Mi esposa y yo tuvimos cuatro hijos. A ninguno los he presentado como la décima maravilla del mundo. (¡Me revienta cuando alguien me habla de la super inteligencia de sus hijos!) Mis hijos son cuatro muchachos que, como todo el mundo, han luchado, se han esforzado, han alcanzado su nivel profesional, sirven al Señor y honran a sus padres. Son normales. Los hijos que tuvimos son normales. No superdotados. Nos alegran la vida y confiamos que se la alegran también a Dios. Han procreado hijos y estos nietos también hacen su parte para alegrarnos la vida.
¿A qué viene todo esto? Viene a que Dios nos ha dado la dicha de ser padres de otra criatura. Esta tiene un nombre un poco más rimbombante que los otros cuatro. Estos se llaman Pablo Andrés, Laura Noemí, Vasthi Leonora y Eugenio Esteban. Esta otra se llama Asociación Latinoamericana de Escritores Cristianos, más conocida como ALEC.
ALEC, como Jesús en el vientre de María, fue engendrada por el Señor. Aquí José, o sea yo, no tuvo nada que ver. O quizás yo, al darla a luz, hice el papel de María la “bendita entre las mujeres”. Como todas las “guaguas” del mundo, ALEC nació feíta, fue necesario darle unas palmadas en su culito (uso deliberamente el estilo español, que no es el de por acá, así es que me disculpe algún lector sudamericano que pudiera caer por ahí), la aseamos lo conveniente y empezamos a amamantarla. Como a mis otros cuatro hijos, nunca la consideré una bebé excepcional. Simplemente me dediqué a criarla y a cuidar que no se me muriera en el intento.
Han pasado ya casi ocho años. Hace rato que le sacamos los pañales. Aprendió a hacer sus necesidades fisiológicas sola, se ha ido poniendo más y más robusta y yo diría que casi es bonita. Daría mi vida por ella (como la daría por cualquiera de los otros cuatro) pero no ando por ahí diciendo que su QI llega a 500. Es una niña más a la que hay que seguir cuidando en su crecimiento. Como todos, tiene sus admiradores y tiene sus detractores. Unos quieren verla crecer y otros menguar. Hay quienes ya han empezado a buscarle novio, pero ella insiste en quedarse soltera. Entre balbuceos de incertidumbre, me dice: «Yo no me quiero casar con nadie, papá, porque si me caso corro el riesgo de irme por caminos diferentes a los que quiere Dios». Y yo, como padre, le encuentro razón aunque no sea partidario de la soltería sin dejar de admirar a muchas solteras que hacen un magnífico trabajo sin tener que preocuparse de maridos gruñones ni hijos alborotadores.
“Bueno ¿y cuándo vas a llegar a eso de Expomusic vs. Expolit?” me preguntará alguien. Tranquilo, mi amigo. Que ya llegaré. Si no es en este artículo será en el siguiente. O en el siguiente. Pero llegaré. Déjame decirte, mientras tanto, unas cuantas cositas más relacionadas con esta criatura llamada ALEC porque, precisamente con este artículo, pretendo entrar a hablar, en los futuros artículos, de esto que es la razón de mi vida, ALEC.
Fue engendrada en Miami pero se le ocurrió nacer en el sur de Chile. Allá fue el parto. Desde su nacimiento en 1999 ha demostrado tener conciencia de un par de cosas: Primero, para qué nació. Segundo, cómo hacer para llegar a ser lo que se espera de ella. Tercero, que los únicos que se dejarían matar por ella son sus padres. Porque tiene dos padres. El que la engendró, que se llama Dios y que ha demostrado ser un padre tremendamente prolífico, y el que la trajo al mundo, o sea, yo. Aunque en este punto resulta necesario aclarar algo. La dichosa ALEC se ha venido haciendo de unos cuantos amigos que a poco es posible que también estén dispuestos, si las circunstancias se lo exigen, a dar su vida por ella. Ya los mencionaré más adelante, con nombres y apellidos.
Pues un buen día, ALEC, la pequeña y feíta, fue invitada a ser una especie de estrella naciente en la Feria Internacional del Libro Cristiano, EXPOLIT, que todos los años en el mes de mayo tiene lugar en la ciudad de Miami, donde vive. Así nació la Escuela para Escritores de ALEC.
Los años pasados, es decir, del 2002 al 2006 fiueron entre buenos, regulares y malos; pero el 2007 fue excepcional. Hubo un grupo mayor de alumnos (siempre hay gente que quiere aprender a escribir, que no sabe cómo hacerlo y que busca quienes les puedan ayudar). Pero
lo más notable es que este año ALEC se vistió de gala con la asistencia de seis de sus siete nacientes escritores quienes acudieron a la cita desde España, Ecuador y la misma Miami, y otros prospectos que les siguen los pasos y que viajaron desde Marruecos, Chile y los propios Estados Unidos. De esto tratará nuestro próximo artículo, que se titulará Expolit versus Expomusic 3, como las películas de Rambo que, si no me equivoco, ya van por el número cuarentitantos.
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