Según los griegos, la región occidental más lejana del mundo conocido, llamada Tartesos, y situada al sur de Iberia, constituía un rico reino del que Argantonio es el único rey documentado históricamente.
Hoy los investigadores continúan descifrando el enigmático mundo de Tartesos y su relación con el oriente mediterráneo. Hay diferentes interpretaciones, y una datación arqueológica pendiente de armonizar con las fuentes literarias disponibles, hebreas, griegas y latinas en más de 200 años. Aunque algunas piezas encontradas en Málaga, son cerámicas de Tiro del siglo X aC. como indica la Dra. Bikay, del Instituto Arqueológico Norteamericano en Amman.
Los 23 textos de la Biblia en los que aparece Tarsis son las fuentes literarias más antiguas y están escritas en distintos periodos. Su análisis lleva a diferentes conclusiones. Hay autores que la sitúan en la costa oriental de África, otros en las costas Indostánicas, otros indican que no es un lugar concreto sino un topónimo de aquellos lugares donde se comercializan diferentes productos como los metales, otros que son un tipo de nave de grandes dimensiones para navegaciones comerciales muy lejanas, otros que Tarsis es Cerdeña, Chipre o incluso Tarso.
Con referencia a Tarsis hay testimonios de la arqueología en piezas como la estela de Nora, localizada en Cerdeña, fechada en el siglo IX aC. y conservada en el museo de Cagliari. Otra inscripción es la del rey asirio Asarhadón (680-669 aC) “Todos los reyes del mar, desde el país de Iadnannas, el país de Ianam, hasta el país de Tarsisi, se han inclinado a mis pies. He recibido su pesado tributo”. Del reinado de Josías (640-609 aC) en Judá, hay una ostraca que registra un suministro de plata al templo "Así ordena Josías el rey: que se dé de manos de Zakaryahu plata de Tarsis para el templo de Yahweh, tres siclos".
En opinión del investigador Jaime Alvar, la Tarsis bíblica está situada en el Mediterráneo, apoyándose entre otros vestigios, en las propias fuentes hebreas como Isaías 2:12-16 y 23:1-14, fechados a finales del siglo VIII, en la que se menciona como un lugar y además como un pueblo que ha conseguido tener capacidad de expansión comercial por el Mediterráneo.
Hay textos como
Génesis 10:4-5 “Los hijos de Javán fueron Elisa, Tarsis, Quitim (Chipre), y Rodanim (Rodas)” que también la sitúan junto a enclaves mediterráneos. El profeta Ezequiel 27:12,25, hace referencias a Tarsis al hablar de Tiro, precisamente de productos como la plata, hierro, estaño y plomo de los que había en Iberia, aunque el estaño procedía de las islas Británicas y de Bretaña.
El investigador alemán Michael Koch (durante años miembro del Instituto Arqueológico Alemán) es de la opinión, de que la abundancia de plata de 1Reyes 10:21,27 no podía llegar de ninguna parte, que no fuera de las minas de la península Ibérica. En la costa de Israel se localizó un barco hundido que llevaba tortas de fundición con letras tartesias, y que se pueden ver en el Museo de Jerusalén.
Por el contrario, para J. M. Blázquez miembro de la Real Academia de la Historia, los textos del Antiguo Testamento, se explican más fácilmente si se admite que la Tarsis bíblica se sitúa en la India, entre otras razones por la mención de «marfil, monos y pavos reales» de 1Reyes 10:22, y en los análisis de marfiles fenicios que han dado como resultado, que en la casi totalidad se trate de marfiles de elefantes indios y, en casos esporádicos marfil procedente de Senegal.
