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Cuando Dios quiere dar…

Su primer correo reflejaba no solo tristeza sino decepción. Pero al mismo tiempo, sugería a alguien con mucha riqueza interior y unos deseos enormes de expresarlos. Por esos mismos días, parecía estar llegando a su fin un intento de reclutar para ALEC a otro talento.
EL ESCRIBIDOR AUTOR Eugenio Orellana 20 DE AGOSTO DE 2009 22:00 h

En el primer caso, se nos descubrió en algún sitio de Internet. Y, de alguna manera, a la dama (porque se trata de una dama) le pareció que ALEC podría ser para ella una especie de tabla de salvación; en el sentido que quizás aquí encontraría lo que le había sido tan esquivo en su entorno.

En el segundo caso, fuimos nosotros los que salimos a su encuentro, El señor (porque es un caballero) activó las alarmas en mi cerebro cuando lo encontré escribiendo sobre Antofagasta, esa bella ciudad del Norte de Chile que yo acababa de visitar. Me dije: «Si este señor es antofagastino y nosotros en ALEC planeamos ir a celebrar un seminario allí en septiembre del año próximo, lo lógico es que trate de conquistarlo». Y le escribí. (Una nota entre paréntesis: acaba de ocurrírseme que me calzaría muy bien el título de cazatalentos. Porque a eso me he dedicado en los últimos diez años. Y puedo decir que he contado con la complicidad de Dios porque los resultados han sido más que mejores.)

Pues, que le escribí. El resultado fue que el talento al que quise cazar no es chileno sino español. Y tiene la poco común habilidad de escribir, sin moverse de su cuarto, sobre cualquiera parte del mundo. «Nunca he estado en Chile», me dijo. «Y claro, tampoco en Antofagasta». Me hizo pensar en Xavier de Maistre y su Viaje alrededor de mi cuarto (Si quiere saber más sobre este señor Maistre, le sugiero que vaya a Google y escriba nada más que: Viaje alrededor de mi cuarto. Ahí encontrará todo lo que quiera saber sobre él.) Pues, que mi amigo español, muy cortésmente, como todo un caballero, declinó la invitación que le formulara para que se uniera a nosotros para aportar algo de lo mucho que tiene para dar. Cuando le escribí agradeciéndole su gentileza en comunicarme su decisión, terminé con esta frase: «No se preocupe, mi querido amigo, porque cuando Dios quiere dar, a la casa manda a dejar».

Como pudo haber llegado a ALEC este moderno Xavier de Maistre, han llegado otros. Algunos se han quedado, otros se han ido. ¡Así es la vida!

Algunos de los buenos talentos que tenemos en ALEC han llegado de esta manera: han oído de ALEC. O han leído algo sobre nosotros. Nos han escrito y este cazatalentos los ha atrapado. Son ellos, como siempre lo hemos reconocido y con mucho orgullo, los que le dan a ALEC la estatura que tiene. Sin su aporte, sin duda que ALEC no habría pasado de ser un sueño dorado nunca materializado.

De modo que, volviendo al asunto, así como un querido hermano español se nos escapó, una apreciada ciudadana argentina se nos unió. «Cuando Dios quiere dar…».

Estoy hablando de la escritora Amanda Hermoso
, de Tandil, provincia de Buenos Aires, República Argentina cuya foto ilustra este artículo. Curiosamente, aunque no nos extraña, en el ambiente cristiano de su ciudad se sintió siempre como pez fuera del agua. En materia de producción literaria y de disfrute de las artes, una amable desconocida y, como consecuencia, ignorada. En vista, entonces, del poco interés que le demostraba su entorno cristiano, optó por escribir «secularmente». Y así llegó a publicar dos libros de cuentos y poemas (Sombras y luces, Editorial Vinciguerra, República Argentina, 1997, Ríos en la soledad, 1995, publicación de la autora, El triángulo y otros relatos, inédito.) además de numerosas otras obras dentro de los géneros de cuento y poesía.

