En un trabajo realizado por Carolina Rivera Farfán (“Protestantismo y liberalismo en la frontera oriental de Chiapas”,
Pueblos y Fronteras, núm. 2, noviembre de 2001) se hace la afirmación de que
José Coffin era un misionero norteamericano. Es una equivocación, ya que el segundo apellido del falsamente señalado como estadounidense era
Sánchez, y éste dato debió llamar la atención de la investigadora para, por lo menos, indagar un poco más acerca del personaje.
Coffin Sánchez fue hijo de un norteamericano de origen escocés (Joseph Coffin Deems), y de una mexicana oriunda de Tabasco (Tomasa Sánchez). La formación de Coffin en la fe evangélica tuvo lugar íntegramente en México, en instituciones mexicanas y en castellano. Él pertenece a las primeras generaciones de protestantes en nuestro país, y no vino del norte sino que fue un hijo del sureste mexicano.
En otra investigación reciente se proporcionan datos sobre
Coffin Sánchez que de manera equivocada señalan su extranjería, además se le adjudica ser el personaje que inicia la obra evangélica en la zona tojolabal: “La obra misionera de los presbiterianos fue iniciativa del pastor estadounidense José Koffin, que había ´traído el Evangelio a la cabecera municipal cuando fundó el templo de la Iglesia Presbiteriana del Divino Salvador de Las Margaritas, la cual estaba compuesta en sus inicios sólo por ´mestizos´. Igual que los agentes de pastoral católicos, Koffin y sus acompañantes recorrían los caminos hacia el interior de la selva a pie durante largas jornadas para ´llevar el Evangelio´ a las colonias, comunidades y ejidos” (
La comunidad armada rebelde. Un estudio histórico y sociológico sobre las bases de apoyo zapatistas en las cañadas tojolabales de la Selva lacandona (1930-2003), El Colegio de México, México, 2007, p. 246).
Lo citado en el párrafo anterior requiere algunas aclaraciones. Lo evidente es el error en la forma de escribir el apellido del misionero tabasqueño. Por otra parte, como veremos más adelante, carece de sustento la afirmación de que José Coffin haya sido quien inicialmente difundiera el protestantismo en la zona tojolabal. Por último, a contracorriente de lo que dice Marco Estrada Saavedra, fueron los agentes de pastoral católicos los que siguieron la estrategia de Coffin –y otros misioneros evangélicos- de ir en busca de las comunidades. Por lo tanto, a Coffin y otros evangelizadores protestantes les corresponde el ser pioneros en la tarea de adentrarse en las poblaciones tojolabales en lugar de esperar que éstas viniesen a ellos; y no a los catequistas católicos de la diócesis encabezada por el obispo Samuel Ruiz García.
A Coffin se debe la incorporación al presbiterianismo de varios núcleos evangélicos dispersos por la intrincada geografía chiapaneca. Tanto él como su esposa, Luz Otero, apoyaron el movimiento revolucionario de 1910. De su identificación con la insurrección contra la dictadura de Porfirio Díaz dejó claras muestras en la biografía que escribió sobre el General Gutiérrez, un tabasqueño presbiteriano y revolucionario (
El General Gutiérrez, héroe presbiteriano de la Revolución maderista en Tabasco, Publicaciones El Faro, México, 1912).
Por su parte Luz Otero fue maestra de primaria y “doctrina en las iglesias que pastoreó su esposo… gran humanista que restañó heridas y dolores con su brigada de (la) Cruz Roja Tabasqueña de los que caían en las acciones de la Revolución maderista y después Constitucionalista” (Alberto Rosales Pérez,
Historia de la Iglesia Nacional Presbiteriana El Divino Salvador de la Ciudad de México, 1869-1922, edición del autor, México, D.F., 1998).
Llamo la atención a que la confusión de quienes han sostenido que Coffin fue un misionero estadounidense se debe, así lo creo, a la falta de rigor en las investigaciones que fallan al pasar por alto algunas fuentes evangélicas que, de haberlas consultado, necesariamente habrían evitado brindar información errática.
La extensa cita que sigue se justifica por el lugar que ocupa José Coffin como participante primordial en la difusión del evangelicalismo en Chiapas y como organizador de las células que por otras iniciativas espontáneas existían cuando él llegó a la entidad.
