El autor de la obra combina erudición, compromiso cristiano y militancia eclesiástica. Por lo mismo en su Comentario busca, y logra, desentrañar el sentido de la misiva escrita por el apóstol Pablo, a la vez que dar pautas acerca del significado para sus destinatarios originales y su relevancia para la comunidad de creyentes de nuestros días. Este tipo de acercamiento a la Palabra es imprescindible para las comunidades evangélicas de nuestros días. Porque si bien es cierto que todo estudio serio de Las Escrituras demanda la reconstrucción histórica-sociológica-semántica del mundo cultural en el que vivieron los personajes bíblicos, también es verdad que resulta incompleto un análisis que se queda en dicha etapa. Es necesario combinar el examen de las cuestiones temporales a las que estuvieron sujetos los actores correspondientes, en este caso los cristianos de Filipos, con la comprensión de la trascendencia cronológica que tiene la Biblia, característica que la hace viva y eficaz (Hebreos 4:12) para la Iglesia universal, de todos los tiempos, lugares y lenguas.
Gordon D. Fee es un autor acucioso, demandante para sus lectores porque acostumbra escribir comentarios extensos. En nuestro idioma contamos con su enorme, por el número de sus páginas pero también por su gran calidad, trabajo sobre la
Primera Epístola a los Corintios (Nueva Creación-Wm. B. Eerdmasn Publishing Co., 1994). Como todo conocimiento es situado, es decir siempre vemos todo desde un lugar epistemológico y no existe la incontaminada objetividad, Fee hace en su prefacio a su comentario de Corintios una aclaración que debe tenerse en cuenta al usar su obra: “Puesto que la exégesis no puede hacerse en el vacío, señalo sin pedir excusas que soy un creyente cuya tradición teológica es a la vez pentecostal y evangélica. Como muchos otros antes de mí, he escrito a partir de mi propia tradición. Cada una de esas dos tradiciones tiene perspectivas que ofrecer que a veces las otras pasan por alto. No obstante, he hecho lo mejor posible por impedir que esos puntos de vista interfieran en la exégesis misma. En particular, esas dos tradiciones tienen en común la profunda convicción de que esta Epístola es la Palabra de Dios escrita. Es con gran pasión que he traído a mi obra dicha convicción. ¿Para qué otra cosa escribir un comentario así, si no es para ayudar a la iglesia a escuchar mejor la palabra del Dios viviente, para que así esté mejor equipada para obedecerle en la era presente?”
Su propia referencia a que es pentecostal tiene ángulos que invitan a ser comentados. En el caso de Gordon Fee se imbrican seriedad académica y sensibilidad a los vientos de Espíritu Santo. Una y otra son presentadas falsamente, por distintas perspectivas en el seno del protestantismo evangélico, como componentes de una disyuntiva que necesariamente obliga a tomar partido por una sola opción. El academicismo cerrado al Espíritu que se derramó en el Pentecostés comete un grave error porque solamente mira el condicionamiento sociocultural de la Iglesia primitiva. Pero una pretendida espiritualidad que todo lo aquilata en función de revelaciones nuevas y particulares, corre el peligro de marginar la normatividad de la Palabra en la que el Espíritu se revela. No hay que aceptar tal disyuntiva, más bien hay que denunciarla como distorsionante de la integralidad a que nos llama el Evangelio. En esta perspectiva embonan a la perfección la pasión académica y un corazón incendiado por el Espíritu de Cristo que hace nuevas todas las cosas (2 Corintios 5:17).
En coautoría con Douglas Stuart, existe de Gordon Fee otro libro en castellano. Es una obra introductoria sobre las características de cada género literario que se encuentra en Las Escrituras, lleva como título
Lectura eficaz de la Biblia. Un entendimiento distorsionado de la rica variedad escrituraria conduce a interpretaciones erróneas y hasta descabelladas, con la natural, aunque no obligatoria, aplicación ética alejada de los principios bíblicos. Como entender bien la Palabra es un paso inicial en la vida del creyente, desde hace varios años recomiendo a los estudiantes el libro de Fee y Stuart como una herramienta necesaria para iniciar ese círculo virtuoso cuyo punto de partida es la comprensión correcta, personal y comunitaria, de la Revelación escrita.
Si alguien desea estudiar a fondo la Carta a los Filipenses tiene en el libro de Gordon Fee un recurso que, sin duda, le ayudará en la aventura de leer minuciosamente un documento pedagógico, que originalmente fue redactado por Pablo para que esa comunidad local de creyentes comprendiera que ser cristiano era un proceso (1:6); para estimularla a que mostrara un amor impregnado de sabiduría (1:9) y tuviera una forma de pensar, y actuar, semejante a la de Cristo (2:1-16) y contrastante con los valores egoístas de la sociedad que le circundaba. Esto y mucho más encontrará el estudioso que siga vitalmente las casi seiscientas páginas que tiene el magnífico libro de Gordon D. Fee.
Un agregado: van mis felicitaciones a los traductores del libro: Dorcas González Bataller e Ismael López Medel. Hicieron un trabajo esplendido, cumplieron a la perfección con lo expresado por Valentín García Yebra en
Traducción: historia y teoría (Editorial Gredos, 1994), “El traductor debe decir todo lo que dice el texto original, no decir nada que el original no diga, y decirlo todo de la manera más original y, cuando el texto lo permita, del modo más elegante posible en la lengua de la traducción”.
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