Cuando buscamos ejemplos de personas que destacaron o destacan en la historia, líderes, héroes, reyes, emperadores, personajes que marcaron épocas, la comparación hace que nos sintamos inferiores y que pensemos que nosotros no seremos capaces de conseguirlo. Que no merece la pena intentarlo, porque quizás sea una pérdida de tiempo. Y abandonamos el proyecto, terminamos sucumbiendo ante la sombra alargada de esos grandes hombres o mujeres, quizás porque no hemos utilizado la tabla de medir adecuada. O simplemente abandonamos porque lo que no se debe realizar es construir el tejado sin antes poner los cimientos.
En esta sociedad la globalización, el desarrollo sistematizado y otras muchas cosas similares hacen que
los lideres cada vez sean más escasos, menos eficientes e incapaces de tomar decisiones importantes, y que el propio pueblo se encuentre en una situación de letargo incapaces de reaccionar ante lo que ocurre a su alrededor.
Por esto mismo
creo que el actual sistema se está desarrollando como una maquinaria que funciona convirtiéndonos a cada uno de nosotros en parte del engranaje interno de una gran máquina; reduciéndonos a un microproyecto dentro de un megaproyecto, una simple gota de agua en una gran corriente.
Pero no es menos cierto que muchas gotas de agua unidas pueden llenar un océano, y que las grandes maquinarias no funcionan sin esos pequeños pero importantes engranajes. Por esta razón
creo que son fundamentales los microlíderes, los HOMBRES CON PROPÓSITO, que no tienen por qué ser aquellos que lo manejan todo, lo hacen todo, y lo pueden todo. Estos hombres con propósito no son aquellos a los que le da igual
todo lo que pase a su alrededor, que no se inmutan ante nada. Son aquellos que se dan cuenta de que son necesarios para algo concreto, y se ponen manos a la obra por muy pequeña que sea su labor.
En fútbol hay una máxima y es la siguiente: que los buenos jugadores llegan a ser estrellas por selección natural. Es cierto que la naturaleza selecciona siempre a los mejores, a los más fuertes, los mas técnicos, los que tienen mejores cualidades; pero de la misma forma estoy completamente seguro que esas estrellas no llegarían a serlo sin que existieran esos otros muchos jugadores que hacen posible que las estrellas brillen,
sin peones que se sacrifiquen no hay reyes que ganen la partida de ajedrez.
En la historia bíblica hay relatos de grandes proezas realizadas gracias a grandes hombres, pero también gracias a otros menos conocidos. Vemos a Gedeón, quinto Juez de Israel, que al ver cómo los madianitas invadían sus tierras y se llevaban sus cosechas sin que el pueblo hiciera nada para evitarlo, se propuso evitar que esto volviera a ocurrir y emprendió una campaña con unos trescientos hombres que le acompañaron y que consiguieron que los madianitas huyeran de sus tierras. O ahí están los setenta valientes del Rey David, que le siguieron fielmente sin mirar por su vida con el propósito de defender a su pueblo contra los filisteos. O la reina Esther y su tío Mardoqueo, que se unieron para salvar a Israel de las malvadas intenciones y planes de Amán para dar muerte a todos los israelitas.
Todos nosotros podemos ser parte de ese pequeño proyecto dentro de la familia, el trabajo, el deporte, tu ciudad o tu país para intentar hacer de nuestra sociedad, nuestra tierra, un mundo mejor para todos. Y podemos conseguirlo si lo intentamos entre todos.
Si no dejamos que otros tomen decisiones por nosotros. Si nos rebelamos contra las injusticias. Si no continuamos con nuestro silencio dando paso a que otros acaben con nuestros derechos. Si actuamos así, UNA PEQUEÑA TORMENTA PUEDE ACABAR SIENDO UN HURACÁN. PERO PARA ESO ES NECESARIOS QUE OTRAS MUCHAS PEQUEÑAS TORMENTAS SE UNAN.
Sin HOMBRES CON PROPÓSITO NO HAY PROYECTO, SIN PROYECTO NO HAY FUTURO, Y SIN FUTURO NO HABRÍA ESPERANZA.
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