Está la radio: Diario Pop, Fluido Rosa, Disco Grande… pero también Afectos en la noche, El Larguero, Milenio 3… algunos programas desconocidos de jazz (Club de Jazz)… Cuando era pequeño, casi hasta la adolescencia, tenía miedo de todo. Me daban miedo especialmente las arañas, los esqueletos en el armario, los puntos luminosos bajo la cama, los desconocidos entrando por la ventana (aunque yo viviera en un noveno). La radio me ayudó a superar esos miedos, entreteniendo mis alucinaciones; me colocaba un extremo de los auriculares (el otro nunca funcionaba) en el oído izquierdo, y pronto acudían para rescatarme voces tiernas, sugerentes, cosméticas, dándome algo amable que escuchar, adormeciendo mi instinto de buscar formas inquietantes en las sombras. Recomendación absoluta: la película
Radio Encubierta, de Richard Curtis, una historia hecha con pasión por la música (y la pasión por lo que a uno le importa es realmente lo que debe ser cuidado).
Está el resto de Aficionados: gente enferma de música como yo. Algunos se lo toman muy en serio, y otros son más tranquilos. Con muchos se comparten gustos y opiniones; con otros no se concuerda para nada. Pero la clave está en algo que la radio obliga a hacer: escuchar. Y los Aficionados, para estar siempre con el oído pegado al transistor (me encanta esta palabra, me recuerda a mi abuelo con su silla de playa y el invento junto a la oreja, con el Carrusel Deportivo, aunque no fuera necesario colocárselo de ese modo, ni tampoco estirar la antena todo lo posible, hasta la estratosfera) solemos despreciar pronto a los que oyen música más accesible que nosotros, que nos enorgullecemos de haber descubierto música que únicamente conocen dos o tres tíos como nosotros, bastante necesitados de un poco más de luz solar, para qué negarlo.
Las revistas de música y los periodistas y críticos: es el libro de texto del Aficionado. No sólo da nuevos nombres que apuntar en una lista que nunca termina de revisarse. También proporcionan intensos debates. Un histórico: ¿Qué te parece el disco
Load, de
Metallica? Los que comprábamos la mítica revista heavy
Kerrang!, nos tragamos durante demasiado tiempo una enorme cantidad de opiniones sobre este tema. Estoy más formado en argumentos y réplicas sobre el disco blando de los californianos (para mí, su historia acaba con …
and Justice for All) que sobre la energía nuclear en España (algo que es obviamente más importante). Con el paso del tiempo, uno acaba por enterarse de que los debates alrededor de los cambios estilísticos de un artista no son tan trascendentales. Peor aún, ocurre más a menudo de lo que se imagina: U2 se enfrentó a las críticas después de
The Joshua Tree, Bob Dylan se enfrentó a las críticas (le gritaron Judas cuando introdujo la guitarra eléctrica y el teclado)…
Madonna y el recientemente desaparecido
Michael Jackson se enfrentaron a las críticas, y todavía lo hacen… y no siempre se trató de una batalla perdida para ambos.
El resto de profesionales del sector: Los productores. Los ingenieros de sonido. Los representantes. Los cazadores de talentos. Etcétera. Detrás de los clásicos, hay nombres de los que dependió tanto el resultado, como de los mismos autores de esas obras maestras. Así,
The Freewhelin´ de Bob Dylan, también se debió en gran medida al trabajo del productor
John Hammond (y lo mismo con obras de
Bruce Springsteen), determinante también en la carrera del cantante folk
Pete Seeger, y nombre destacado en el jazz (lanzó las carreras de
Billie Holliday,
Aretha Franklin, y
Count Basie). Y también está Tony Wilson, que en su programa musical de
Granada TV dio a conocer a bandas como
Happy Mondays, o
New Order. En su club
The Haçienda, dio a conocer a
Joy Division,
Cabaret Voltaire, y allí se detectó el epicentro de la “movida” de Manchester en los ochenta. Fundó una discográfica (Factory Records), y vestía y se conducía de un modo muy extravagante, entre otros logros. La excelente película