Copio, a continuación, a modo de muestra de su talento, el poema Deseos:
Yo quisiera un amor fundado en la amistad
Yo quisiera un compañero de juegos
un confidente
un compinche de travesuras
Quisiera reeditar los años de la infancia,
algunos…
Fingir que nos casamos
Yo, con un extenso tul de ilusión
prendido a mis cabellos.
Tú, vestido de hombre con un saco
Robado al abuelo.
Yo quisiera un amor desmoldado,
Inédito, imprevisto
Fuera de toda estructura
Desatado por el viento.
Un amor construido sobre pilares de respeto
Un amor fiel
Ebrio de confianza
Refrescante como el mar
Luz de amanecer.
Yo quisiera salir de mí
para llegar a ti
hecha de bruma mañanera…
cualquier instante…
Atiende mis deseos
Abre la ventana
Si ves un pájaro de húmedo plumaje
extiende tu mano
Soy yo
Canto de libertad. Rocío.
Llego hasta tu piel…
Apenas un suspiro…
Un beso furtivo…


Pues, a poco andar, y después de avisarle que las puertas de ALEC estaban para ella abiertas de par en par, se me ocurrió hacer la primera movida para comenzar mi tarea de rescate: de autora secular a autora cristiana (que es donde siempre ha debido estar). Le propuse que escribiera un cuento sobre… a ver… veamos… este…sobre Salomé. La Salomé de la Biblia. Aceptó. Y se puso a trabajar. Mientras yo me volvía para seguir con mi rutina, ella ya había concluido. Había que dejarlo reposar, leerlo de nuevo y volverlo a leer, pulirlo antes de mandármelo.

Intrigado, no sabía por dónde habría de salir nuestra querida Amanda. Y aquí está el cuento. Ya está determinado a ser uno de los 12 ó 15 que está escribiendo dentro del concepto de ALEC:

PRINCESA DE LA PAZ

Los caminos del Señor
son infinitos

Anarkopunk es lo que soy, sí, ¿y a vos qué te importa? ¿Querés que acepte la hipocresía de los mayores que se mandan todo «de callado» y después nos dictan moralina? Ayer nomás mi padre me trompeó. «¿Qué sos vos que no venís a dormir a la casa?» ¿Y él qué es? me pregunto yo. Anda con otra y viene de vez en cuando a controlar a mamá y no deja ni un mango (l). Como un perro recorriendo el predio, eso es lo que es, no quiere perder la presa y encima el novio de mamá me mira cada vez que paso cerca de él. Siento sus ojos resbalar por mi espalda hasta la curva de la cintura y ahí demora el viaje lascivo y después sigue, continúa su inspección y yo siento que hasta las calaveras tatuadas en mi piel cierran sus ojos, ellas, acostumbradas a ver la miseria más grande, la de la carne soberbia pudriéndose en colgajos… y no me doy vuelta, salgo de la cocina rígida, yo, que me creo una superada en todo… pero este tipo me puede. De refilón le adivino el pecho agitado y la boca entreabierta, y no quiero mirarlo, pero mis ojos se desvían porque pienso que en cualquier momento alargará su mano huesuda para enganchar sus dedos de buitre en mi body (2) negro y calado… me sacaría el cinturón y le cruzaría la facha (3) a lonjazos hasta hacerlo sangrar… porquería… y no le cuento a mi novio y menos aún a mis padres porque seguro se va a armar y a mí no me conviene… la verdad… no sé adonde ir… en todos lados hay «despelote». Si estoy con Rudi terminamos peleando, con mamá nos abrazamos pero ni bien toca el timbre el chabón (4) se pudre todo y ella se desarma en atenciones dejándome de lado y papá, qué sé yo… papá está de novio y ella no me puede ni ver, sobre todo cuando él me da plata para mis gastos. Ya vi su mirada de víbora. Quiere toda la guita (5) para ella. Y bueno… me voy… tengo turno para otro piercing… abro la puerta y me encuentro con don Julián, el vecino reprobador, el de las épocas reprimidas pienso yo. Se ha pasado la vida espiando a los vecinos y ahora la «agarró de punto» a mamá y ella me cuenta que lo odia. Don Julián vive petrificado en el umbral de su casa. Parece un bicho ahí, al acecho, un mamboretá (6) con su panza llena de vino y su nariz colorada… asco… también me mira cuando me voy caminando, pero no tanto… su objetivo es pescar a mamá in fraganti para contarle a mi padre… seguro… me voy loco… me voy a fumar a la plaza… ya estoy del tomate (7)… me puede….

