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El trabajo visto por Dios

Una aplicación práctica de la teología del trabajo (V y final)

Como ya anunciamos la pasada semana, concluimos con el presente artículo esta serie sobre “Una aplicación práctica de la teoría del trabajo” tratando, a modo de conclusión, cómo ve Dios el trabajo.
FE Y TRABAJO AUTOR Jaume Llenas Marín 16 DE DICIEMBRE DE 2006 23:00 h

Ya hemos tratado los aspectos distorsionados que la teología del trabajo tiene en la propia iglesia y en el trabajo pastoral, así como en la visión espiritual del creyente en su concepto de la vida diaria laboral (El cristiano en su trabajo, Teología errónea del pastorado, La teología errónea de lo cotidiano, y La teología de las 11 en punto).

Pasemos pues a tratar someramente aquellos aspectos que –a partir de la Biblia- podemos comprender que es parte de la visión de Dios para el ser humano en la dimensión de su vida laboral.



  1. El trabajo es una forma de anticipar el Reino de Dios. A través de nuestro trabajo tratamos de vivir ahora, de acuerdo a los valores de una comunidad que está por venir. Mt. 6:25-34 nos enseña a no estar ansiosos por el mundo de lo material, por nuestras necesidades básicas, confiados en que Dios sabe de lo que tenemos necesidad y cuida de esas necesidades. La fe es confianza en que Dios se encarga de eso para nosotros. Mientras nuestras preocupaciones deben dirigirse a anticipar el Reino de Dios. La Biblia quiere transmitirnos que nuestras preocupaciones son más importantes que nuestras ocupaciones.


  2. La forma en la que tratamos el trabajo es un reflejo del lugar en el que están puestas nuestras preocupaciones, del lugar en el que se halla nuestro corazón. Jesús nos enseñó a orar: “Venga tu reino. Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”. Debemos trabajar con la mentalidad de que esa oración se cumpla. Nuestro trabajo debe ser una colaboración con los propósitos de Dios para que el Reino avance en este mundo.

  3. El trabajo es una forma de colaborar con los propósitos eternos de Dios. La importancia de mi trabajo estriba en que va más allá de ganar dinero, aún siendo esto importante. Es que estoy contribuyendo a los propósitos de Dios, unos propósitos que son invisibles de forma inmediata. Esto no significa que toda la monotonía vaya a ser expulsada del mundo del trabajo, y que no habrá problemas, pero sí permite establecer una mayor conexión entre mi vida de adoración y mi vida fuera del local de la iglesia. Si adoración es todo aquello que hace sonreír a Dios, debo vivir mi trabajo como un acto de adoración. Debo trabajar con la mentalidad de que la adoración influya en el trabajo, y viceversa. Esta es la idea que está contenida en Colosenses 3: ?23? ?Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres??,? 24? sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia ??. Es a Cristo el Señor a quien servís.

  4. Además el trabajo es una forma de desarrollar nuestros dones. Dios nos ha capacitado doblemente. Por una parte nos ha dado una serie de talentos naturales, por otra parte nos ha conferido una serie de dones espirituales. En la vida de un discípulo todo lo que somos debe ser puesto a disposición de Dios para ser usados por Él. Evidentemente Dios no nos capacita y nos prepara de forma tan larga y costosa para un par de horas a la semana. Mucho de lo que Dios ha puesto en nuestra vida lo ha puesto allí para que sea usado de una forma global. Nuestros trabajos proveen la oportunidad de que nosotros desarrollemos todo el potencial que Dios nos dio. En otro caso mucho quedaría por desarrollar.

  5. El trabajo ordenado por Dios es un acto de equilibrio. El trabajo no debe ser ni degradado ni idolatrado. Los cristianos debemos huir de la idea de que el trabajo es un mal inevitable, pero también debemos huir de la adoración del trabajo, de vivir sólo para él. Tenemos que descubrir que nuestro trabajo es estar involucrados en lo que Dios hace y no en tratar de sustituir a Dios. La Biblia nos habla desde una perspectiva en la que el esfuerzo humano está en los márgenes y el trabajo de Dios está en el centro. Somos los colaboradores del trabajo divino.

  6. Y este equilibrio del que hablamos debe incluir también el equilibrio en la composición de nuestro trabajo. Equilibrio entre trabajo remunerado y el no remunerado. Lo que significa que debe contener una composición variable de trabajo retribuido, trabajo en casa, trabajo en la iglesia, etc. Porque eso ayuda a una perspectiva integrada de la vida.