24 Hour Party People, de Michael Winterbottom, cuenta la historia.
Los amigos: auténticos mentores musicales. No te llama la atención un artista hasta que un amigo te lo recomienda, y te pregunta cómo puedes seguir vivo sin conocerle. Un amigo me llevó a descubrir a The Pixies, aún a pesar de mis reacciones de indiferencia; otro hizo lo propio con
David Bowie; uno me proporcionó, muy recientemente, un buen rato con su recomendación encarecida del
Nebraska, de Springsteen, aun con mi recelo. Una cosa positiva del arte en general es que se contagia, con independencia de la capacidad del individuo que se enfrenta a una experiencia artística. La publicidad se ha convertido en necesaria dentro de nuestro mundo de nuevas necesidades en el consumo (camufladas bajo el nombre de “nuevos valores”).
Como dice la canción
Logo, del argentino
Kevin Johansen:
Compre todo ahora porque ahora ya es mañana
Y mañana ya va a ser pasado
Si no compra todo, seguro lo compra otro
Y después, seguro se lamentará
Todo ´on sale´, aprovecha que sale temprano
Y sin más demora
Si no compra ahora, va a caer en bancarrota
Espiritual, Intelectual y Emocional
El Yoga, en boga y la toga…
Orgánico, higiénico, transgénico…
El Mantra, el tantra, el “chantra”…
El Rock Star, el Pop Star, el “Old Star”…
Recuerdo cosas de otros tiempos,
De cuando el Almacén no tenía luces de neón
Cuando el paraíso no tenía marquesina…
La publicidad no lo es todo, no mientras podamos ir a nuestros semejantes por nuestra cuenta y hablarles directamente de lo que nos preocupa, o lo que nos interesa. El ente publicitario lo está reconociendo, y por eso los esfuerzos están centrados en hacer que la sociedad hable de lo que quiere vender. Porque en hablar, y no en escuchar, está el engaño fácil. Un engaño en el que todos caemos, sin excepción.
Uno de mis grupos favoritos de todos los tiempos es
Duran Duran. Su mayor éxito fue una enorme canción, hermosa como las flores de almendro, llamada
Ordinary World. Y habla también de todo esto:
Came in from a rainy Thursday
On the avenue
Thought I heard you talking softly
I turned on the lights, the TV
And the radio
Still I can´t escape the ghost of you
What has happened to it all?
Crazy, some´d say
Where is the life that I recognize?
Gone away
But I won´t cry for yesterday
There´s an ordinary world
Somehow I have to find
And as I try to make my way
To the ordinary world
I will learn to survive
Passion or coincidence
Once prompted you to say
"Pride will tear us both apart"
Well now pride´s gone out the window
Cross the rooftops
Run away
Left me in the vacuum of my heart
What is happening to me?
Crazy, some´d say
Where is my friend when I need you most?
Gone away
(Vine de un jueves lluvioso
por la avenida,
aunque te escuché hablar suavemente
encendí las luces, la TV,
y la radio…
sigo sin poder escapar de tu fantasma
¿Qué es lo que ocurre?
Locura, algunos dirían
¿Dónde está la vida que ya no reconozco?
Se marchó.
Pero no lloraré por el ayer
hay un mundo ordinario
que de alguna forma tengo que encontrar
Y si mientras intento hacer mi camino
por el mundo ordinario
aprenderé a sobrevivir
Pasión o coincidencia
Una vez te incité a decir
"El orgullo nos destrozará"
bien, ahora el orgullo se fue por la ventana
cruzó las azoteas
se escapó
me dejó con el vacío de mi corazón
¿Qué me está pasando?
Locura, algunos dirían
¿Dónde está mi amigo cuando más lo necesito?