José Coffin, fiel siervo de nuestro Señor Jesucristo, era natural del estado de Tabasco en la región de La Chontalpa. Su padre era norteamericano de ascendencia escocesa (cuando los Estados Unidos del sur perdieron la guerra civil, saliendo triunfadores los Estados del Norte, él, el padre del hermano Coffin y otras personas salieron de su país para no volver jamás). La madre del citado hermano Coffin era originaria de Tabasco. Fue educado desde niño en el Evangelio y ya de joven decidió dedicarse al ministerio. Ingresó al Seminario Presbiteriano que para ese tiempo se había cambiado a Coyoacán, México, D.F. Se graduó en la primera generación que salió de allí en el año 1904, cuando aún era estudiante seminarista prestó sus servicios a la Iglesia presbiteriana de Veracruz, porque en el Seminario los estudiantes eran enviados como colportores a las diferentes regiones del país. También al hermano José Coffin en ese tiempo le toco salir por Jalpan, Coatepec, Xico, Teocelo y Huatusco. En Teocelo un fanático lo iba a asesinar, pero escapó el hermano Coffin milagrosamente. Al salir del Seminario ya graduado le tocó pastorear en la iglesia de Veracruz, Ver., en la cual desarrolló un intenso programa de trabajo evangelístico. En ese tiempo la iglesia de Veracruz fue una de las primeras en todo sentido. Ya siendo pastor ordenado en compañía del misionero N. J. Elliot y del señor J. Miraval Lausan, establecieron la obra médica que duró varios años dando buenos frutos. La iglesia tenía una escuela en Paraíso, Tabasco, y ya estando casado con la profesora Luz Otero, a los esposos Coffin les fue encomendada dicha escuela que atendieron durante algunos años. Este mismo hermano fue fundador en Tabasco de la Cruz Roja en tiempos de la Revolución. Su obra evangelística fue grande. Más tarde trabajó en Chiapas. A su trabajo él le llamaba ruralismo y tenía razón, pues como pionero en Chiapas hacía recorridos en todo el estado a pie y algunas veces a caballo. Su campo de acción fue bastante extenso, teniendo que trabajar mucho para poder atender ese campo, pues allí los ministros escaseaban.
Su obra principal consistió en saber aprovechar a los laicos de preferencia en Chiapas en donde atendía muchas congregaciones formadas por él con personas que él mismo preparaba de las mismas congregaciones. El era un visitador incansable e instructor, además de buen teólogo (Esponda, 1986:165-166). Fue el primer presidente de la Asamblea General (1947), órgano máximo de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México (Saúl Tijerina, Peregrinaje de un pueblo, Centro de Comunicaciones Audiovisuales del Sureste, San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, 1993).
A lo anterior cabe agregarle algunos otros datos: el padre de José Coffin, de nombre Joseph, llega a Tabasco junto con otros cuatro soldados confederados, para escapar al dominio yankee. Los cinco procedían de Kentucky, el líder del grupo, Johnny Greene, procrea varios hijos con una mujer de apellido Ramírez. Un hijo de éste, Carlos, por el tiempo en que se discute y aprueba la Constitución de 1917, dirige el Partido Radical Tabasqueño. Tras la lucha con otras facciones revolucionarias, entre ellas la representada por el Partido Liberal Constitucionalista, Carlos Greene toma posesión como gobernador de la entidad el 10 de marzo de 1919. Encabeza la rebelión delahuertista de 1924 en Tabasco, la que, como en el conjunto del país, fracasa y es fusilado, junto con su hermano Alejandro, el 30 de noviembre.
También debemos agregar que Coffin comienza a visitar Tapachula, Chiapas, por invitación de núcleos de creyentes en esa ciudad. Al irse multiplicando, los evangélicos de la región solicitan a la Iglesia presbiteriana en la ciudad de México ayuda pastoral y educativa. La petición es turnada al Presbiterio del Golfo, donde responden comisionando a José Coffin y su esposa para que atiendan las necesidades expuestas por los solicitantes. Ambos comienzan sus tareas en 1920 (Samuel Hofman, “The History of the Chiapas Mission”,
Reformed Review, Autumn, 2004, vol. 58, no. 1.2004:4).
Debido a que la obra presbiteriana se extendía y consolidaba por todo Chiapas, Coffin solicita ayuda externa, al Prebyterian Mission Board. La respuesta es que dicha Misión tiene personal y recursos ocupados en otros lugares, lo que hace imposible una respuesta afirmativa. Sin embargo el organismo turna la solicitud a Iglesia Reformada en América. El Board of Foreign Missions de la Iglesia Reformada declara que carece de medios, por estar enfocados en otras partes, para enviar misioneros a Chiapas. Pero una organización más pequeña de la misma Iglesia Reformada, la Women´s Board of Domestic Missions, toma el reto para sí.