Atardece. Los perros de la plaza duermen bajo los tilos. Un grupo boliviano prepara sus quenas y zampoñas. Lina fuma un cigarrillo. Luego abre la cartera y saca un libro y el esmalte negro. Retoca sus uñas color noche. Los últimos rayos de sol se reflejan en su pelo. Mechones verdes. Mechones rojos. Dentro de un rato ayudará a Fabián con la pintura de los murales del lago. Desde el almuerzo que no come pero no le interesa. Enciende otro cigarrillo. Abre el libro. Es una Biblia para jóvenes que le regaló una amiga de su madre. Estudió en un colegio religioso pero ahora piensa que desde que prescinde de Dios se siente más fuerte. Ahora es ella y su poder. No hay agentes externos. Finalmente, estos conceptos van de acuerdo con su filosofía. Ruptura. Rechazo de los límites. Angustia desesperada y el dadaísmo. Lee una frase «¿Qué onda hay con Cristo?»

Algo recuerda. Murió por nosotros. Sangre que lava. Un viento frío arremolina las hojas secas. Toma su campera mínima de bordes deshilachados y emprende camino al Museo de Bellas Artes. Ignora el por qué (y no es la primera vez que esto ocurre). Seguro busca refugio en los hondos pasillos tapizados de cuadros color sepia.

El sonido de los borceguíes al pisar la grava repiten un ritual secreto. A nadie ha comentado su paseo. Ya en el interior camina indiferente ante los cuadros de flores y paisajes hasta llegar, una vez más, al óleo de una joven bellísima envuelta en rica tela transparente y ataviada con joyas orientales. Ella baila en el recinto de una corte y este cuadro le recuerda al pintor Gustave Moreau y asocia, su mente asocia ajena a su voluntad y un nombre resuena entre sus recuerdos: Salomé y también se presentan ante sus ojos películas llamadas Salomé y cuadros y literatura. Oscar Wilde, sí, su obra de teatro también tiene el mismo nombre… pero… ¿quién fue esta bailarina? se pregunta.

No voy nada a pintar con Fabián. Ni tampoco a lo de Rudi. Menos a lo de mamá. Ayer, de bronca, porque don Julián la vigila permanentemente dijo: quisiera verlo muerto. El viejo comentó en el almacén que mamá ni siquiera está divorciada y ya se juntó con otro que encima es pariente de papá. Si no hubiera ley… yo lo mataría al viejo ése. Al final, mi madre es lo único que tengo y quiero verla tranquila. Me voy a lo del tío. Él atesora muchas enciclopedias.

Me invita a cenar. Me quedo. Me quedo hasta mañana. Marta cocina hamburguesas. Como a mí me gustan. Con lechuga y tomate. Son las nueve. Entro a su biblioteca oscura. Hay olor a humedad. Me siento protegida… útero de papel… mamá… mamá… quiero verte feliz… Busco libros de historia y de arte. Los abro. Paseo la mirada por los cuadros de Tiziano. Saco la Biblia de mi mochila. Es pesada. Miro el Nuevo Testamento. Dentro de mí borbotean sentimientos encontrados… interés, rechazo, curiosidad… busco a Salomé. Leo la historia en Mateo 14. La hija de Herodías carece de nombre. Investigo en Internet y doy con Flavio Josefo quien en su obra «Las antigüedades judías» ( Libro XVIII, 5-4) nos cuenta: «Herodías… quien tuvo una hija, Salomé…» y busco Salomé, princesa idumea, su nombre es hebreo (Shalem, Shalomeh) y significa «aquella que está completa o cercana a la perfección», también «aquella que está en paz», «pacífica», «paz» y mientras leo, ávida, noto que soy yo y no los otros y una sensación inenarrable me inunda y respiro profundo y visito diferentes sitios ya inmersa en el tema… «Herodes Antipas incumple las leyes judías al enamorarse de su cuñada Herodías, a la que aparta de su hermanastro Herodes Filipo y tras repudiar a su primera esposa se unirá a ella. Juan el Bautista siguiendo la tradición judía consideraba, igual que el resto del pueblo, esta unión incestuosa… Salomé, la hija adolescente de Herodías y Herodes Filipo, que aconsejada por su madre, fue inocentemente la ejecutora del profeta…» fue inocentemente… fue la ejecutora inocente… fue un instrumento, entonces pienso… un instrumento de la moralina y de la perversión... a la princesa le habrá parecido un juego… una adolescente… envuelta en sedas y cubierta de joyas y con su piel recién inaugurada ante la sensualidad, habrá experimentado sentimientos confusos de niña y mujer « ...y tuvo que acceder a su petición sirviéndole la cabeza en una bandeja, cabeza que ella, dócilmente, entregó a su madre…» palabras clave… pistas… indicios… inocente… dócil… y yo tengo veinte años pero es como si tuviera cien y hablo como grande y hablo como rea o hablo como chica, según la ocasión… ¿qué te importa?