Se marchó…)
Los días y las noches atraviesan este mundo ordinario y gris. Propaganda y carteles de conciertos amarillean y se comban, se retuercen, por la acción del sol, sobre muros fríos en los que se recuerda que la responsable es la empresa que anuncia. Se forman capas y capas de cartel sobre cartel, hasta obtener la densidad del muro de Berlín. Son un montón de oportunidades, tomadas o abandonadas, que se nos presentan para formar una interesante cantidad de experiencias para memorizar, o para desear el olvido.
When routine bites hard,
and ambitions are low,
and resentments ride high,
but emotions won´t grow,
and we´re changing our ways, taking different roads.
Then love, love will tear us apart again.
(Cuando la rutina aprieta,
y las ambiciones están por los suelos,
y el resentimiento cabalga fuerte,
las emociones no crecen.
Y al cambiar nuestros caminos,
tomando carreteras diferentes.
El amor, el amor nos separará otra vez.)
Yo me identifico a veces con las letras de
Ian Curtis, el cantante de Joy Division, que se suicidó con veintitrés años, justo antes de iniciar la conquista del territorio musical norteamericano. Va más allá
de que me guste su poesía; sus letras y la música de esta banda son parte de mi, pues su música no fue analizada ni degustada, sino vivida y asimilada como parte de mi carácter. Y aunque casi nadie lo crea, entiendo su tristeza, aunque yo naciera el año que él falleció, sin posibilidad alguna de coincidir en el planeta. Comprendo perfectamente esa frase, “el amor nos separará”. El amor nos desgarrará de nuestra carne, nos destrozará, nos hará mil pedazos. El amor alcanza y destruye más corazones que el orgullo, el miedo, y el odio juntos.
Una vez mi padre abrió la puerta de mi habitación. Habíamos discutido hacía un rato. Una discusión muy fuerte. Sobre principios, más que sobre intereses. Yo estaba enfadado, así que había apagado la luz, me había puesto en el walkman el único grupo agresivo de verdad que tenía en mi cajón donde guardaba los cassettes; en la oscuridad, yo lloraba más de rabia que de otra cosa, mientras el cantante (eufemismo curioso para una banda llamada Brujería) decía cosas de ´la migra´ (la guardia fronteriza de México), algo de cortar cabezas, me parece.
Ahora soy un poco más maduro, pero entonces era joven e impresionable. Mi padre, que nunca ha creído en Dios, que siempre consideró la iglesia una pérdida total de tiempo, y a los pastores evangélicos unos timadores sin escrúpulos, se quedó de pie en el umbral de la puerta, y me dijo algo que no olvidaré, pues aunque cueste reconocerlo, fue una lección de integridad. Dijo que ya iba siendo el momento de elegir entre un camino u otro, entre la luz y la oscuridad. Y era cierto, pues mientras yo iba a la iglesia varias veces por semana, aquella misma tarde habíamos discutido porque robé veinte céntimos (bueno, su equivalencia en pesetas), y porque poco antes descubrieron que yo escondía un porro en las zapatillas. A lo mejor estoy siendo exagerado en mis confesiones (aunque esto pudo ocurrirme a mi, o a un conocido, recuerden lo primero que dije en esta serie:
a partir de la siguiente frase, todo lo que diga sobre mí, y sobre el tema que escribo, será completamente cierto), porque, en el momento que escribo esto son las dos de la mañana, y tengo que levantarme al día siguiente a las seis menos cuarto para ir al trabajo; pero no me importa hacer por una vez de culpable y admitir que el problema de fondo no es que uno esconda de vez en cuando sus opiniones morales, o sus creencias. La cuestión está en que llega un momento en que los mentores (musicales o de cualquier tipo) dejan de alumbrar el camino, para cegarnos completamente. O que hay que hacer el esfuerzo de tomar decisiones que cambiarán nuestra vida para siempre. O que por un lado está el amor, mejor dicho, el Amor, y por otro el orgullo, el miedo, y el odio. O sencillamente, que no se puede servir a dos señores distintos.
(Continuará)
Artículo escrito por Daniel Jándula
- 23, Duran Duran – Ordinary World
- 24, Joy Division – Love Will Tear Us Apart
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