la luz del que no sufre. ¡Abre los oídos, despierta de tu sinsentido!


El poder por el poder debe ser cuestionado desde todos los frentes.


No levantes buenas excusas para una mala acción.


Muchos fanáticos aplacarían su intransigencia si supieran que el día siguiente les tocará estar al otro lado: Le Pen teniendo que emigrar sin papeles; Rouco Varela trabajando entre los que nada tienen en Haití; Chávez, Ted Haggard, Berlusconi.


Siempre que puedas, nada a contracorriente. Así nada te adormecerá.


Eres la única que tiene todo de mí: tu piel entiende mis susurros.


Las enseñanzas recibidas de mis padres aún me son útiles, y eso que ya rondo los cincuenta.


Aprende que el ser humano vale por su bondad. Cada uno debe exponer sus sueños o la mucha caridad que recibió de los humildes. Y, aunque tu razón se engorde de olvidos, asimila cada naufragio con las Tablas de la Ley. Aprende que cualquier día puede coagularse tu corazón.


No faltan burlas y sonrisas cuando adviertes que se están cremando los valores morales, todos.


¿Ver para leer? Sí. Coger un libro y no batirse en retirada. He ahí lo que se llamará “aventura de leer”.


Demandas la prontitud de los senos de la mujer amada; vas hacia ellos como si fueras buscador de pepitas de oro. Haces bien, pues así lo aconseja la Biblia: “¿Por qué, hijo mío, has de andar ciego con la mujer ajena y abrazar el seno de la extraña?” (Pr 5. 20).


La envidia se ensaña del envidioso, alimenta su sinfín de sinrazones.


Vive sin jactarte de proezas o bonanzas que enceguecen. ¡Resbalarás y, rencilloso, dirás que la culpa no fue tuya!.


Sin lástimas, detén tu caída total.


Este mundo marcha al revés: causa sensación aquello que debiera ser más habitual, como tener trabajo y vivienda digna. Algo de responsabilidad tendrá el capitalismo salvaje. No se escandalicen ni tiren la primera piedra: nada menos que el The New York Times ha destacado el caso de Marinaleda, pueblo de Andalucía. Sus prioridades las deciden en Asamblea; tienen varias cooperativas cuyos beneficios se reinvierten en nuevos puestos de trabajo (el salario es igual para todos) y sus vecinos acceden a una casa barata (el Ayuntamiento compra suelo rústico, lo urbaniza y lo ofrece gratis, junto con los materiales: los futuros propietarios levantan su vivienda y pagan 15 euros al mes). Pareciera un cierto comunitarismo bíblico, como cuando en boca de Pablo sale el tema de las ofrendas: “Porque no digo esto para que haya para otros holgura, y para vosotros estrechez, sino para que en este tiempo, con igualdad, la abundancia de ellos supla la necesidad vuestra, para que haya igualdad” (1 Co. 8:13-14). Ya sé que muchos dirán que eso es una utopía en estos tiempos de pensamiento plano y de consumismo a ultranza. Pero ¿acaso la Biblia es una utopía para los creyentes? Si así lo fuera, tendríamos que empezar por cuestionar al primer político bíblico, José, por esa economía centralizada, estatalizadora, preocupada por la vida de la mayoría y no por la rapiña de los pocos.

El mundo está al revés, me vuelvo a decir. Pero vuelvo los ojos a Levítico: “La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo” (25. 23).


¡Ay de los que sólo de azul tiñen sus pupilas, mientras el deseo de poseer más y más les amordaza!.


Un pueblo que ahora parece ciudad y una antigua ciudad pequeña me habitaron despaciosamente: Puerto Maldonado y Salamanca. Los seis años de Lima sólo cuentan a pedazos.


¿Amontonar a los indigentes al fondo del callejón sin salida? ¿Ensayar una insípida voz de aliento, una letanía que no abre los brazos? Pocas cosas suceden porque lo que abunda es el displacer de Amar.


Llegar a Su casa y encontrarse con la fraternidad de los abrazos.


Tú eres mi fábrica de luz.


Habla el invierno: lluvias sin sofisticaciones, nieve con desparpajo, vientos que no ceden.


¿Cuál la deriva de una sociedad sustentada a golpe de crédito y de consumo, de un capitalismo especializado en generar problemas y no en resolverlos?