René: Nunca habíamos pensado ser traductores de la Biblia. Yo pensaba que mi don era establecer relaciones humanas, en establecer iglesias, cómo compartir el Evangelio. Una vez vinieron a nosotros unos hermanos tzotziles y nos dijeron “no tenemos toda la Biblia, solamente tenemos el Nuevo Testamento, ustedes son los únicos en el mundo que nos pueden ayudar”. Esa fue una presión tremenda sobre nosotros.
Carla: En la Escuela Bíblica Tzotzil ellos nos dijeron que nada más con el Nuevo Testamento no se podía estudiar toda la Palabra de Dios. Algunos sabían leer algo de español y comenzaron a estudiar en este idioma el Antiguo Testamento. Pero los que no podían leer español también querían saber.
René: De nueva cuenta ellos tenían un proyecto para nosotros, no fue un proyecto misionero externo, el que les hubiéramos dicho a ellos lo que necesitaban o deberían hacer. Nos invitaron a participar, y con un poco de resistencia aceptamos el proyecto.
Carla: Les propusimos que solamente aceptaríamos si ellos pudiesen ayudarnos a escoger traductores, pagar sus salarios, dar tiempo para ser lectores y usar en las comunidades lo que fuésemos produciendo poco a poco, corregir nuestros errores, levantar ofrendas para distintos gastos. Sin dudarlo dijeron que sí.
René: Fue su proyecto, que comenzó a fines de 1987. Aprendimos dos cosas, una que ellos debían ser los líderes del proyecto y no los misioneros, que ellos fueran los traductores y nosotros asesores, coordinando nada más algunas tareas. Las Sociedades Bíblicas Unidas nos dijeron que ese era el mejor proceso para hacer una traducción. Fue una respuesta de Dios, porque es mucho mejor hacerlo así. Si yo hablo con alguien que va a traducir la Biblia, mi consejo es que no sea traductor el misionero, que mejor trabaje con traductores indígenas porque ellos entienden su cultura, sus formas de expresión. Así solamente tenemos que ayudarles para que la traducción sea fiel al texto bíblico.
La otra enseñanza que recibimos es que en un proyecto de ese tipo debe tener la participación de toda la Iglesia, que no sea el proyecto de un solo grupo, ni de una iglesia en particular, ni de solo evangélicos. Otra bendición que nos mandó el Señor fue la amistad que habíamos formado, desde Navenchauc hasta el tiempo de la traducción, con el obispo de la Diócesis de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz. Él vino a esta casa una vez, estuvo aquí sentado tomando café, y nos dijo que sabía sobre nuestro trabajo de traducción de la Biblia y pidió que incluyéramos a los católicos en el proceso, porque también ellos necesitaban la Biblia en tzotzil. El resultado, después de diez años de trabajo, fue que ahora tenemos una Biblia que aceptan los católicos como suya también. Esto ha causado una revolución hasta en la Iglesia católica. ¡Qué bendición ver que un misionero puede compartir la Biblia no sólo con evangélicos, sino con toda la gente! En este sentido hemos podido experimentar lo que Dios nos trajo, porque yo no fui con el obispo Samuel Ruiz a decirle que se integraran los católicos al proyecto. Fue él quien vino a nosotros. Una vez en la Escuela Bíblica Tzotzil, cuando estábamos enseñando, uno de los estudiantes dijo “ustedes tuvieron un plan maravilloso, muy bien pensado”. Mi respuesta fue que no tuvimos ese plan, ni idea, de lo que íbamos a hacer, cada vez el Señor nos dio la etapa correcta en nuestra vida misionera.
Carla: En la traducción aprendimos mucho de las culturas bíblicas, antes pensábamos que como habíamos crecido entre familias cristianas ya sabíamos de la Biblia, pero traduciendo, por ejemplo Proverbios que son muy difíciles, nos dimos cuenta que una cosa es leer la Palabra y otra cosa es traducirla. También pensamos que como conocíamos el vocabulario en tzotzil iba a ser una tarea más fácil, traducir es diferente que hablar la lengua. Aprendimos mucho más de tzotzil, de su gramática y su vocabulario. Trabajando con evangélicos y catequistas católicos, juntos aquí en la casa, aprendimos muchísimo.
