Hay que interrumpir de inmediato cualquier doctrina que pueda inducir a ello. Tendría que estar prohibido. Es urgente exterminar todo plan relacionado con su lectura para que jamás llegue a ser un hábito y mucho menos sea como el respirar.
¡¡¡NO LEAS LA BIBLIA!!! ¡¡¡NO SUGIERAS A NADIE QUE LA LEA!!! ¡¡¡NI TE ATREVAS A ENSEÑARLO!!!
Hoy, más que nunca, existe la necesidad de recuperar drásticamente la meditación en la Biblia (2). Es vital que cualquier individuo empiece rotundamente tal práctica. Todos deberían escudriñarla, y deberían enseñar, hasta animar, que así también se haga. Hay que fomentar de inmediato cualquier doctrina que pueda inducir a ello. Tendría que ser obligatorio. Es urgente afirmar todo plan relacionado con su meditación para que llegue a ser un deleite y sea un proceso mucho más consciente que el respirar.
¡¡¡MEDITA EN LA BIBLIA!!! ¡¡¡SUGIERE A TODOS QUE LA ESCUDRIÑEN!!! ¡¡¡ATRÉVETE A ENSEÑARLO!!!
Si el título y la primera parte de este escrito pretendieran algo más que sólo llamar la atención, ante las reacciones que se pudieran tener al leerlo, uno podría imaginar que el pensamiento “hay que leer la Biblia” está más arraigado de lo que debería, y que la lectura, la simple lectura, no sólo parece lo más normal, si no que es lo que todo buen cristiano tiene que hacer.
Pero eso sólo es dejar volar la imaginación, pues estoy seguro que al llegar a la segunda parte, todos habréis pensado algo como “ah claro, bueno sí, eso se supone, es evidente”.
Y aunque es evidente para todos,
me parece que meditar, escudriñar o deleitarse en la ley de Dios, no es una disciplina ni muy practicada, ni muy enseñada. Antes bien, el énfasis suele estar en la lectura. Una lectura que no produce ninguna madurez ni personal, ni congregacional. Es entonces, ante la ausencia de fruto, cuando se tiende a pensar, que no se lee. Y se buscan soportes, se planean horarios, se llevan a cabo programas, para tal fin, pero que siguen sin producir nada sustancial después de su aplicación.
Y no es que las soluciones sean malas, poco creativas o hayan descuidado algún detalle; lo que sucede es que el problema es otro: no se medita en el Libro de la ley. Pero Dios aún va más lejos, pues la meditación por si sola puede llevar a cierto grado de misticismo, pero no a trascender más allá del individuo. Así que la finalidad de la meditación debería ser la acción, motivada por el amor a Dios y al prójimo. Es entonces cuando se empieza a madurar y el evangelio empieza a parecerse más a lo que creo que Dios quiere.
Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien. Josué 1:8.
(1) Leer: tr. Pasar la vista por lo escrito o impreso entendiendo los signos.
(2) Meditar: tr. Aplicar con profunda atención el pensamiento a la consideración de algo, o discurrir sobre los medios de conocerlo o conseguirlo.
(3) Escudriñar: tr. Examinar, inquirir y averiguar cuidadosamente algo y sus circunstancias.
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