La imagen suena un poco
emo, pero oír a la
frontwoman de
Flyleaf te deja un poco
out los 3 minutos que dura la primera canción (“I´m so sick”) de su único disco
(
Flyleaf, 2005).
En el contexto del rock duro los hombres son mayoría absoluta. Ver a una chica entre guitarras distorsionadas no es habitual. Flyleaf, pues, son un caso especial. Lo son, porque sin ánimo de ofender a nadie, consiguen los que seguramente Paramore o Barlowgirl no han acabado de cuajar. Muchas veces, las voces femeninas que se meten en el rock duro no acaban de encontrarse a gusto, y acaban por reducir un poco la pistonada para asentarse más cómodamente en el pop rock o el punk pop. Lacey Mosley, en cambio, no sólo se siente a gusto donde está, sino que cuesta imaginarla fuera del metal. Sacarla del contexto del rock duro sería cortar el potencial de su impactante voz. Lo dicho, es un caso especial.
Así que tenemos un grupo anormal en su composición, con un solo disco (
que ha tenido un éxito extraordinario, como remarcábamos hace unas semanas), pero que ya transmite una experiencia sólida, sacada de no se sabe muy bien dónde. El álbum para nada suena a debut, gracias en parte a la producción musical de Howard Benson (que ha dirigido trabajos de Papa Roach y My Chemical Romance).
Esta madurez se nota por ejemplo, en la contundencia con la que las canciones son atacadas desde el principio, y en la autoconfianza de la voz de Mosley, que ya a los 18 segundos de álbum, suelta un alarido
hardcore que impresiona. Para seguir después como si como si nada, como si sus cuerdas vocales estuvieran hechas para los extremos: al largo de las 11 canciones, la tejana (de Texas) tanto susurra como desgarra la voz.
¿Se come Lacey al resto del grupo? En parte sí. Suele suceder en los grupos con un o una cantante con voz especial, el resto del grupo pasa desapercibido (Coldplay con Chris Martin, por ejemplo). Pero si se hace el esfuerzo, descubrimos unas armonías muy trabajadas detrás, apoyando a la voz.
Las dos guitarras encadenan acordes poco habituales, y en algunos casos se doblan haciendo líneas musicales que cuestan de seguir. Se cruzan, siguiendo caminos difíciles de entender, que en algunas canciones hasta después de varias escuchas no parecen acabar de encajar. Los músicos (guitarras, bajo y batería) pues, al igual que la cantante, son metal-rockers, y sacándoles de ahí, difícilmente se sentirían cómodos.
El significado del término “flyleaf” lo explica Sameer Bhattacharya (guitarrita): “Flyleaf es la primera hoja en blanco en la parte frontal de un libro”. Una hoja que si la aplicáramos metafóricamente al disco (en lugar de a un libro), seguiría así, “en blanco”, sin introducciones. Cuando uno se pone a escuchar el disco, se siente forzado a entrar bruscamente en el mundo de los tejanos, sin explicaciones previas.
Una forma musical de ver la vida muy basada en el universo interior de Mosley, que suena a heridas difíciles de curar. Pero también a esperanzas radicales.
En “Breath Today”, una de las canciones que despuntan, Lacey empieza fría y cortante: “Sólo puedes moverte / tan rápidamente / como lo hace quién tienes justo delante tuyo” para apuntar después con el dedo “tantas mentiras arremolinándose / a tu alrededor / sofocándote / el molde vacío que está dentro tuyo / te roba el aire / estás sofocándote”. Las guitarras siguen, molestamente marcadas, dando profundidad al sentimiento de opresión, hasta que al final Mosley resuelve: “El aire lo tienes a un solo paso / respira hoy”.
Para Lacey, el punto central de la fe en Dios es la salvación. La cantante cambió su vida drásticamente al convertirse, y esta transformación radical marca toda su música. En “Perfect”, por ejemplo, explica: “Traté de matarte / en cambio tú intentabas salvarme”. En “All around me” esta salvación se explica en forma de rendición total: “coge mi mano / te la doy a ti / ahora te pertenezco / todo lo que soy / Dijiste que nunca me dejarías / y te creo / creo en ti”. Una salvación, además, a la que desearía responder con una fidelidad inquebrantable: “Quiero estar aquí para ti / ser alguien con quien puedas contar / el amor me inunda más allá de los huesos / quiero estar aquí para ti” (“There for you”).
En este sentido de fidelidad total también se inspira “Cassie”, la canción dedicada a una de las estudiantes que murió en la matanza de Columbine (1999). Según varios testigos, la chica fue asesinada por no negar su fe en Dios cuando uno de los asesinos la confrontó con ello. “Todas las cabezas agachadas en silencio / recordando su última frase / Ella respondió sabiendo lo que sucedería / y sus últimas palabras siguen en el aire” canta Mosley, y llega a la conclusión que Cassie misma, con su fidelidad extrema hacia Dios, “tiró del gatillo” porque consideró que tanto su vida como su muerte pertenecían a Jesús.
Es verdad, hay una cierta melancolía que fluye a través de este primer álbum de la banda. Seguramente sea fruto de una visión bastante mística de la fe. Algo que tiene su base en la vida real.
En una entrevista televisiva, Mosley explicaba como el consumo de drogas destrozó su relación con su familia y la llevó a plantearse el suicidio, cuando era aún adolescente. También recuerda cómo pese a pensar que los cristianos eran unos hipócritas, decidió seguir el consejo de su abuela y a asistir a una iglesia un domingo. Allí, alguien le habló tan directamente sobre el amor Dios, que que tuvo que plantearse la oportunidad de cargar en Jesús todo el dolor que arrastraba. “A partir de ahí todo cambió”, y la actual cantante del grupo concluye que si no hubiera sucedido ese cambio radical en su vida, “no habría escrito ni una de las canciones que he escrito”.
Así que no hay Flyleaf sin la fe radical de Mosley y sus compañeros. Algo que no deberían ignorar los centenares de miles de fans que en los últimos años han descubierto al grupo.
[Sólo un apunte más. “So I thought”, el track que cierra el álbum, es una de las mejores canciones románticas que un servidor ha escuchado en su vida].
Si quieres comentar o