Audiencias record, cifras astronómicas pagadas a la ORF austriaca, por las exclusivas nacionales de su única entrevista en TV, estudios psicológicos
ad hoc sobre uno de los casos más prolongados del llamado Síndrome de Estocolmo, etc. etc., fueron las perlas que una sociedad como la nuestra encontró en la apertura de una noticia-madreperla como ésta.
Mire Vd., a mí también me conmocionó el conocimiento de estos hechos. Un túnel en el que la pobre Natasha entró con 10 años, y salió con 18. Aunque salvó la vida, me pregunto: ¿Adónde fue a parar su tiempo de juegos? ¿Dónde quedó su frenesí adolescente ante la música juvenil con los amigos? ¿Quién le explicaría por qué sangraba así su primer día de mujercita? Créame Vd. que todas estas preguntas golpearon –y golpean aún mis encanecidas sienes de padre y de maestro-. Hay una frase en una canción que dice: “¿Quién me ha robado el mes de abril?”. A Natasha le robaron los 10 abriles más preciosos de su vida. Por eso, le repito a Vd. que todo esto me zarandeó anímicamente.
Pero, mire Vd., tengo que decirle que no me impresionó más de lo que lo hace el
saber que hay tal vez decenas de miles de mujeres secuestradas hoy, en España, en sus propios hogares.
¿Que le parece exagerado? Eche cuentas… (1) Un promedio de dos mujeres muertas por semana a causa de la violencia ejercida contra ellas dentro de su propia familia. (2) En la totalidad de los casos había reincidencia, es decir, eran ya de por sí mujeres agredidas o maltratadas. (3) Un amplísimo porcentaje de las mujeres maltratadas sólo llegan a denunciar su situación cuando se sienten en evidente peligro de muerte, o bien, son instadas a hacerlo por terceras personas.
¿Se da cuenta? Quizá aún me quede corto. Y esto es sólo si hablamos de las cifras. ¿Qué me dice Vd. de los síndromes que padecen estas mujeres y de su dolor callado antes de llegar a las situaciones extremas?
¿Cómo llamaría Vd. al síndrome que sufre la que ya no es tan fuerte ni hermosa como lo era cuando el que ahora la trata de forma ignominiosa, la quería, le decía palabras tiernas y amables, le hacía promesas, y dejaba a sus amigos de siempre para estar con ella, sólo con ella?
¿Qué nombre damos al síndrome que la lleva a forzar una sonrisa ante la familia cuando él la insulta en público? ¿Cómo etiquetamos el síndrome del llanto ahogado por la almohada para que no la oigan llorar los vecinos?
Dígame Vd. ¿Qué nombre le damos al síndrome de diente de sierra, de tantos altibajos, desde la cumbre del “Ahora confío en él. Si me dice que me quiere…”, hasta el valle vergonzante del maquillaje, para que los niños no vean los moratones?
No vamos a seguir. Ya hay bastante descripción de dolor. Todos sabemos el final de la historia. ¿Ve? Por eso le decía que, aunque comprendo que a la pobre Natasha le robaron el mejor de su tiempo, de su libertad, de su vida en definitiva; no puedo dejar de pensar en las miles de natashas que aún siguen secuestradas y con un doloroso síndrome que es innombrable.
En esta ocasión admito que Vd. no diga nada. Aunque si es Vd. creyente, por favor, ore conmigo cada día, cada noche, por esas otras secuestradas. Pida a Dios que actúe y derrame su Espíritu en misericordia, restaurando las familias de este nuestro país. Gracias.
Hasta la semana que viene.
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