En tiempos del movimiento zapatista, Las Abejas (organización indígena muy cercana a la línea pastoral del obispo Samuel Ruiz, CMG), los zapatistas, los evangélicos,
todos dijeron que con la Biblia en tzotzil de Chenalhó sí se podía dar inicio al camino de reconciliación. Fue un elemento de unión. La Biblia en Chamula es otra cosa, los catequistas y los católicos no participaron en el proyecto, entonces piensan que es una Biblia evangélica.
José Vázquez, que era uno de los traductores que se reunían en nuestra casa, casi resultó líder de Las Abejas, y otros tenían liderazgo en las bases zapatistas. Como son nuestros amigos era natural ir a visitarles y que ellos vinieran a la casa a tomar café.
René: Se establecieron relaciones entre católicos y evangélicos, que hasta la fecha nos pueden ayudar con la reconciliación. La Biblia en tzotzil de Chenalhó se entregó a las comunidades en 1998, en una ceremonia que tuvo lugar en Yabteclum.
Carla: Un poco después de que tuvo lugar la masacre de Acteal. Inicialmente iba a realizarse la entrega por los días que pasó lo de la matanza de Acteal, pero se aplazó y la presentación fue en abril de 1998. Fue un tiempo muy tenso, con soldados en la ceremonia. Fue el mismo día que un grupo de hermanos se fueron a Tuxtla Gutiérrez para declarar lo que sabían acerca de los asesinatos en Acteal. Fueron a la ceremonia de la Biblia, porque deseaban comprar un ejemplar cada uno de ellos, más tarde irse a declarar y demostrar que ellos no tuvieron nada que ver con el asunto de Acteal, que eran, como lo son, inocentes.
René: Tener la Biblia en su propia lengua, ha significado para los creyentes un crecimiento y les ha brindado la posibilidad de hacer su propia teología, su propia Iglesia, su propio liderazgo y, hasta cierto punto, ya no necesitan misioneros. Con la Biblia en la mano, con la Iglesia creciendo, formando su liderazgo ellos mismos, ya la Iglesia está sembrada con fuertes raíces.
Carla: Tal vez el cambio más grande ha sido en la Iglesia católica. Nos dijeron los catequistas que los católicos no iban a comprar la Biblia, que los presbiterianos sí porque tenían la costumbre de leerla. Ellos pidieron que se imprimieran mil copias de la Biblia para los católicos, la que incluye los libros deuterocanónicos, pero la Sociedad Bíblica de México imprimió cinco mil. Ya se vendieron todos los ejemplares. La edición para los evangélicos fue de diez mil y también ya se agotó. Como era la primera Biblia completa también la compraron los de Huixtán y Chamula, que aunque tienen variantes dialectales del tzotzil para ellos era mejor leer la Biblia en tzotzil de Chenalhó que en español. Ahora ya existe Biblia en Tzotzil de Chamula, que salió en el 2001.
René: Colaboramos con los traductores de Chamula también, pero no como coordinadores. Quien coordinó ese proyecto fue Kenneth Jacobs, pero como se fue a vivir a los Estados Unidos, mucho del trabajo de computación lo hizo Carla. Yo veo que existe una relación directa entre tener toda la Biblia en las manos de la gente y la Iglesia que ya tiene su identidad y puede crecer.
