Esta es la biografía inventada que explica en gran parte la
fascinación del joven autodidacta por los viejos relatos, por los dragones y el cielo, los cisnes, los accidentes geográficos y personajes históricos y dispares como Lincoln, Carl Sandburg, el asesino en serie John Wayne Gacy Jr; y también personajes bíblicos como Abraham, o los discípulos Pedro y Juan.
Lo que sí sabemos con certeza de Sufjan Stevens es que nació en Detroit, asistió a la Harbor Light Christian School, donde comenzó a interesarse por la música (es un virtuoso con el banjo y el oboe), y que tras sus dos primeros discos (
A sun came, 1998, fue el primero de ellos) siguió la grabación frustrada de un disco sobre el Medio Oeste que debía contar historias de vendedores ambulantes, limpiacristales, y fundamentalistas cristianos como los que él contemplaba en su infancia. Es admirador de los tres Williams (Blake, Wordsworth y Faulkner). Suele hablar poco de su vida privada y de sus convicciones, de modo que lo más apropiado para entender su música y sus letras es ir directo a
su discografía, considerablemente extensa y profunda para su edad, y espectacularmente ambiciosa por los proyectos que tiene en mente.
Su interesante trayectoria continuó en el 2001 con el disco
Enjoy your Rabbit, disco electrónico de temática centrada en el horóscopo chino. Ya entonces llamó la atención de la escena internacional, que veía una nueva promesa folk, original, incandescente y accesible. Pero
nadie estaba preparado para oír el siguiente proyecto de la joven promesa: El proyecto de los 50 estados. La grabación de un disco por cada estado norteamericano, de los que sólo ha publicado dos: Greetings from
Michigan, the Grate Lake State (2003), y
Come on Feel the Illinoise (2005), del que hablaremos en el próximo artículo. La intención, según el compositor, es “escribir canciones que hable de la historia de mi país de la forma más objetiva posible” (Entrevista a
Mondosonoro, 30 de agosto de 2006). Es entre estos dos álbumes cuando aparece el disco que hoy nos ocupa:
Seven Swans (2004), siete cisnes.
Es un trabajo donde nos encontramos con “señales en el cielo” (
Seven Swans); un raro “despertar de nuevo” (
He woke me up again), y una necesidad de cambio, que culmina en la perfección de un cuerpo nuevo en el Paraíso (
He won´t need legs to stand); una canción desde el punto de
vista de El Desequilibrado, con tintes de desafío, basándose en la gracia visible sólo ya por destellos del cuento de Flannery O´ Connor
Un hombre bueno es difícil de encontrar (
A Good Man is Hard to Find); la conciencia del mal consumado (
In the Devil´s Territory); y el desfile de la naturaleza invitando al cantante a sumarse y perderse en su “sonido” (
All the Trees of the Field Will Clap Their Hands). Como Samuel, Sufjan oye la voz de Dios que le despierta en la noche (en
Seven Swans), para abordar historias como la de Abraham, o la transfiguración de Cristo, que le fascinan.
El músico huye del cinismo y la ironía, tan típicos en nuestro siglo sobre los textos bíblicos, para buscar de verdad algún elemento al que agarrarse en ellos. Si lo consigue o no, es algo que no sabremos, pues es propio de Sufjan Stevens no deja conclusiones demasiado a la vista, él prefiere dejar migas de pan dispersas pero con sustancia.
Sí podemos ver que
el disco se encuentra plagado de curiosas referencias personales:
In the Devil´s Territory habla también de la búsqueda de Dios que empezó uno de sus músicos favoritos, George Harrison (como dice su canción
Long Long Long), aunque luego su búsqueda culminó en una suerte de sincretismo;
He woke me up again, rememora la noche en que el padre de Sufjan reunió a la familia alrededor de la cama para anunciarles que los había “convertido al catolicismo”. Y plagado de alusiones directas a la Biblia:
All the Trees of the Field Will Clap their Hands (“y todos los árboles del campo darán palmadas”) es un fragmento de
Isaías 55:12.
Abraham, toma la historia de
Génesis 22:1-19, del sacrificio de Isaac. La historia de la transfiguración (
The Transfiguration) la tenemos en
Mateo 17:1- 12; Sufjan la cuenta tal cual aparece en el relato bíblico, sin rodeo ni encriptación alguna. En
Seven Swans, hay varias
alusiones a Apocalipsis: las siete trompetas de los siete ángeles
(8:2; Stevens toca la flauta además del oboe), el cordero y los siete espíritus
(5:6), el dragón (Satanás) en
12:3, y el granizo y el fuego mezclados con sangre cayendo sobre la tierra
(8:7).
Sin duda, el momento más conmovedor del disco se encuentra en
To Be Alone With You, cuando se lamenta de todos los pecados cometidos en el pasado, frente a la rama de un árbol, trayendo inmediatamente a la memoria a Judas, donde a continuación dice:
I´d give my body to be back again,
in the rest of the room
(Daría mi cuerpo para volver otra vez,
al descanso de la habitación)
Una habitación que bien podría ser el aposento alto donde transcurre la última cena, y ese mismo Judas queda enfrentado al sacrificio y la expiación de Cristo:
You gave your body to the lonely
They took your clothes
(Diste tu cuerpo al solitario
y ellos tomaron tus ropas)
Armado con un banjo y una Biblia, Sufjan Stevens llega a lugares donde pocos músicos saben hacerlo. Llegando a anticipar lo que ocurre cuando uno se rinde ante esa expiación, cambia de plumaje y se descubre a si mismo transformado en blanco cisne:
I can see a lot of life in you.
I can see a lot of bright in you.
And I think the dress looks nice on you.
I can see a lot of life in you.
(Puedo ver mucha vida en ti.
Puedo ver un gran brillo en ti.
Y creo que ese vestido te queda muy bien.
Puedo ver mucha vida en ti.)
Y esto lo dice con un folk majestuoso en el centro de un salón noble.
CANCIONES:
-
Abraham
-
To Be Alone With You
Escrito por: Daniel Jándula
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