Nuestro Estrasburgo digital

Protestante Digital se ha convertido en nuestro Estrasburgo: quien quiera buscar desde una perspectiva social de nuestra fe hasta el análisis incisivo de la actualidad más inmediata o la más rigurosa profundidad teológica, aquí las encontrará; quienes escriben en nuestra revista responden a casi todas las sensibilidades del espectro evangélico y desde todas ellas estamos construyendo un precioso medio de encuentro entre nosotros y un bien actualizado instrumento de comunicación de ida y vuelta con la sociedad.

Protestante Digital es también un instrumento pedagógico. Sean sinceros: ¿no les sucede alguna vez que se revuelven en desacuerdo al leer algún artículo de nuestra revista?

Pues a nosotros sí nos pasa, y entonces recordamos que la libertad que nos hemos otorgado se acompaña de la inevitable diversidad de criterios y aprendemos entonces a valorar la otra cara de las cosas, que surge desde una perspectiva tan evangélica y respetable como la nuestra.

Es sorprendente que a los protestantes nos incomode a veces tanto la diversidad, cuando nuestra innata libertad, nuestra afianzada convicción del sacerdocio universal, nos debe llevar a la diversidad en el marco de la unidad en lo esencial de la fe.

El riesgo de un medio tan plural es la disparidad y por eso es necesario definir un marco claro: aquí reside la utilidad de que la Alianza Evangélica, una clara referencia teológica para numerosos evangélicos, auspicie este medio de comunicación. Pero al mismo tiempo, nuestra revista es independiente, no es el portavoz oficial de ninguna institución, y esto tiene un claro valor añadido: nos confiere la libertad para plantear cuestiones que desde un medio oficial no sería fácil presentar.

En nuestro Protestante Digital hay diversidad dentro de un marco evangélico, hay libertad, por eso es nuestra revista; no es de ninguna manera el boletín oficial de los evangélicos españoles, pero ha llegado a ser algo mejor: la referencia mediática que hemos ido integrando porque refleja lo que somos: diversos, libres, unidos en la fe común.

Estos rasgos se han ido marcando progresivamente y en ellos seguimos profundizando, pero no surgen del azar: es responsabilidad de Pedro Tarquis crear un entorno de normas no escritas, pero no menos evidentes, en el que quienes escribimos nunca nos hemos visto censurados por nuestro director, pero percibimos claramente su sugerente mirada animándonos a hablar con total franqueza, con total libertad y al mismo tiempo con respeto a los demás (¡ay! el respeto en las cartas al director sigue siendo nuestra asignatura pendiente) y siempre con plena fidelidad a la Sola Escritura.