    A veces hablamos de llamamiento y lo referimos a determinadas tareas que nos parece que precisan un llamamiento concreto y específico de parte de Dios. Sin embargo, comprender nuestro llamamiento significa entender que éste es un llamamiento a ser discípulos. Discipulado es el proceso de ser cada día más semejantes a Jesucristo. El resto de llamamientos o vocaciones proceden de este llamamiento. Mi llamamiento a ser discípulo incluye todos los aspectos de la vida, no hay ninguno que no esté incluido. Mi trabajo remunerado forma parte de este llamamiento. Nuestra vocación laboral es parte de aquello a lo que mi Dios me ha llamado. Necesita tanta vocación un pastor como un funcionario, como un trabajador de banca. La pregunta es ¿dónde me quiere Dios?. Allí donde Dios te diga, está tu llamamiento. Pero la vocación laboral es sólo parte de nuestro llamamiento. También hemos sido llamados a ser padres, miembros de iglesia, vecinos. Dios me ha puesto donde estoy con un propósito. He sido llamado al lugar que ocupo.

  7. Mi trabajo como oportunidad. Mi trabajo abre otras puertas que no deberían despreciarse.


  8. Para las personas. Frecuentemente confundimos los objetivos. Trabajamos para metas que no son metas en sí. El trabajo es el medio no la meta en sí. Con nuestro trabajo servimos a los demás. La meta son las personas. Pero la verdad es que fácilmente cambiamos de objetivo, nos desenfocamos. Cuando las tareas se convierten en metas nuestra calidad de vida desciende. Frecuentemente las tareas de la casa pasan por delante de las personas que viven en ellas, con frecuencia los objetivos empresariales pasan por delante del servicio que prestamos a la gente.

    Para el testimonio. Cada lunes por la mañana una enorme fuerza misionera sale al mundo del trabajo. ¿Puede tener la iglesia una mejor estrategia misionera que esta? Si somos capaces de entrenar y apoyar a este gran equipo misionero tendremos obreos en la misión del testimonio cristiano a tiempo completo. Alistair Mckenzie dice: “El futuro de la Iglesia no se decidirá por lo que un pequeño grupo de personas llamadas misioneros o ministros hagan de parte del resto de la Iglesia, sino por el conjunto de la membresía de la Iglesia viviendo el evangelio en el mundo cada día”.

    Para la ética. El trabajo nos da las mejores oportunidades de sacar a relucir cómo Cristo ha cambiado nuestras vidas en forma de decisiones éticas. El terreno de las decisiones muestra de forma inequívoca nuestras creencias y el orden de prioridades de nuestras vidas. Tanto si somos empleadores como empleados, lo que somos, se refleja en lo que hacemos.

    Para el autosostenimiento. La estrategia de Pablo de trabajar en un trabajo secular para autosustentarse demostró ser tremendamente efectiva en dos áreas. En primer lugar financiaba su trabajo de iniciar nuevas iglesias locales. En segundo lugar le proveía de grandes oportunidades de estar con gente no creyente y entablar relaciones con ellos. El problema de muchos obreros a tiempo completo es que viven rodeados de creyentes que hacen como un muro a su alrededor que debe saltar para llegar a los no creyentes. Además le mantienen alejado de lo que piensa y de lo que preocupa a los miembros de la iglesia y a los no cristianos.

    Para la generosidad con otros. Uno de los objetivos del trabajo es: “que tenga qué compartir con el que tiene necesidad”. (Efesios 4:28). Cuando recibimos la paga debemos mirar más allá de nuestras propias necesidades. Parte de lo que recibimos es del Señor, no es nuestro. Retenérselo al Señor, nos hace incurrir en aquella situación de la que Malaquías hablaba, en la que decía que estábamos robando al Señor. Parte de lo que recibimos, el Señor nos lo da para que lo administremos a otros. El que tiene necesidad del que habla Efesios, se refiere tanto al que tiene necesidades físicas, como a las necesidades de la obra de Dios.

Gracias por su atención y seguimiento en esta cuestión que creo que es de una gran importancia, y bastante poco tratada en la enseñanza y vida práctica de los creyentes y las iglesias. Les recomiendo, si desean profundizar en este tema, un documento que ha realizado la Alianza Evangélica Española y que se titula “Imagina”, al que pueden acceder en su versión en pdf pinchando en este lynk (tanto para leerlo como para guardarlo o imprimirlo).


Artículos anteriores de esta serie:
1El cristiano en su trabajo
2Teología errónea del pastorado
3La teología errónea de lo cotidiano
4La teología de las 11 en punto
 

 


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