Es comisionado un grupo de cuatro personas para emprender el viaje de New York a Tapachula. Hacen la extensa travesía Edith A. Allen, Ada Quimby Knox, y los pastores G. Watermulder y Henry Sluyter. En particular Edith queda muy impresionada por la visita y las oportunidades de hacer misión en un contexto como el chiapaneco. La búsqueda de fondos y voluntarios para enviarlos a Tapachula tiene respuesta, de tal manera que en una publicación fechada el 3 de junio de 1925 la Iglesia Reformada en América brinda entusiasta respuesta a la invitación encabezada por Coffin:
¡Sí, en el nombre de Cristo y su poder iremos para ayudarles, hermanos indígenas de Chiapas! Vamos ir, honorable hermano José Coffin, y todos los otros amados del Maestro allí cuyos nombres todavía no sabemos. Bendito Padre celestial, guíanos y que Aquel vaya con nosotros a Chiapas para realizar toda la gran obra a la que nuestra Misión está llamada (Hofman, 2004:6).
El acuerdo entre la Iglesia Presbiteriana del Norte, la Reformada en América y el Presbiterio del Golfo de México, acto en que como ya dijimos antes participó José Coffin, resultó en el arribo a nuestro país de John Kempers, junto con su esposa Mabel, en diciembre de 1925. Él entonces tenía 25 años de edad, graduado de Hope Collage y tenía una maestría de la Universidad de Princeton. Había trabajado un verano en la Comanche Indian Mission de Lawton, Oklahoma, bajo las órdenes del pastor Richard Harper, quien lo recomendó a la Junta Misionera para ser enviado a Chiapas. Ella se graduó en el Hope College, y contrajo matrimonio con John en agosto de 1925 (Hofman, 2004:6).
Después de algún tiempo en Jalapa, Veracruz, y la ciudad de México para estudiar español, ambos llegaron a Tapachula “un caluroso 5 de mayo de 1926” (Kempers, s/f:2), para sumarse a los trabajos de Coffin y muchos otros creyentes chiapanecos que tenían a su cargo los liderazgos locales. Permanecieron en Chiapas, donde vivieron en distintas ciudades, cuarenta años y salieron otro caluroso 5 de mayo de 1966. El trabajo de los Kempers consistió, básicamente, en apoyar a los líderes congregacionales, en capacitar doctrinalmente a los conversos con potencial para dirigir a las iglesias y en la producción de materiales impresos (destaca entre ellos el órgano oficial del Presbiterio de Chiapas,
El Despertador). El mismo Kempers deja constancia de que cuando llegó a Tapachula, Coffin ya había logrado que algunas congregaciones independientes se sumaran a la Iglesia presbiteriana, las que junto con los trabajos propiamente iniciados por ella habían fructificado en cuatro consistorios.(1)
Por su parte a José Coffin, de quien ya hemos dado extensos datos, le correspondió jugar un doble papel. En algunas zonas de Chiapas fue él quien inició casi de cero la obra. En otras partes fue el organizador de grupos evangélicos ya existentes, a los que vinculó a la Iglesia presbiteriana. Además de pastorear la Iglesia de Tapachula, y visitar al grupo de Tuxtla Gutiérrez, al que le oficia la Santa cena por primera vez en 1920, Coffin realizó largos recorridos misioneros por todo Chiapas. Un reportaje aparecido en una revista evangélica de Estados Unidos (1925), y firmado por el autor sólo con sus iniciales, describía los avances logrados por el misionero mexicano en consolidar el presbiterianismo, construir el templo respectivo y salones escolares, así como implantar la Cruz Roja en la ciudad. El cronista agregaba:
El pastor Coffin no sólo mantiene el importante centro (presbiteriano) de Tapachula, sino que también ministra a los grupos de creyentes de los distritos rurales en los que el trabajo inició con los colportores y obreros del Evangelio que a caballo llegaron a ellos cruzando bosques y junglas.
El pastor Coffin no sólo ha mantenido estos grupos sino que incluso ha levantado nuevas células por todo el estado, el número total de grupos se eleva a 81. Sus largas travesías en este ministerio rural lo mantienen en la silla de montar y lejos de casa. Es inspirador conocer que a pesar de su pobreza estas congregaciones rurales se sostienen por sí mismas, proveyendo sencillas edificaciones como lugares de reunión y entre ellos cubren los costos del ministerio. Todavía hay miles –indios y otros- en este gran estado que esperan un obrero del Evangelio (E. H. A., “Seen and Felt in Mexico”, The Christian Intelligencer and Mission Field, June 3, 1925, pp. 340-341).
