Y es que, más allá de cualquier simpatía o rechazo del significado de la orden religiosa en cuestión, identificada con el legado cristero que representó Maciel (dada su relación familiar con algunos jerarcas que protagonizaron la guerra que azotó a México en los años 20 del siglo pasado), y que siempre se relacionó con las altas esferas del poder político y económico, queda una sensación de profunda indignación, sobre todo a partir de la forma en que empresarios católicos como Lorenzo Servitje (propietario de la fábrica de pan Bimbo) presionaron al Canal 40 de televisión para impedir que algunas víctimas de pederastia dieran su testimonio sobre lo que habían padecido en las escuelas de la orden religiosa (Véase: Jaime Avilés, “
Bimbo en el Vaticano y otras minucias”, en
La Jornada, 10 de mayo de 1997
).
Su estrecho contacto con la familia del ex presidente Ernesto Zedillo se evidenció cuando de oficinas gubernamentales salieron llamadas para impedir también dichas emisiones.
En cuanto a Vicente Fox, se sabe también la manera oportunista en que Maciel se relacionó con la primera y la segunda esposas del ex presidente, según conviniera a sus intereses. En alguna ocasión la señora Martha Sahagún abiertamente salió en defensa de Maciel y su labor religiosa y educativa, dedicada, como tantas otras, a servir a las elites económicas del país, aunque claro, con una actitud abiertamente permisiva, como explica Bernardo Barranco: “Mientras que por un lado se enarbolan los valores de la familia como ´iglesia doméstica´, se oponen al divorcio, la eutanasia, el aborto, a la ordenación de mujeres sacerdotes, al fin del celibato, etcétera, utilizando paradójicamente todos los medios tecnológicos y publicitarios modernos como la televisión; por otro, son laxos con otro tipo de conductas, como la conducción de las empresas, explotación e impactos ambientales. Se acude a la tradición como fuente de legitimación de los valores pero se aceptan fatalmente comportamientos tácitos a los mismos” (
La Jornada, 1 de febrero).
El doctor Fernando M. González, investigador de la UNAM y autor del libro quizá más documentado y crítico sobre Maciel y los Legionarios (
Marcial Maciel. Los Legionarios de Cristo: Testimonios y documentos inéditos(un fragmento puede leerse
aquí; reseña de Alberto Athié en
Hoja por hoja) dijo en una entrevista radiofónica que si dicho personaje, a más de no ser otra cosa que un brillante empresario educativo (que fundó el Instituto Cumbres y la Universidad Anáhuac (1964), así como la Universidad Francisco de Vitoria en España y otros colegios en zonas subdesarrolladas de Bosnia, Chile, Colombia, España, Estados Unidos y Venezuela),
es beatificado, se trataría de un auténtico “homenaje a la esquizofrenia”, pues la doble vida que vivió: por un lado, como iniciador, a muy temprana edad (1941), de la orden que lleva el nombre de Cristo, y por el otro, como pederasta y adicto a las drogas, representa uno de los casos conocidos más patológicos al interior del catolicismo.
Además, subrayó González, independientemente de la fe de cada quien, resulta insoportable el hecho de que los delitos cometidos por Maciel y su gente permanezcan impunes. Mencionó también que la complicidad de la curia vaticana se comprueba porque desde fechas tan lejanas como 1948, 1954 y 1956, Maciel fue acusado de robo de documentos, consumo de drogas y pederastia, respectivamente, y nunca se hizo nada al respecto, únicamente para no dañar la imagen de la Iglesia (católica). Sale así a la luz una realidad tristemente negada: la Iglesia Católica toleró los excesos de Maciel por más de medio siglo.
Todo ello es puesto en entredicho por el escritor católico Francisco Prieto, quien en Felonía, una obra de teatro publicada recientemente (México, Jus, 2007), expone literariamente las dimensiones religiosas y espirituales del caso.
Él mismo explica que
Felonía, obra en dos actos, parte de una molestia profunda de la conciencia de un católico como el autor mismo se asume, “
y cuando uno decide escribir el hecho se empieza a imaginar cómo es posible que alguien sea así. Es decir, ¿cómo se puede vivir en esas flagrantes contradicciones. Al menos el tipo de literatura que hago es una literatura que pretende desvelar las luchas en el interior de la persona, todas mis novelas y obras de teatro tiene ese aspecto en común, porque hago una literatura de personajes”; véase también este lynk de
Proceso
El apoyo que recibió Maciel durante el pontificado de Karol Wojtyla, en nombre de la evangelización, contrasta con la sanción, mínima en opinión de muchos (“sanción eufemizada”, según González), que recibió por parte del Vaticano en mayo de 2006, en el sentido de que no podría oficiar misas y debía dedicarse a la oración (cf. B. Barranco, “
La debacle de Marcial Maciel”, y en 2007, cuando se suprimió el voto de silencio sobre la crítica al funcionamiento interno de la orden, algo que atenta contra el Derecho Canónico católico, según explicó González.
La Jornada publicó, en abril de 1997, un reportaje amplio sobre el tema.
Los testimonios de antiguos miembros de la orden, como el de José Barba, profesor del Instituto Tecnológico Autónomo de México, acerca de que enfrentan demandas millonarias en España y Estados Unidos, muestran la forma en que se sigue victimizando a quienes en su adolescencia fueron las víctimas del abuso psicológico y sexual, pues fueron obligadas no sólo a no ventilar lo sucedido, sino también a mentir sobre las virtudes y valores promovidos por la Orden religiosa.
Un sitio web (
www.regainnetwork.org) está dedicado a la búsqueda de recuperación de quienes sufrieron abusos dentro de los Legionarios de Cristo.
Como se ve, el juicio público al que ha sido y será sometida la figura de Maciel todavía tiene un largo trecho por recorrer.
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