Enciende un cigarrillo. Siente un repentino alivio. Tiene la sensación de ser útil y eso le hace bien. Mejor aún. Acaba de encontrar un lugar en el mundo. Una vez más busca «no era ya solamente la bailarina que con una torsión corrompida de sus riñones arranca a un anciano el grito de deseo… en cierto modo se volvía la deidad simbólica de la indestructible Lujuria, la diosa de la inmortal Histeria, la Belleza maldita… la Bestia monstruosa, indiferente, insensible, que envenena, lo mismo que la Helena antigua, cuando se aproxima a ella, cuando la ve, cuando la toca». (Huysmans). Lina apaga el cigarrillo y en la intimidad de aquel cuarto, súbitamente se arrodilla y dice un Padrenuestro imperfecto, recuerdo de sus años escolares y de alguna manera sabe… sabe que ya no está sola y que aquél Jesús casi olvidado del colegio religioso ha llegado al centro de su vida a través de Salomé quien no es la Bestia, sino sólo una joven usada por fuerzas malignas y monstruos perversos… Lina solloza agradecida y aprehende con los sentidos espirituales que ha cortado, por fin, los lazos concatenados de una historia terrible que desde aquella remota corte viajó por los agujeros del tiempo para llegar hasta ella, la elegida, la señalada,… y siente un alivio infinito… poco faltó para matar a don Julián sólo para ver a mamá tranquila en los brazos de su novio y no le hubiera importado si la apresaban. La cárcel era mejor que una vida sin sentido… ahora es ella. Abraza el libro que le regaló la amiga de su madre. Se siente libre junto al Jesús de aquellos años cuando los días ya comenzaban a dejar de sonreírle… Lina ahora es Shalomeh, la «Princesa de la Paz».

Glosario:
(1) Mango: Dinero (del lunfardo, jerga del Río de la Plata (Argentina, Uruguay).
(2) Body: Prenda femenina ajustada al cuerpo.
(3) Facha: Cara, rostro (lunfardo).
(4) Chabón: Tonto (lunfardo).
(5) Guita: Dinero (lunfardo).
(6) Mamboretá: (Mantis Religiosa) Insecto que se alimenta de otros insectos.
(7) Del tomate: Estar loco.

Con este artículo, con su poema Deseos y su cuento Princesa de la Paz, Amanda Hermoso, nacida en la provincia del Chubut pero que ha pasado casi toda su vida en la ciudad de Tandil, provincia de Buenos Aires, queda oficialmente presentada en sociedad. En la sociedad de los poetas y escritores que, parafraseando a Tom Schulman guionista de La sociedad de los poetas muertos, «buscan el despertar del lenguaje poético en el cristianismo y en el ejercicio de la fe en Cristo, en la búsqueda de la identidad y la canalización de las posibilidades vocacionales». Porque eso es ALEC, Asociación Latinoamericana de Escritores Cristianos, que da la bienvenida a un talento más de los miles que hay en nuestras tierras indoamericanas.

¡Bienvenida, Amanda!
 

 


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