En cuanto Coffin recibía noticias de que algún grupo evangélico estaba en gestación, tan pronto como le era posible iba a visitarlo para orientarle con respecto a las características del presbiterianismo. Esto hizo en Las Margaritas y Comitán (1921), San Cristóbal de Las Casas (1926) y en otros municipios aledaños a Tapachula y Tuxtla. Para 1939 habían proliferado tantos frentes de la obra en el estado, que el Presbiterio del Golfo de México decidió que las tareas de coordinación de la obra en la entidad se dividieran entre dos personas. El designado fue Ezequiel Lango, quien dos años antes había llegado a Tuxtla para copastorear, junto con John Kempers, las iglesias presbiterianas de la capital estatal y San Cristóbal de Las Casas
Pero si a Coffin le han adjudicado una oriundez falsa, a los sencillos misioneros chiapanecos les ha ido peor en el recuento de cómo fueron los orígenes del cristianismo evangélico en algunas regiones de Chiapas. Simplemente se les ha ignorado, se les ha “desparecido” de la historia y nos son pocos los investigadores que en esa operación continúan afirmando que se debe a misioneros venidos de Estados Unidos la expansión del protestantismo. Vamos a proporcionar al menos dos casos que, de tenerse en cuanta, deberían servir para reconfigurar las explicaciones tradicionales acerca del rol dominante de los estadounidenses en la proliferación del cristianismo evangélico en territorio chiapaneco.
En la zona chol, alrededor de 1915, se establece en Tumbalá un carpintero nativo de Chilón o Yajalón, y de quien sólo se sabe que se llamaba Cirio. El inmigrante abrió un taller para ofrecer servicios relativos a su oficio. Esto le proveyó contactos e intercambios naturales con los pobladores, situación que facilita difundir entre ello(a)s sus creencias: “Como a su taller acudían personas a pedir les hiciera algunos trabajos, ese señor llamado Cirio entabló amistad con la gente del pueblo, circunstancia que aprovechó para hablarles del mensaje de salvación. Se carece de los datos de cuándo él conoció el Evangelio del Señor, como tampoco se sabe la fuente de dónde ni por conducto de quién” (Esponda,
El presbiterianismo en Chiapas, orígenes y desarrollo, Publicaciones El Faro, México, 1986, p. 52).
Los primeros convertidos por la evangelización de Cirio se reunieron un tiempo en casa de éste. Al morir el carpintero los creyentes mudaron sus reuniones al domicilio de otro correligionario, Amador González, residente de Tumbalá pero original de Yajalón. Para 1919, cuando comenzó sus visitas a esta congregación José Coffin, ya existían 40 familias que se identificaban con la agrupación no católica. Por otra parte contamos con el testimonio de la misionera del Instituto Lingüistico de Verano, Marianna Slocum, cuando ella se sorprende al llegar a la zona chol, en 1940, y se encuentra con la existencia de una congregación evangélica en Tumbalá, posiblemente haya sido la misma que la iniciada por el carpintero Cirio (Slocum,
The Good Seed, Promise, Publishing Company, Orange, California, 1988).
La inserción del evangelicalismo en la zona de Margaritas y Comitán, estuvo a cargo de dos trabajadores del municipio de Comitán (Emiliano López Hernández, de Cajcam, y Pablo Espinoza, de Yocnajab), que emigraron a finales de 1918 al Soconusco para laborar en las fincas cafetaleras de tierra caliente en la costa de Chiapas. Ambos son evangelizados por jornaleros que al parecer se congregaban en la Iglesia presbiteriana de Tapachula. Ya convertidos al protestantismo retornan a sus poblaciones. Su activismo en Cajcam se refleja rápidamente en la realización del primer culto formal a mediados de 1919. Lo que sí le corresponde a Coffin es la consolidación de lo iniciado por los propios creyentes locales. Es así que en abril de 1921 llega Coffin para bautizar a los creyentes, celebrar matrimonios y conocer a los ancianos gobernantes. De Cajcam el presbiterianismo se extendió a Las Margaritas, lo que sucedió entre 1920 y 1921. En este municipio la recepción de miembros en plena comunión(2) la presidió Coffin Sánchez a principios de 1923.
En el rescate de la memoria protestante es necesario hurgar para hacer emerger el rol que desempeñaron humildes y sencillos creyentes evangélicos, los que han sido “desaparecidos” por el descuido metodológico que sobrevalora a los misioneros llegados del norte.
1) El Consistorio es el órgano de gobierno de una iglesia local presbiteriana, de la que a su vez dependen grupos más pequeños conocidos como congregaciones y misiones. Unas y otras deben cubrir determinados requisitos para aspirar a ser constituidas como iglesias. El Consistorio está formado por el pastor y los ancianos gobernantes (así se les llama, aunque entre ellos pueda haber personas que no sean ancianos en términos de edad), que son elegidos por la membresía de la iglesia local.
2) Los miembros en plena comunión lo son después de haber pasado por la conversión, discipulado en las creencias doctrinales del grupo y el bautismo.
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