La burrada del siglo

Era aquella empresa que se dedicaba a comercializar carne humana.Decían en su publicidad que recientes estudios científicos aseguraban que las mejores proteínas para nosotros eran aquellas provenientes del propio ser humano: las que mejor se digerían y las que mejor se aprovechaban.

EL ALMA DEL PAPEL AUTOR Noa Alarcón Melchor 17 DE OCTUBRE DE 2009 22:00 h

Aunque, como en todo, sus clientes potenciales, su target, era la clase alta, obsesionados con la salud y la figura, y con muchos recursos y tiempo libre; también, decían, estaban trabajando en sacar al mercado una gama de productos a un coste un poco más bajo para que pudiera llegar a todos los públicos y venderse en los supermercados. Tampoco hacían nada ilegal. Muchas personas vendían sus cuerpos en vida a la empresa, y a un alto precio. Muchos de aquellos que les habían vendido su cuerpo utilizaban el dinero para hacer el viaje de su vida, renovar su casa, solucionar algún apuro económico. Algunos familiares en problemas vendían los cuerpos de sus seres queridos recién fallecidos, con lo que la empresa, argumentaba, colaboraba además en evitar la superpoblación de los cementerios. Tenían un par de clínicas en Suiza donde los enfermos terminales o los suicidas podían acudir. Todo estaba bajo un estricto control sanitario, por supuesto.

Y por supuesto que había voces en contra: vegetarianos, pacifistas, cristianos o adictos a cualquier otra religión. Aquellos cuyos principios morales no les dejaban ver las facilidades y los beneficios de un pensamiento liberal. El hombre no se diferenciaba, en esencia, de las vacas que nos comíamos desde hacía milenios. Su carne y la nuestra están hechas de lo mismo. Y cuando algún periodista obtuso o algún crítico culinario se les ponían pesados, ellos siempre contestaban lo mismo:
- Nosotros no hemos inventado el canibalismo, respondemos a una necesidad. La gente necesita productos cada vez más específicos para su dieta y su salud. Son ellos los que lo piden y lo compran. Nosotros no hacemos mal en aprovechar la oportunidad de negocio.

No exagero. Sustituyan canibalismo por adulterio, y tendremos la burrada del siglo.

Como decía Bradbury, el genio, cuando escribió el germen de Fahrenheit 451: “¿Cuánto hace que no escribe una historia así, por pura indignación?”. Este es un consejo a los escritores, principiantes o no: no es bueno dejarse llevar por la furia, pero el mismísimo Jesús hizo una vez algo bueno dejándose llevar por la indignación. Démosle rienda suelta a nuestra vergüenza ajena, seamos buenos profetas, dejemos al descubierto la estupidez del mundo.

Perdón por un artículo tan corto, sé que no suelo hacerlos así. Pero a veces hay que quedarse callado y guardar un silencio acusador. Que tengan una buena semana.

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