Ya con la Biblia en su lengua ellos tienen elementos para formarse un criterio, no el de un misionero o un extranjero que viene y les dice “deben hacer tal” o “la Biblia dice”. No, porque eso es imponer algo a ellos de nueva cuenta. Ellos tienen suficiente inteligencia, si tienen la Biblia, si tienen el mensaje de Dios en sus manos y en su idioma, y pueden estudiar la Palabra. El gran ejemplo para mí es la forma del bautismo, que cuando empezó a crecer la Iglesia llegaron muchos y me dijeron: unos afirman que debemos bautizar en el río y otros que sólo con un poco de agua, ¿qué debemos hacer? Yo les respondí que podían hacer lo que enseñaba la Biblia. Ellos replicaron, ¿pero qué de la denominación de donde vienes, que hacen ellos? Yo les dije que estudiáramos la Biblia pero que no les iba a decir qué forma debían elegir. Después de dos años de estudiar la Biblia conjuntamente decidieron que las dos formas estaban en la Biblia, y que nadie debe decir que sólo una u otra es la correcta. Para mí esa fue una forma de contribuir a que ellos fueran dando forma a su propia teología. Si alguien viene y les dice “somos bautistas y sólo la forma bautista es aceptable”, para mí es imponer una teología ya formada de otro grupo. Que nos vino de otra situación histórica, con otros factores propios que llevó a determinada decisión. Muchas veces algunos decidieron una forma para ser diferentes de la otra denominación que no quería formar parte con ellos.
Yo creo que muchas veces pensamos en nuestras culturas mestizas, y norteamericanas, que sólo hay una forma de interpretar la Biblia, que sólo hay una forma de entenderla. La cuestión es un poco distinta a la mencionada. La base de todo esto es tener una traducción, primero, que les permite no sólo hacer una interpretación parcial.
Como traductor de la Palabra ahora lo que he visto es que muchas veces hacemos la traducción en una forma que sólo es una interpretación de un pasaje, de una sección, de un versículo. Es una lucha dejar abierta la interpretación. En otras palabras, muchas veces la tentación en traducción es hacer la Biblia tan clara y tan específica que se pasa de lo que dice la propia Biblia. Especialmente en libros que tienen muchas formas simbólicas, figuras, metáforas. En eso tratamos de decir qué quiere decir, pero una figura, una parábola, tiene muchas posibilidades de sentidos. Si sólo ponemos uno específico en la traducción, eso nos pone un límite de lo que puede significar. Muchas veces el traductor puede encadenar ese versículo en el sólo decir una interpretación. Ahora eso es respecto a la traducción. Otra cosa es la libertad que creo hemos podido lograr entre los indígenas. Ellos saben que son dueños de su teología, que nadie les va a decir, cómo en el ejemplo que cité sobre el bautismo, qué deben hacer según alguien de afuera.
Creo que en la cultura mestiza la historia que nos trajo el Evangelio desgraciadamente, muchas veces, sólo nos dio una interpretación de cierta denominación que era muy rígida y que no tuvo el valor de decir: ustedes son seres humanos que tienen la misma capacidad que nosotros, son hijos de Dios y pueden interpretar lo que leen en la Biblia. Creo que toda cultura puede tener un tiempo de analizar estos asuntos. Por ejemplo, los indígenas en los Estados Unidos han tenido muchos años en que han rechazado, la gran mayoría, el Evangelio por tomarlo en su forma norteamericana y no en su forma indígena. Rechazaron por tantos años y ahora están empezando con un movimiento allá de “reformar” el mensaje. El fundamento de esto es que necesitan el Evangelio en su idioma. Porque si un grupo pierde su idioma, pierde una parte básica de su cultura. En esto creo que el idioma castellano no es el problema, aunque hay muchas interpretaciones o traducciones de la Biblia que son muy amarradas a una línea determinada. Creo que es el sentido de libertad que tiene un grupo para leer la Biblia y decir para nosotros esta parte quiere decir tal o cual, lo que marca la diferencia. Porque siempre tienen miedo de que los líderes de la Iglesia
denominacional digan “eso no puede ser”. La libertad de creer, como dice en la Carta a los Hebreos, que somos sacerdotes todos, por ello todos tenemos el mismo derecho de leer y estudiar e interpretar el mensaje de Dios. Nosotros contribuimos un poco para que ejercieran ese derecho.
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