Pero los lectores curiosos siempre se estarán preguntando cosas que la Biblia no dice pero que les habría gustado conocer. Qué pasó con este, cómo terminó aquel, y las hijas de tal o cual encontraron por fin marido, hasta dónde llegaba la maldad de fulano, de qué murió finalmente mengano y así, ad infinitum. Un poco por eso y otro poco por decirle al mundo que la Biblia no es el libro aburrido y cansador que muchos creen que es, es que en la Asociación Latinoamericana de Escritores Cristianos, ALEC, nos hemos propuesto crear literatura de ficción que responda a algunas de estas preguntas.
Hay, sin embargo, en este ejercicio, dos o tres cosas que nos son absolutamente claras y absolutamente dignas de ser tenidas en cuenta al momento de crear estas historias. La primera es un respeto absoluto a la Divinidad: Dios Padre, Dios Hijo, Dios Espíritu Santo; luego, un respeto riguroso a la sana doctrina. Para estos dos requisitos, se requiere que los líderes de ALEC sean personas de una formación confiable en materia doctrinal; que sepan apegarse incondicionalmente al texto y al espíritu de las Sagradas Escrituras y que tengan en la más alta estima el relato bíblico, por escueto que sea. Que son este tipo de líderes quedó de manifiesto cuando publicaron su primer libro,
Las torres gemelas: su destrucción y su mensaje. Y ha quedado nuevamente en evidencia cuando han publicado su Colección Primicias compuesta por siete obras, la mayoría de ficción.
Por ejemplo,
todos conocemos desde pequeñitos la historia de Sansón. Aquel joven impetuoso, simpático, de una fuerza extraordinaria y dueño de una frondosa cabellera que le gustaba transitar peligrosamente muy cerca de la línea que divide lo legal de lo ilegal, lo permitido de lo prohibido, lo vivo de lo muerto. La Biblia no nos dice mucho más acerca de él. Que su papá se llamaba Manoa, que fue apartado para el servicio de Dios desde antes de nacer, que aunque su debilidad eran las mujeres no fue afortunado en el amor como que murió trágicamente después que una de ellas lo traicionó, que mató a cuanto enemigo se le puso por delante, cayendo, finalmente, en manos de los filisteos gracias a que Dalila, la mujer a la que amaba cumplió su pacto con los oficiales del ejército de su nación.
Eso es suficiente para completar el cuadro que Dios quiso pintar para enseñarnos un pasaje de la historia del pueblo israelita en determinada época y circunstancias. Con eso basta.
¿Pero quién es Dalila? ¿Qué sabemos de ella aparte que era filistea, que aprovechándose del amor de Sansón logró convencerlo que le revelara el poder de su fuerza y una vez que lo tuvo, lo entregara a los filisteos quienes lo llevaron a la muerte no sin antes haberle sacado los ojos?
Pues. Quisiéramos saber más de ella. ¿Era bonita? ¿Tenía padres, hermanos, abuelos? ¿Amó realmente a Sansón o jugó con los sentimientos de este? ¿Era perversa? ¿Ingenua? ¿Cómo se sintió después de haber traicionado al hombre que la amó con un corazón puro? ¿Disfrutó de su traición o llevó en su pecho por el resto de sus días lo amargo de su conducta? ¿Terminó sus días rodeada de nietos y recordando con nostalgia pasajes de su vida pasada o, amargada y sintiéndose fracasada, decidió terminar sus días quitándose la vida?
Nada de eso nos dice la Biblia. Pero alguien, dentro de la Asociación Latinoamericana de Escritores Cristianos se dio a la tarea de prepararnos un cuadro completísimo de ella y ofrecérnoslo en la novela «La llave». (¿Por qué «La llave»? La novela lo explica.)
Ese alguien es
Febe Jordà, una joven madre de Barcelona, España (esposo, cuatro hijos adolescentes, creativa, persistente, porfiada y optimista hasta casi lo absurdo). Se unió a ALEC en 2003 durante el seminario de Alcalá de Henares y cuando menos lo pensaba se encontró trabajando en una novela que ha ganado elogiosos comentarios. Y que ha sido seleccionada por Thomas Nelson Publishers (Nashville, Tennessee, EUA) para publicarla bajo su sello editorial (uno de los más prestigiosos entre la literatura cristiana en español).
¿Qué hace Febe con Dalila? Crea a una persona que ama, que siente, que sufre, que intenta ser feliz en la vida, que tiene un padre que por su profesión de soldado pasa más tiempo lejos de casa que con su familia, una madre sacrificada que muere prematuramente, una abuela que llega a ser su consuelo y el objeto preferido de su cariño filial, un hermano que se va pronto de casa y dos enamorados que terminan despreciándola.
Conocer a esta Dalila nos permite apreciar mucho mejor al personaje central de la historia, Sansón; nos da un enfoque diferente y mucho más vívido del conflicto entre israelitas y filisteos, nos lleva por caminos, aldeas y personas muy reales que existieron y que formaron el telón de fondo de esta historia que destaca entre muchas destacadas del Antiguo Testamento.
Ya lo hemos escuchado de personas que han leído la novela: La Dalila que crea Febe se complementa perfectamente con la joven cuyo paso por las páginas de las Escrituras es fugaz aunque determinante para algunas personas y para dos naciones tradicionalmente enemigas. Es una excelente novela. Muy humana y con personajes que, como nosotros, sufren, se alegran, ríen y lloran.
Sin duda, otro acierto de ALEC. Y una contribución más a la buena literatura cristiana en nuestra lengua castellana. Debes leerla, estimado amigo y amiga.
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