Risa y sonrisa de Dios

Después de filosofar durante varias horas, pude comprobar que al escuchar el mensaje de salvación, se reían para sus adentros, haciendo afirmaciones puntuales sobre la figura de Jesús, que sabían positivamente que no me agradaban.

En un primer momento me molestó, dado mi carácter colérico, pero más tarde, reposadamente pensé la pena inmensa que supone jugarse la vida eterna sin Dios. El Señor tiene muchísima misericordia con los que no son sus hijos, pero un día ésta se acabará para aquellos que no son de él. Recordemos que la misericordia de Dios es desde la Eternidad y hasta la Eternidad sobre los que temen su nombre (salmo 103:17), y a los que no temen su nombre, qué será de ellos? El salmo 2 afirma que el que mora en los cielos se reirá. Existen otras situaciones en las que se identifica la risa de los hombres con la banalidad del placer, sin embargo y aunque no encontramos situaciones en las que Jesús estuviese riendo, todo indica a que Dios hecho carne, disfrutó, al menos en su niñez, como un niño más, jugando y en ocasiones riendo. No obstante estos pensamientos quedan dentro del apartado de la imaginación y deducción de cada uno y pueden ser origen de un debate interesante y enriquecedor. Lo importante estriba en la alegría, el gozo y la felicidad del ser humano, acompañado en ocasiones de la sonrisa, ¿por qué no?. El gozo que Dios tiene al ver a sus hijos, coherederos con Cristo, unidos y dando testimonio de él, ¿podría expresarse con una sonrisa?. La satisfacción de Dios al ver a su Hijo sentado a su diestra, es decir, al ver su Obra perfecta consumada, y poder observar el fruto de la aflicción de su alma ¿podría expresarse esa alegría en una sonrisa? Quizás a algunos les parezca que nuestra risa tiene muy poco que ver con la risa de Dios y no puedo estar más que de acuerdo con esos que piensan así, sin embargo al observar los atributos de Dios desde nuestra perspectiva inmanente, no podemos menos que establecer comparaciones con nuestros sentimientos y valores, los cuales proceden también de Dios. Del mismo modo que Dios fue encarnado en Jesucristo y vivió voluntariamente en algunas ocasiones con las limitaciones propias de un ser humano, podemos establecer una correspondencia con la expresividad de sus sentimientos de tristeza, gozo y hasta de preocupación. En una sociedad en la que Dios es tenido en poco, en la que se vive el día a día, y en la que se valora mucho más el poseer y el tener que el ser honesto o el ser sincero, conviene decir de vez en cuando que Dios es una persona cercana a cada individuo, capaz de sonreír con una Palabra de Vida y hasta de reírse de un desprecio o de un reto hecho por un pecador insensato. Nunca se me hubiese ocurrido compartir estos pensamientos si no hubiese experimentado el dolor que se siente cuando alguien se burla de la Biblia o del mismo Señor, pero si ha servido para alguien que tenga miedo se decida a ser valiente y decir en quién ha creído, ya ha valido la pena. En el mismo sentido está nuestro testimonio personal, como aval de nuestra fe y como consecuencia directa de que Dios es importante y fundamental para nuestras vidas. Cuando los demás vean que somos coherentes con lo que decimos, quizás vuelva a ser una garantía el ser Protestante.