Éste es un valor del que pocas personas hablan, aunque se está empezando a introducir en algunos libros de valores para a convivencia, y lo que sorprende es que no se establezca como un valor prioritario, dada la importancia que supone tener una mente sana.
- Alcanzar los propósitos que tienes programados para a tu vida.
- Quererte mucho a ti mismo.
- Aceptar que las consecuencias vienen de las actuaciones propias.
- Estar bien contigo mismo.
Una cosa son las consecuencias de una higiene mental y otra muy distinta será cuidar de que nuestra mente esté higienizada.
Cada día tenemos que ducharnos, lavar la cara, lavar las manos varias veces y mantener una higiene corporal, con el fin de lograr un equilibrio en nuestro cuerpo y evitar, ademáis del olor, una serie de enfermedades y patologías específicas. Lo mismo ocurre con la higiene mental. Si no ejercemos este valor, corremos el riesgo de que en la etapa psicoevolutiva, podamos sufrir graves enfermedades.
Según F. Massó
la higiene mental debe ser una actividad diaria que solamente puede realizar cada uno, y su buena práctica tiene como resultado positivo, la preservación y conservación de la salud mental. Resulta paradójico que por una parte le concedamos mucha importancia al buen estado de nuestra mente y que por otra no nos ocupemos en que crezca sin impedimentos y con los cuidados apropiados.
Cuando vemos y sufrimos la traición de las personas en las que teníamos confianza, o experimentamos que la valoración de los demás no es la que esperábamos, nuestra mente pone en funcionamiento unas defensas que muchas veces pueden ser perjudiciales en un futuro, si no las sabemos canalizar y las mantenemos en el tiempo. De ahí que el perdón produzca en nosotros excelentes resultados y nos ayude a superar traumas y amarguras.
Los hábitos de higiene de la mente son por una parte internos y se centran en pensar positivamente y en expresarnos emocionalmente. Como consecuencia tendremos una estabilidad y un equilibrio interior. Pero ¿qué es lo que equilibramos y a qué nos referimos con ese término tan genérico?. Me niego a aceptar que el equilibrio está en hacer cosas normales y ser normal. La búsqueda de la felicidad y de la paz interior pasa por afrontar los errores y los problemas, aceptar las responsabilidades y encontrar un sentido a la vida ( lo que nos introduce en un campo metafísico en el que las personas son reacias a entrar).
Por otra parte existen los hábitos externos, en los que las relaciones humanas llevan el peso. Queremos que se nos escuche y que pasen tiempo con nosotros, aunque no nos den siempre la razón. Si tenemos un proyecto importante, necesitamos compartirlo y obrar en consecuencia. Cada vez que un adolescente entra en un chat, corre el riesgo de querer expresar sus sentimientos y que algún espabilado quiera burlarse de él. Quizás sea la mayor ofensa o contaminación mental que una persona, en pleno desarrollo, pueda sufrir.
Debemos evitar los pensamientos negativos y narcisistas. Existen personas que por trastornos bipolares precisan ser alabados, aunque hay que diferenciarlos de los que quieren ser famosos o tienen afán de protagonismo. Estas personas son altamente peligrosas y pueden llegar a hacer cualquier cosa por conseguir su propósito. Calumnian, mienten y difaman y pocos creen que eso esté sucediendo, porque actúan bajo un manto de pureza que solo se desvanece con el tiempo.
El valor de la higiene mental es tan grande como el Universo y su carencia lo sufren mucho más los hombres que las mujeres. Hoy que está casi todo al 50% y que algunos pensamos que debiera estar al 100% al 30% o al 80% según fuese necesario, exceptuando los derechos que tienen que ser los mismos para todos, tengo que destacar que según mi criterio, las mujeres gozan de una sensibilidad especial para sentir y para expresar las emociones. Llegados a este punto hay que decir que si entendemos las emociones y las aceptamos como una conducta inteligente, favorecerá a la higiene de nuestra mente y al afianzamiento de nuestra personalidad.
Finalmente hay que destacar que a pesar de la tendencia natural del EGO a ser autosuficiente la realidad es que cada uno pasa por una dependencia de alguien en quien confiamos o por al menos en quien nos escucha y nos hace la catarsis. A través da Biblia, la Palabra de Dios, descubrimos que se nos dicen cosas como “…maldito el hombre que confía en el hombre..” y por otra parte que la confianza e Dios produce en nosotros una mente renovada, con la que tenemos felicidad, paz y sentido en esta vida.
Por mucho que quieras limpiar tu mente día a día, si no tienes la seguridad de sentirte perdonado por Dios, llevarás una pesada carga de la que no te podrás liberar. El valor de la higiene mental no es exclusivo de los creyentes en Cristo Jesús (por desgracia hay algunos que viven una vida en amargura y rencor...), pero los que han sido redimidos por su sangre, los que han aceptado la Obra de la Cruz, arrepintiéndose de sus pecados, tienen la seguridad de una vida eterna con Cristo y de este modo la mente se renueva diariamente. Quien confunda estas frases con una religión, sea cual sea, deberá rechazar la contaminación que se nos impuso y ocuparse en el hábito diario de una buena higiene mental como valor personal y social.
De todos modos no puedo acabar aquí sin decir algo que todo el mundo tiene que tener muy presente. Los profesionales de los que hablaba en el comienzo de mi disertación, médicos psiquiatras, están para que los consultemos cuando nos sea preciso. Existe, cada vez menos, la absurda teoría de que un fiel creyente no puede sufrir ninguna clase de trastorno mental, y francamente, el trastornado mental que hace esas afirmaciones debería ser el primero en ponerse en tratamiento debido al peligro social que supone que personas de buena fe le hagan caso.
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