Gran lago

Hay quien sugiere que el mundo está lleno de grises. Pero yo digo que el mundo está lleno de verdes, de mil tonos y posibilidades. Y también que cada vez es más complicado darse cuenta de ello, pues este color que el lago esconde en sus entrañas de musgo, a veces permanece así, oculto bajo una masa que quiere abarcarlo todo y enfriarlo, enturbiarlo.

Cuando uno descubre un tono especial de verde, un toque de color que puede llegar a emocionar, no hay quien pueda detener este descubrimiento, ese punto por donde se puede huir de la oscuridad. Por eso, cuando mezclamos negro con blanco, no es un gris puro (si es que así se puede llamar) el que se nos muestra, sino un tenue pero aun así poderoso tono verde, que nos muestra la edad tan longeva de la naturaleza, y sus ansias de libertad por mucho que nos empeñemos en contenerla.

El gran lago anda algo melancólico hoy, o es posible que sea yo, pues el verde a que hago referencia está más apagado que de costumbre. Con todo, lo veo desde la superficie, algo que no ocurría en otros tiempos en que me acercaba a otros lagos impenitentes y rebeldes como este. No pertenezco a las cascadas que arrojan kilos y kilos de espuma, ni tampoco a la soledad que hay estos días.

No pertenezco a esas aves rapaces que me miran desde lo alto de los peñascos a mil metros de altura, ni me pertenece esta fantasía surgida de un libro de texto eterno. Ni este lago ni yo nos pertenecemos. Somos obra de las mismas manos, que ponen a cada uno en su sitio, y ambos sabemos lo que corresponde hacer. Yo me seguiré asombrando con cada parte de la naturaleza, y ella seguirá siendo ella. Es como un pacto. O mejor, como un reparto de responsabilidades.

Bien, este es un pensamiento algo impreciso. Aunque, como todo gran lago, de vez en cuando tengo derecho a dispersarme para comprender mis límites, para saber hasta dónde puedo llegar.

De momento, sé que no soy un profesional de la natación. Tropiezo y caigo al agua un par de veces cuando me acerco demasiado a la orilla y a esa imagen de las dos montañas gemelas que dejan a las aguas correr, hechas unas lágrimas insondables, con todo lo que llevan en su interior.