En el marco de este Pacto, desde 1974, cientos de agencias misioneras, iglesias, denominaciones y movimientos de evangelización han avanzado en la cooperación y el estímulo mutuo para acelerar el cumplimiento de lo que se conoce como “la Gran Comisión”: el mandato de Jesús de evangelizar a todo el mundo. Los líderes del movimiento de Lausana convocaron el encuentro de Budapest con el fin de hacer preparativos para un nuevo encuentro que se llamará Lausana III y que se realizará en el año 2010 en Ciudad del Cabo, Sudáfrica.
Hemos de reconocer que
Hungría ha sido para nosotros los participantes una sorpresa en términos de presencia protestante. Caminando desde nuestro hotel rumbo a la
Universidad Karoly Gaspar de la Iglesia Reformada de Hungría, sede de la reunión, pasamos por calles que llevan nombres como “Calle de Calvino”, o “Pasaje de la Biblia”. Y es que de los diez millones de húngaros un 60% se dice católico y un 25 % afirma su protestantismo, fundamentalmente reformados y luteranos. Un 30% de la población afirma no creer en Dios. Budapest se extiende a ambos lados del Río Danubio y es una ciudad de belleza impresionante, salpicada de monumentales iglesias católicas y protestantes, con numerosos parques y monumentos y una población que evidentemente ama el buen vivir en medio del trajín urbano.
Quienes nos hemos reunido en Budapest representamos a tres generaciones. Algunos, como el autor de estas líneas, tomamos parte en Lausana I en 1974, contribuyendo a una reflexión evangélica autocrítica que evaluaba la obra misionera protestante a la luz de principios bíblicos y de la nueva situación mundial en el ámbito de un mundo post-colonial, preso de la Guerra Fría. La segunda generación es la que participó activamente en Lausana II, el encuentro celebrado en Manila en 1989, en vísperas de la caída del Muro de Berlín. Para entonces, 15 años después de Lausana I, se había multiplicado la actividad misionera y también las iglesias jóvenes de Asia, África, América Latina y Oceanía habían entrado a ser participantes activos e interlocutores críticos en el movimiento protestante mundial. La tercera generación, que es la que empieza a asumir responsabilidades, proviene mayoritariamente del hemisferio sur y plantea una renovación de la agenda de las misiones evangélicas. Parte del genio de este movimiento ha sido la capacidad de mantener vivo el espíritu de Lausana I, y atraer a las nuevas generaciones. Todavía la iniciativa organizacional y financiera está con las iglesias y movimientos de Europa y Estados Unidos, pero se ha hecho un esfuerzo especial para que la agenda y el protagonismo reflejen la realidad de un Protestantismo evangélico que hoy es fuerte y creciente en el hemisferio sur.
No pudieron asistir al evento ni Billy Graham ni John Stott pero ambos enviaron mensajes manifestando su satisfacción por la continuidad del “espíritu de Lausana” , y su clara conciencia de que estamos en un mundo muy distinto al de 30 años atrás. Los veteranos como el misionólogo Ralph Winter puntualizaron la necesidad de que los evangélicos permanezcan sensibles ante las necesidades espirituales de los dos tercios de la humanidad que todavía no creen en Cristo. Otros recordaron el aporte de latinoamericanos como el teólogo René Padilla y el autor de estas líneas quienes en Lausana 74 insistieron en que la misión cristiana no puede hacerse olvidando la responsabilidad social de los cristianos. Los evangelistas africanos Michael Cassidy y Gottfried Osei Mensah, y el director de la Sociedad Bíblica de Egipto Ramez Atallah, al igual que asiáticos como Ajith Fernando de Sri Lanka, y TetsunaoYamamori de Japón. insistieron en la necesidad de una política de cooperación misionera que evitara la competencia innecesaria y la duplicación de esfuerzos.
¿Por qué se ha escogido el año 2010 para la realización de la conferencia Lausana III?
Ese año se cumplirá el centenario de la famosa Conferencia Misionera de Edimburgo 1910, que marca un hito en la historia del Protestantismo mundial. En esa reunión fueron convocados casi todos los cuerpos misioneros del Protestantismo europeo y norteamericano, y la dinámica figura al mismo tiempo evangélica y ecuménica de John R. Mott consiguió comunicar a los asistentes la necesidad de considerar “la evangelización del mundo en nuestra generación”. El sentido de urgencia misionera fue acompañado de un esfuerzo por entender la situación de las iglesias y el mundo. Hoy disponemos de una colección de diez tomos de informes de las comisiones que trabajaron en el esfuerzo por comprender la realidad y trazar una agenda. Lo que se inició en 1910, culminó en 1948 con la formación del Consejo Mundial de las Iglesias, entidad inicialmente protestante que hoy cuenta con presencia de las Iglesias Ortodoxas orientales y de observadores permanentes de la Iglesia Católica Romana. Los organizadores de Lausana I vieron la conferencia de Edimburgo en 1910 como un proyecto que en el camino abandonó su espíritu evangélico inicial y perdió su visión misionera. Pero la vieron también como un antecedente y por ello han escogido 2010 como fecha para reunirse.
Los diez tomos de informes de Edimburgo 1910 tienen su equivalente en el movimiento de Lausana en los tres voluminosos tomos de
A New Vision, A New Heart, A New Call (Una nueva visión, un nuevo corazón, un nuevo llamado) editados este año por el australiano David Claydon (1). Estos libros, resultados de una variedad de consultas auspiciadas por el movimiento de Lausana alrededor del mundo, dan cuenta de una increíble multiplicidad de esfuerzos misioneros especializados y ofrecen un panorama del avance de las misiones protestantes en el siglo que va de 1910 al 2010. Todo este material está disponible en diferentes lenguas en la página web
www.lausanne.org.
En mi próxima nota espero dar cuenta de la presencia evangélica latinoamericana en la conferencia de Budapest y la visión del futuro de las misiones evangélicas.
(1) Pasadena, California: William Carey Library, 2007, xii, 728 pp.,rústica
Si quieres comentar o