De entrada, puede sonar una propuesta pedante y que no interesaría a nadie. O puede parecer puro esnobismo y no querer ver cuál es la realidad de la televisión: el espectáculo y las audiencias. No pongo en duda esas dos premisas. No haré apología contra la televisión (sí contra un tipo de televisión). Ni renunciaré a ver, o intentar ver, series (
Bones,
Walker o
Matrimonio con hijos, por poner tres ejemplos muy distintos) o algunos programas (
Sé lo que hicisteis y
Buenafuente en la Sexta, o
Sputnik y
Ánima en el Canal 33, y
Muchachada Nuí en La 2, por poner algunos, tampoco hay muchos más, ejemplos).
Imaginemos un programa de televisión que, de forma sorprendente, nos haga pensar y reflexionar más allá de si el anuncio de separación de Belén Esteban es un montaje o no. Imaginemos a alguien que decidiera aunar ciencia
y entretenimiento y entrevistar, por ejemplo, a Oliver Sacks (gran neuropsiquiatra y mejor escritor. De hecho, uno de mis escritores de cabecera); o al filósofo y escritor Sam Harris para debatir sobre fe y ateísmo; o al director de cine David Cronenberg para hablar sobre la esquizofrenia (a partir de la película
Spider); o a Roger Schank, una de las voces más críticas sobre el sistema educativo actual.
Imaginemos, pero suena a utópico, a Atlántida imposible de encontrar en el fondo marino. Pues no. Al más puro estilo de la pequeña villa de galos que se enfrentó al imperio romano de la mano (y los puños) de Astérix y Obélix, resulta que desde hace 13 años existe un
astérix barcelonés que desde La 2 de TVE conduce su particular villa gala:
Redes. Efectivamente,
hablo de Eduard Punset, un personaje difícil de etiquetar, ya que ha sido (o es, depende de la etiqueta) político, escritor, economista, periodista y, por encima de todo, gran DIVULGADOR.
Al morir Francisco Franco (para los más jóvenes, recordar que era un señor bajito que estuvo casi cuatro décadas como dictador en España) entró en política con la UCD de Suárez y llegó a ser Conseller (como un ministro, pero en autonómico) de Economía de la Generalitat durante tres años, diputado en el Parlament catalán y, por un par de años, hasta Ministro de Relaciones para las Comunidades Europeas. Abandonó UCD y, en las filas de Convergència i Unió (CiU), estuvo un año como parlamentario, para regresar al lado de Suárez y su fallido Centro Democrático y Social (CDS). Con ese partido llegó a ser eurodiputado durante siete años, hasta el 1994, aunque tres años antes intentó la aventura de crear su propio partido, Foro, que se estrelló electoralmente. La política perdió entonces a un gran personaje, pero lo ganó un sector tan necesitado como es la televisión gracias al nacimiento, en 1996, de
Redes.
El tono amable y afable de Punset, el ansia de divulgar sin sonar pedante o aburrido y una interminable lista de personajes interesantes -aunque acaban relegados a una cadena minoritaria (La 2) en horarios no precisamente de
prime time (actualmente, los domingos a las nueve de la noche, pero ha llegado a emitirse bien entrada la madrugada- han permitido al programa conseguir unas audiencias dignas y fieles.
Recientemente, Punset ha recibido el Premio Humano, concedido por TVE en el marco de los Premios Zapping, por “su virtud de hacernos entender los misterios de la vida y los avances técnicos de una forma atractiva y sencilla. Gracias a sus programas sabemos cómo ser un poco más felices o entender por qué somos como somos. A sus dotes de gran comunicador
científico hay que sumar su gran calidad humana y la entereza y afán de superación que ha demostrado hasta en los momentos más difíciles”. Una definición que transcribo íntegra, ya que es insuperable. Ese, es Punset. Y lo de los momentos difíciles hace referencia a sus recientes problemas de salud, ya que en el 2007 se le detectó un cáncer de pulmón que, afortunadamente, parece haber superado.
Consejo de ejercicio: ante lo incierto de los horarios de emisión de
Redes, lo más sencillo es conectarse a su espléndida web (
www.redes.tve.es) o al blog del mismo Punset (
www.eduardpunset.es/blog) y zambullirse en cualquiera de sus programas a partir del tema que más nos llame la atención. Una delicia, oigan.
Hace unos días me tuvo enganchado hasta una de esas horas ya excesivamente crepusculares y azules. Y en parte, gracias a una entrevista a Gary Marcus, uno de las más grandes especialistas en cerebro y mente. Durante su charla surgieron aspectos como los problemas cotidianos, los obstáculos y los límites del cerebro humano. Al final de la emisión, tengo claro que la memoria nos engaña, las tentaciones nos avasallan y la energía nos abandona en los momentos clave. A partir de una entrevista grabada en la Universidad de Nueva York (ese día, María Patiño no estaba por ahí, ¡qué raro!), surgieron una serie de sugerencias sobre esos límites del cerebro. Para introducir el tema, Punset empieza el programa en el papel de un conductor de taxi. De forma sorprendente (para el cliente que sube en él, claro), Punset pregunta a quién sube sobre cómo cree que tomamos las decisiones, si con el corazón o con la razón. Con un salpicadero (gran palabra, por cierto) lleno de libros de psicología, inicia un debate que cerrará con Marcus.
Punset consigue que el pensamiento científico penetre en la cultura popular y hasta plantea cuestiones como el hecho de que la gente se plantea la búsqueda de la felicidad, precisamente, porque tiene tiempo.
Hasta ahora, dice Punset, importaba saber si hay vida después de la muerte, pero Redes quiere saber si hay vida antes de la muerte (no entraremos ahora en un debate teológico, pero nuestro científico favorito suele moverse hacia las dos direcciones ), por lo que insiste con Marcus sobre los efectos prácticos de la felicidad y sobre cómo nos las arreglamos en la vida cotidiana para ser felices. El bueno de Marcus plantea aspectos como reformularnos constantemente la pregunta o tener en cuenta que la vida no es una línea recta con acontecimientos previsibles, sino una curva constante y con tachones. Marcus también sugiere que hace falta que nos preguntemos cuándo cometemos errores y cómo podemos evitarlos y que tengamos claro que los grandes planes no funcionan, para acabar cayendo en nuestros placeres y tentaciones, como asirnos a la comodidad de la telebasura. ¿La solución? Conductas de emergencia, fomentar decisiones pequeñas para salir y no obsesionarse con llegar a una meta. Este cóctel, según Marcus, nos acerca a la felicidad.
Televisivamente hablando,
Redes es la felicidad: inteligencia, reto y divulgación. Opten por buscar alternativas a las aburridas autopistas en línea recta de la vida. Tomen atajos, veredas imposibles y caminos secundarios de final incierto. Sean felices.
Si quieres comentar o