CMG: Como usted ha dicho en distintas partes de esta entrevista, existen muchísimas vetas para la investigación sobre Lutero. Yo, sin ser experto en el tema, encuentro referencias positivas acerca del reformador alemán por parte de ese gran escritor mexicano de principios del siglo XIX José Joaquín Fernández de Lizardi.
AM: Otro capítulo con el que a mí me gustaría seguir, no sé si lo voy a hacer, es la percepción de la imagen de Lutero después de la Independencia mexicana. Existe una gran mina para explorar en este sentido.
Sin duda los momentos políticos influyeron en la percepción del personaje del que hemos estado conversando. Por ejemplo, aunque la manera de juzgar a Lutero en la Nueva España siempre fue la misma, pero hay más obsesión entre 1570 y 1598 porque Felipe II da la orden de que se acabe con la herejía. Después amaina un poco, luego resurge el odio en la época de los deístas. Como en una gráfica, hay subidas y bajadas que se pueden ir percibiendo de acuerdo al momento político que se vive en la Nueva España.
Lo mismo debe ser en el México independiente, los momentos políticos repercutieron como en la entrada de las iglesias protestantes al país hacia el último tercio del siglo XIX. Nos podríamos seguir con la Revolución de 1910, y ver también en el México posrevolucionario cómo se trató a Lutero y al protestantismo.
CMG: Usted inició su investigación con cierto conocimiento de Martín Lutero, cuando llega a la etapa final de su estudio, ¿se modificó, se enriqueció, su imagen de Lutero?
AM: Sí, definitivamente se modificó. A tal punto que me he planteado mil veces por qué me “casé” con él desde 1989. Tal vez en mi subconsciente hay algo que me hizo llegar a él. No cambié lo que ya traía de conocimiento por mis lecturas, pero sin duda si se enriqueció mi entendimiento, ahora comprendo mejor al personaje histórico y lo valoro más.
Esto porque investigué mucho las concepciones negativas sobre él, y siempre rescato al hombre, que es finalmente lo importante para mí. Porque hablaron tan mal de él que esto llamó mi atención, el que se hayan dicho tantas mentiras.
CMG: ¿Atrajo su atención la mala reputación de Lutero?
AM: Bueno, siempre supe que Lutero era un personaje fascinante porque, para decirlo coloquialmente, es muy de carne y hueso. Es muy humano y muy alemán. Tomando como punto de partida su ser humano, como cualquiera de nosotros, que tuvo angustias, vehemencias, paranoias y manías; encuentro a un hombre de muy buenas intenciones.
Tenía sus defectos, como cualquier persona de ayer y hoy. Esta realidad hizo a la investigación fascinante, porque se trataba de estudiar, de ahondar en la conciencia de un ser humano que tuvo una trascendencia inigualable en la historia moderna.
CMG: Tengo una última pregunta. Hoy todavía existe, en líderes de opinión que son periodistas, una imagen muy estigmatizada de Lutero. Por otra parte, hoy se puede explicar la Reforma por los factores y contexto favorables que tuvo Lutero para llevarla a cabo, pero esto se ve a la distancia, porque en ese momento él pensaba que su destino sería como el de otros que antes fracasaron en sus intentos reformadores. Su decisión de no claudicar en la Dieta de Worms...
AM: En ese momento es grandioso.
CMG: Fue un acto de temeridad y, desde las creencias, de fe.
AM: Habla mucho de él que estaba dispuesto a dar la vida por un ideal, esta es una de las grandezas que tiene Lutero.
Sabía que si salía de Worms, cuando dejara de tener efecto el salvoconducto de Federico el Sabio, era hombre muerto.
Después viene todo lo que sabemos por la historia, que lo secuestran, se lo llevan escondido para protegerlo. Conocemos las circunstancias que confluyeron para que el siguiera vivo hasta que muere por causas naturales.
Pero su disposición a enfrentar la adversidad dice mucho del carácter de la persona. Por ejemplo, Erasmo, que también es grande, pero que no estaba dispuesto a dar la vida, no se afilió al rompimiento con Roma. Se quedó dentro de la ortodoxia, a pesar de que sus propuestas fueron muy contrarias al dogma.
CMG: Sí, los escritos de Erasmo eran críticos y potencialmente conllevaban una ruptura. Él, entre otras enseñanzas, sostuvo que el bautismo debería ser posterior a la conversión consciente. Los anabautistas pacíficos, en sus debates con católicos y protestantes, repetían una y otra vez versículos del Nuevo Testamento pero cuando citaban en su favor a teólogos de renombre, recurrían a Erasmo y mencionaban su interpretación del bautismo. Pero, como usted dice, optó por quedarse con Roma a pesar de tener grandes coincidencias con Lutero. Muchas gracias por esta conversación, que ha sido muy rica y aleccionadora.
AM: Muchas gracias a usted, Carlos.
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