Abdías es
pastor, profesor de teología y abogado. En primer lugar nos comparte que
existen focos de intolerancia hacia los evangélicos en Chiapas. Señala que los casos van desde cierta discriminación y desdén por parte de autoridades municipales y estatales para con las iglesias evangélicas y sus dirigentes; hasta abiertas acciones de hostigamiento y persecución que padecen los indios e indias protestantes en varios lugares.
Afirma que en el caso de las comunidades indígenas
el centro en contra de los evangélicos ha cambiado del municipio más hostil (Chamula) hacia uno colindante con éste (Zinacantán). Señala que es en el poblado de Nachig donde en los últimos meses han arreciado los ataques de los tradicionalistas para con los evangélicos.
Con el fin de conocer a nuestro entrevistado es necesario citar algunos datos de su trasfondo y trayectoria en la denuncia de las persecuciones.
Abdías Tovilla concluye sus estudios teológicos en la ciudad de México en 1979. Al siguiente año inicia su ministerio pastoral en una población de la Sierra Madre de Chiapas, en las cercanías de la frontera con Guatemala. En febrero de 1981 muda su domicilio a la antigua capital chiapaneca, San Cristóbal de Las Casas. Desde su llegada comprueba las ominosas condiciones en que se desarrolla la vida cotidiana de los indígenas protestantes de la etnia tzotzil, particularmente los chamulas. Un trágico acontecimiento sacude su vocación pastoral: el violentísimo asesinato (24 de julio de 1981) del principal líder evangélico chamula, Miguel
Caxlán. Del crimen dimos pormenores en una serie publicada en
Protestante Digital.
El sangriento fin de la vida de Miguel Caxlán es uno de los principales factores que llevan a Abdías Tovilla a estudiar derecho en la Universidad Autónoma de Chiapas, cuya Facultad de Leyes tenía, y tiene, su sede en San Cristóbal de Las Casas. En 1985 termina sus estudios de abogacía, pero desde antes se involucra en la defensa legal de los protestantes perseguidos. En La Facultad de Derecho conoce a otros estudiantes evangélicos, con algunos de ellos da origen en 1984 a lo que sería el Comité Estatal de Defensa Evangélica de Chiapas. Ese mismo año ingresan al Comité Ejecutivo del organismo los estudiantes de leyes Isidro Gómez Entzín (indígena tzeltal) y los mestizos Efraín Sánchez, Abraham Martínez y Octavio Guillén.
Abdías Tovilla Jaime cuenta en su haber con un valioso archivo de las denuncias levantadas ante las autoridades gubernamentales de Chiapas, entre el periodo 1984-2004. Le he comentado que bien podría hacer una selección de esos documentos, escribir una introducción y publicar un libro que sería testimonio documental de las atrocidades padecidas por los indígenas evangélicos en la defensa de su derecho a cambiar de credo religioso, de su decisión a optar por una creencia distinta a la católica romana, así como a la tradicional que mezcla elementos de la religiosidad india.
En 1992 Abdías participa, los días 22 y 23 de julio, en la
Audiencia pública sobre las expulsiones indígenas y el respeto a las culturas, costumbres y tradiciones de esos pueblos, convocada por el Congreso de Chiapas. En su intervención Tovilla Jaime señala con enjundia que a los indígenas evangélicos se les niega flagrantemente su derecho a cambiar de religión. Cita el artículo 18 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y denuncia que éste es letra muerta en Chiapas. Semanas después de la
Audiencia el escritor Carlos Monsiváis me comenta sus impresiones, él asiste a la sesión en la que Abdías Tovilla hace su exposición, y se declara indignado ante la sordera y miopía del auditorio para entender las razones expuestas por el pastor y abogado.
De regreso a la conversación que sostuvimos con Abdías Tovilla, que tuvo lugar en San Cristóbal de Las Casas, él menciona que claramente son los funcionarios menores y medios quienes obstaculizan la solución legal y justa a conflictos como los de Nachig, en Zinacantan, donde los tradicionalistas le han cortado los servicios de energía eléctrica y agua a los evangélicos que se resisten a dar cooperaciones económicas para fiestas cuyo contenido religioso no comparten, o rechazan ejercer cargos tradicionales que igualmente consideran ajenos a su nueva identidad religiosa.
Incluso Tovilla va más allá y afirma que
el Subsecretario de Asuntos Religiosos de Chiapas, Enrique Ramírez Coronado, es reacio a comprender la simbiosis que existe entre los valores culturales de los indígenas tradicionalistas y su religiosidad. Abdías asevera con vigor que la cultura es un resultado histórico, y que en el caso de los indígenas el elemento religioso siempre está presente, por lo que es ilusorio pretender, como a su parecer lo hace el Subsecretario de Asuntos Religiosos, la existencia de una cultura tradicionalista libre de una religiosidad construida históricamente.
Además, enfatiza, los indígenas evangélicos están en su derecho de no compartir los valores culturales tradicionales, ya que en las sociedades indias –que experimentan un proceso creciente de diversificación- no se puede ni debe universalizar valores de un grupo e imponerlos al resto de la comunidad.
Nos comenta la paradoja de que mientras por un lado Chiapas es la entidad mexicana con mayor población protestante/evangélica, por el otro sea donde se han dado más casos de hostigamientos y persecuciones contra esos creyentes. Usa los términos resurgimiento y recrudecimiento de los casos de intolerancia religiosa, en los últimos dos años, para referirse a la situación presente que vive Chiapas.
Sostiene que no solamente en Zinacantán, sino también en otros municipios como Socoltenango, Venustiano Carranza, Las Margaritas y Villaflores existen amenazas de expulsiones contra los protestantes, así como restricciones a los ministros evangélicos. Comenta que en Villa de las Rosas, Teopisca y San Cristóbal de Las Casas, los ayuntamientos municipales (los regidores) han emitido decretos en los que no se permite a las iglesias manifestarse públicamente, ni hacer proselitismo personal o grupal. Dice que tales decretos son violatorios de las garantías individuales consagradas por la Constitución de la República. En el extremo se encuentra, manifiesta, el caso del presidente municipal de Villa de Las Rosas, quien externó que prohibía las actividades públicas de los evangélicos porque él era católico, apostólico y romano; y que no le gustaban los cristianos protestantes.
Dado que en su carácter de asesor jurídico del Consejo de Iglesias Evangélicas de Chiapas Abdías Tovilla, asistió hace unos días a una reunión del organismo eclesial con el gobernador de Chiapas, Juan Sabines Guerrero, declara que en tal encuentro se le presentó al mandatario estatal la inconformidad con la actuación de funcionarios de su gobierno con respecto a cómo han enfrentado los casos de agresiones a los evangélicos. Sabines, de acuerdo con Tovilla Jaime, se comprometió a dar mayor atención a los casos denunciados. Sin embargo, aclara, él no tiene muchas esperanzas de que así vaya a ser porque si el gobernador delega la solución en los funcionarios que antes han fallado, entonces el panorama no es halagüeño.
Dejamos al dirigente de la Iglesia Nacional Presbiteriana Renovada, que tiene cierta orientación de corte pentecostal, ocupado en la realización de más actividades. Entre éstas, ultimar los detalles de los nuevos cursos del Seminario Teológico Miguel
Caxlán, donde se prepararan pastores y pastoras que van a servir a las iglesias chiapanecas.
Si quieres comentar o