Para J. Alvar, cuando Salomón encargó a Hiran que fabricara naves de Tarsis (1Reyes 9:26-28) éstas existían ya antes, navegaban por donde lo hacían los fenicios, es decir, por el Mediterráneo. La única vez que se menciona desde el siglo X aC, a Tarsis como lugar de destino en las costas del Indico, es en 2 Crónicas 20:37, pero cuyo pasaje paralelo en 1Reyes 22:48 aclara que son naves de Tarsis para traer oro de Ofir. Si se elimina esta cita, ninguna mención del Antiguo Testamento une el Mar Rojo con un lugar llamado Tarsis. A lo único que se alude es a naves de Tarsis navegando por el Mar Rojo. Es decir, el uso de estas naves de grandes dimensiones para navegaciones comerciales, con posibilidad de recorrer grandes distancias.
El libro de Jonás 1:3 y 4:2 habla no del barco de Tarsis, sino del barco que va a Tarsis. Especifica que embarca en Jope (Jaffa), por tanto su situación es el Mediterráneo. Además es curiosa la referencia que hace el profeta Abdías en su libro, sobre los cautivos de Jerusalén que están en Sefarad y que volverán a Israel para tomar posesión de las ciudades del Neguev. Parece tener relación con el texto de Isaías 60:4-5, 9 “... Tus hijos vendrán desde lejos... te traerán los tesoros de los países del mar... son barcos que vienen juntos, con las Naves de Tarsis a la cabeza, trayendo desde lejos a tus hijos, con su oro y su plata”.
Es interesante comprobar como la Biblia enmarca las relaciones comerciales del reino de Israel en el Mediterráneo, a través de acuerdos con Fenicia, y en el caso de Salomón con el rey Hiran de Tiro (1Reyes 10:22). Hoy sabemos de las grandes rutas y de los innumerables enclaves fenicios por todo el Mediterráneo y especialmente en el sur de la península Ibérica, localizándose gran numero de yacimientos, donde se mezcla con la cultura tartesia como en las provincias de Badajoz, Huelva, Sevilla, Cádiz, etc.
Se muestran dos ejemplos, uno el famoso tesoro del santuario de Carambolo (ver foto debajo de estas líneas). Hallado fortuitamente entre los cerros de San Juan de Aznalfarache y el de Santa Brígida, a tres kilómetros de Sevilla. En el estrato encontrado observa el arqueólogo Álvaro Fernández Flores, la influencia fenicia en la fabricación de cerámica a torno. En el santuario también se encontró una imagen con inscripción y nombres fenicios, junto con el nombre de Astarté-Tanit diosa de la fertilidad, y de la que innumerables veces es mencionada en la Biblia como parte del culto cananeo.
Otro ejemplo es el de Cancho Roano, conjunto templo-palacio similar a los palacios del oriente sirio-palestino. En él se expresa no solo influjos arquitectónicos, sino una determinada organización social y forma de estado. La estructura contiene, un patio delantero con torres en las alas de tipo migdal, sala transversal, habitaciones con cámara y antecámara, espacio central, almacenes, construcción geométrica, etc. (1) Ver nota.
Actualmente no se sabe la localización exacta de Tartesos, aunque hay muchas referencias literarias como las de Estrabón, Heródoto, Estesícoro de Himera, etc.
El que describe una geografía con más datos es el poeta latino Rufo Festo Avieno del siglo IV dC. En sus poemas utiliza una fuente que, según él mismo indica, es muy antigua, probablemente la de un autor del siglo VI aC. Narra como (trad. J.M.Blázquez) “Tartesos está en una isla del golfo de su nombre, en el que desemboca el rió Tartesos, que baña sus murallas después de pasar por el lago Ligustino. El río forma en su desembocadura varias bocas... lleva rico metal a la ciudad de Tartesos. Cerca se halla... el monte Argentario... está unida por un camino de cuatro días con la región de Tajo, y por otro de cinco, con Mainake (Málaga), donde los ricos tartesios poseen una isla consagrada por sus habitantes a Noctiluca”
Los investigadores continúan estudiando el enigmático mundo tartesio, y todas las indicaciones de la Biblia sobre Tarsis son de gran importancia, pues apenas se poseen datos relacionados con los fenicios y su expansión por el Mediterráneo.
(1) Ver reportaje de Cancho Roano con la colaboración del CSIC AQUÍ
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