Algunos de quienes se han vinculado con nosotros en ALEC tienen el talento como para intentar este gran salto. Se requiere estar dispuesto a dejar lo que se ha venido haciendo, ya sea como entretenimiento o como forma de ganarse la vida y hacer del arte de escribir el norte de sus vidas.
La historia nos habla de una cantidad de hombres y mujeres que en determinado momento dieron un giro de 180 grados para terminar abrazando la carrera de escritores.
Mencionaremos, a título de ejemplo, los casos de Ernesto Sábato y Arturo Capdevila, por coincidencia, ambos argentinos. Sábato era un científico. Doctorado en Física, llegó a ocupar una plaza como investigador nada menos que en los laboratorios Curie de Francia. Dueño de una carrera exitosa y seguramente de un futuro donde no habrían de faltar los descubrimientos y las conquistas, en un momento dado sintió fuertemente la necesidad de cambiar el rumbo de su vida. En una nota biográfica que encontramos en la Internet, se nos dice que «en 1943, el conflicto [que había venido experimentando] entre la ciencia y la literatura lo hacen atravesar una “crisis existencial” que (según sus palabras) lo llevan a una situación muy cercana al suicidio. Toma entonces la decisión de alejarse para siempre de la Ciencia y dedicarse definitivamente y por completo a la literatura».
Con el paso de los años pareciera haber quedado establecido sin lugar a dudas que Sábato tomó el camino correcto cuando decidió dedicarse a escribir.
Para el otro ejemplo tendremos que retroceder algunos años en la historia; pero aunque sea necesario hacerlo, nos parece digno de traerlo a cuento cuando queremos señalar dos o tres cosas en este artículo. Arturo Capdevila se había doctorado en Derecho y en Ciencias Sociales. (Cualquier lector puede encontrar en la Internet cantidad de información sobre él; yo, en cambio, me he hecho asesorar por un librito publicado por Editorial Losada de Buenos Aires y que es una de las joyas que enriquecen mi biblioteca:
Babel y el castellano publicado en su primera edición en 1940 y la tercera, que es la que tengo, en marzo de 1954. La solapa de este librito, tamaño bolsillo y de escasas 171 páginas dice que Arturo Capdevila ejerció, en la ciudad de Córdoba, Argentina, como juez y profesor universitario de Filosofía Jurídica y que, al trasladarse a Buenos Aires en 1922 (había nacido en 1889) «abandonó por completo este orden de actividades para consagrarse enteramente a la literatura y a la enseñanza. De su pluma salieron obras poéticas tales como
Melpómene, El tiempo que se fue, El libro de la noche; de teatro como
La Sulamita y
La casa de los fantasmas; novelas como
Abraces, maestro de amor y
Advenimiento.
Sábato es conocido, entre otras obras, por
El túnel, Hombres y engranajes, Sobre héroes y tumbas, Antes del fin, Abbadón el exterminador.
Estos dos casos, entre otros muchos, nos hablan de la validez del cambio de rumbo en la vida de alguien que se siente motivado a escribir.
Nosotros en ALEC insistimos en este punto. Y es en la prosecución de esta meta que hemos programado para los días 1 al 7 de febrero de 2010, durante nuestra Cumbre en la ciudad de Miami, un taller para personas que ya han empezado a andar con buenas posibilidades por el camino de la producción literaria. Este taller, que hemos venido anunciando por diversos medios, tiene como fin ayudar a escritores talentosos a perfeccionar su don natural («No que ya lo haya alcanzado» escribió el apóstol Pablo en Filipenses 3,12 «ni que ya sea perfecto; sino que prosigo para ver si logro asir aquello…»); a incentivarles en su inquietud, a animarles a que es posible hacer realidad sueños que pueden parecer utópicos e imposibles. A dominar, en una palabra, el arte del buen escribir.
Pero también tendrá lugar un seminario para interesados en el tema pero que no han alcanzado aun los
niveles a los que han llegado los que asistan al taller avanzado.
Casi cada día estamos recibiendo (en
[email protected]) correos de personas interesadas en asistir. A cada una les hemos contestado, animándoles a que superen cualquier obstáculo y lleguen a unirse a nosotros.
En el taller, que será ofrecido por la escritora y profesora permanente de ALEC Jeannette Windle, habrá cuatro clases, cada una dedicada a los siguientes cuatro aspectos básicos: 1. Un cimiento firme. Cualquier lugar, tiempo o circunstancia puede contener el germen de una historia. Se enseñarán principios indispensables para poner un fundamento firme y auténtico a su obra de ficción.
2. ¿Vivirán estos huesos? La motivación, las historias de la vida y el carácter son solo algunos de los puntos que le ayudarán a que esos huesos secos adquieran carne y tengan alma.
3. Algo que decir. Entre los elementos necesarios para construir una historia atractiva están entretejer situaciones, conflictos, enfoques, diálogos, avanzar versus retroceder, tener bien definido el estilo basado en la habilidad innata.
4. Fin de la historia. ¿Queda suficientemente claro el mensaje espiritual?
Sin duda que quienes asistan al taller avanzado o al seminario, habrán de beneficiarse enormemente al adquirir los conocimientos que les permitirán ver como meta alcanzable el llegar a ser escritores permanentes.
Cuando Arturo Capdevila salió al mundo de las letras golpeando puertas para que quienes apreciaran su arte abrieran y dialogaran con él, nunca pensó que alguien de la talla de Miguel de Unamuno se la abriría de par en par. Y no solo eso, sino que le escribió dos poemas después de haber «ojeado hojeando»
Babel y el castellano. Uno de sus poemas (que incluimos aquí) surge después que le dice, en prosa: «… deseaba hace tiempo escribirle para decirle la entrañada impresión que me produjo la lectura de su
Córdoba del recuerdo… Ahora, al fin le escribo, dichosa coyuntura, al recibir su
Babel y el castellano que aun no he tenido tiempo más que de hojear ojeándolo. Pero… ese ojeo ha bastado a sugerirme… pero no, ---tengamos el valor de decirlo mejor--- a inspirarme estas dos canciones… dedicadas a usted:
Dicen por decir, amigo,
que nos separa la mar;
pero yo: Otra mar, les digo
de Dios, nos viene a juntar,
y a ofrecernos un abrigo
y al espíritu un hogar:
el romance castellano
con sus olas y su sal
y sus abismos, océano
de hecho sobrenatural,
como lo es todo lo humano,
por humano divinal».
Uno nunca sabe hasta dónde van a llegar las ideas y pensamientos que escribimos ni a cuántos hombres y mujeres nobles van a impactar; por eso, tenemos que aprender a decir lo que decimos en forma elegante, sencilla, ágil y hermosa. Y para eso son los talleres y seminarios que ofrecemos.
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