Aunque sus apreciaciones son fundamentalmente tomadas de España, no distan mucho de nuestra realidad en Latinoamérica. Los medios impresos evangélicos
en América luchamos contra «monstruos» similares; por ejemplo la falta de apoyo por tratar de mantener una línea editorial interdenominacional, sirviendo a todo el Cuerpo de Cristo sin parcialidades, puesto que «si ustedes les publican a ´esos´, entonces no podemos seguir comprando este medio impreso».
Otro de los problemas es que
casi se nos obliga a ser políticamente correctos, cuando nuestro llamado es a ser proféticamente correctos, no dejar de decir la verdad a pesar del alto costo; entre los que se encuentran el de dejar de pautar publicidad, no adquirir los periódicos o revistas, la prohibición institucional para que la feligresía pueda leer nuestros medios, etc.
Esta situación ha llevado a muchos medios a trabajar con «medias tintas», convirtiéndose en pasquines publicitarios de los eventos de las denominaciones cristianas, o bien dejando de ser objetivos y periodísticamente correctos para convertirse en publicaciones llenas de artículos de opinión de los «más prominentes» líderes de la Iglesia; abandonando la responsabilidad principal de los medios impresos como es la de informar.
Hemos visto también, con mucha tristeza, cómo adoptan líneas despiadadas y carentes de todo sentido cristiano, cuando le dan grandes titulares y posiciones destacadas a los líderes cristianos que caen en pecados públicos, cuando la Biblia nos manda a
«cubrir a los más débiles». Ese morbo, de eminente origen satánico, le ha hecho un gran daño a la obra cristiana mundial.
Ocupándose de la «mala farándula» evangélica, han dejado de abordar los grandes temas de la sociedad de hoy, privando a la misma de la única solución que hay: Jesucristo.
Comparto con Tarquis la opinión de que es necesario, cueste lo que cueste, hacer autocrítica a nuestro liderazgo, pues uno de los roles de la prensa -sea evangélica o no- es el análisis de cómo se hacen las cosas para proporcionarles una visión constructiva, sin dejar de señalar nuestras fallas, precisamente para aplicar los correctivos, nunca para destruir; baste ahora que ellos -nuestros líderes- sean maduros y lo entiendan así.
En cuanto a los temas políticos; por ejemplo, no puede la prensa dejar de opinar, «salar e iluminar», el espectro político, pues una de las injerencias más preponderantes de Dios a lo largo de la Biblia, es precisamente el regir a los gobernantes, sean éstos creyentes o no, porque los principios divinos se ocupan de todo, incluyendo a la política, que es la ciencia más cercana al servicio cristiano, por ser ésta la llamada a servir al prójimo desde los altos cargos de gobierno.
En fin, es menester que la prensa evangélica tenga toda la libertad de expresión posible, «porque a libertad nos llamó el Señor»; que el liderazgo cristiano actúe maduramente, sin cercenar a los medios impresos o portales en Internet ni amenazarles con dejar de anunciar o comprarlos, porque si existiera alguna imprecisión en éstos, existe la posibilidad de réplica -nunca de apedreamiento-. Cuando tengamos la madurez hacia nuestra prensa como la tiene «el mundo», las cosas en el Reino de los Cielos cambiarán diametralmente.
Para unos y para otros va la máxima divina:
«Con la vara que midas, serás medido», y
«todo lo que sembramos, lo cosecharemos». Si no olvidamos tales principios eternos, jamás veremos a la prensa evangélica como nuestra enemiga, sino como aliada en el «ir y hacer discípulos». La prensa evangélica debe también usar la libertad de expresión para
«amar al prójimo como a sí misma...».
MÁS INFORMACIÓN
- NOTICIA:
«La prensa evangélica actual, sin libertad de expresión»
- VIDEO:
Conferencia de P. Tarquis en el I Encuentro de Escritores y Comunicadores Evangélicos (115 Mb).
- AUDIO:
Conferencia de P. Tarquis en el I Encuentro de Escritores y Comunicadores Evangélicos (11 Mb).
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