Jesús, aleluya, amén y esas cosas…

¿Lo puede creer? la verdad es que a mi me costó hacerlo cuando lo escuché. Su argumentación estaba construida -me explicó- sobre la premisa de que para que una canción sonara en una emisora de radio (religiosa o no) debía cumplir una serie de cánones. Entre ellos, que contuviera “ganchos” o expresiones que se grabaran sin dificultad en la memoria del oyente. Además, los textos de las mismas, no debían contener verdades bíblicas excesivamente profundas, ya que -en su opinión- no todos los creyentes en la iglesia las iban a entender. En contraposición, las canciones “divertidas” con mensajes “facilotes” entraban mejor en la potencial audiencia cristiana.

Lo he contado varias veces ya. Mis amigos están cansados de oírmelo relatar… pero me permitiré hacerlo una vez más -con la natural congoja de mis allegados, claro.

Unos meses atrás, asistí a una iglesia como invitado musical. Y muy a pesar mío, el pastor de la misma, literalmente me obligó a sentarme en la primera fila del templo (justo frente al púlpito). Al poco de comenzar el servicio, el director de alabanza invitó a la congregación a pasar al frente -al espacio entre la plataforma y los bancos- para danzar y saltar para el Señor a ritmo de “reggaetón santo”. Hasta ahí, todo bien, yo soy de los que creo y defiendo la libertad en el culto y la diversidad en las formas de expresión en nuestras comunidades cristianas las cuales nos enriquecen.

Lo inesperado ocurrió pocos segundos después… sin saber muy bien como, de repente me encontré, que una de las hermanas que pasaron al frente para alabar a Dios al ritmo más “vacilón” me “colocó” literalmente su trasero, -si, lo dije bien, su retaguardia que dirían los más elegantes- junto a mi sonrosada cara. ¡Creo que pasé los diez minutos más embarazosos de mi vida! ¡Y cualquiera le hacía el feo al pastor de levantarse del lugar en que de forma “privilegiada” le había ubicado!

Ante un escenario como este, hay claramente dos opciones: una, levantarse y sumarse a la “fiesta”. Dos, pasar el “chaparrón” como se pueda y confiar que la hermana no se te caiga encima…

Esta peculiar -y divertida ahora- anécdota me sirve para ilustrar a la vez que retomar el contexto de la conversación que mantuve con nuestra amiga americana.

La cuestión de la secularización de todo lo que abarque a la vida cristiana no es pecata minuta. La influencia del mundo en la esfera de la iglesia es cada vez más abrumadora. Y lastimosamente, en muchos casos, hemos convertido nuestros templos, antes de oración, devoción y compañerismo, en discotecas para creyentes inmaduros. Ahora, lo que vende y agrada a muchos, es escribir y grabar alabanzas de contenido superficial, sin contenido alguno que edifique a la iglesia o al creyente. No sin falta de razón, muchos de nuestros mayores en nuestras congregaciones, nos cuentan que las alabanzas de hoy no edifican como los himnos que se cantaban antaño.

Me consta que son muchos los pastores sinceros que han permitido algunas nuevas formas de alabanza y los diferentes cánticos en un esfuerzo para no perder a la juventud en su iglesia. Creo que es tiempo de comenzar a plantearnos seriamente si lo que estamos ofreciendo no es en muchas cuestiones sino un pésimo sucedáneo del mundo.

Nuestras congregaciones están abarrotadas de bebés espirituales que exceden por mucho la añorada edad de la lactancia. Y en muchos casos, condicionados exclusivamente por los intereses económicos de unos pocos para los cuales es definitivamente más rentable vender una fe barata.

Lo crea o no, una vez encontré este anuncio en una revista cristiana: “Compañía discográfica cristiana en expansión busca cantantes que se parezcan físicamente y canten como Ricky Martin, Luis Miguel o Paulina Rubio”.

Hace poco conversaba con mi buena amiga y mejor cantante Francesca Patiño. Ella me decía, que los ministros y cantantes españoles nos estamos diferenciando del resto en que tenemos no solo una particular manera de escribir canciones, sino lo que es más importante, un mensaje con un contenido relevante en ellas.

Permítaseme, terminar este escrito, con la mayor corroboración de lo aquí expresado, en una canción del también español Marcos Vidal*:

Antes les llamaban nazarenos, después cristianos
Hoy no saben ya como llamar a cada grupo, hay tantos...
Antes al mirarles se decían: "¡Ved como se aman!",
Hoy al contemplarlos se repiten;¡"Ved como se separan"!.
¿Quién sabrá quien de ellos tiene la verdad?

Como ha conseguido el enemigo robarnos el terreno,
Hemos comenzado hacer murallas olvidando lo primero.
Que no hay cristianismo verdadero detrás de una careta,
Si no reflejamos a Jesús perdemos nuestra meta.
Que el que sirve a los demás es el mayor,
Que el sermón del monte aún esta en vigor,
Que aún existe el buen ejemplo y la humildad de corazón
Y que no hay vida ni hay iglesia si no hay perdón.

Ojala el maestro pueda decir como dijera hace años:
"No lloréis sólo duerme no esta muerta".
¿Qué te pasa iglesia amada, que no reaccionas,
Solo a veces te emocionas, y no acabas de cambiar?.

Antes tenían todo en común y oraban en la noche.
Hoy compiten por saber quién tiene mejor casa y mejor coche.
Antes morían abrazados en la arena del circo romano,
Hoy discuten si al orar hay que alzar o no las manos.

Unos creen en profecías y otros no,
Unos predican la fe y otros el amor,
Unos hablan lenguas y otros presumen de virtud
Y el mundo muere, muere, muere, sin ver la luz.

Ojala el maestro pueda decir como dijera hace años:
"No lloréis sólo duerme no esta muerta".
¿Qué te pasa iglesia amada, que no reaccionas,
Sólo a veces te emocionas, y no acabas de cambiar?

Jesús se levantó de la muerte,
¿Y acaso a ti no habrá quién te despierte?

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* Cristianos de Marcos Vidal