Carlos Martínez García (CMG): ¿De dónde le surgió el interés por estudiar a un personaje tan vilipendiado desde el mismo siglo XVI, como lo fue Martín Lutero? Me refiero también al tema de su investigación: la presencia, o más bien, el temor a la presencia del reformador alemán en la Nueva España.
Alicia Mayer (AM): Yo había tenido el interés sobre el tema desde hace más de diez años. De hecho entré como docente a la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Nacional Autónoma de México, para impartir la materia Reforma y Contrarreforma, eso fue en el año 1989. Desde entonces comencé a tener interés en ahondar en la vida y obra del personaje.
Los estudios de mi maestro Juan Antonio Ortega y Medina, también me ayudaron para profundizar mis conocimientos en el tópico. Sin embargo, realmente ya de manera sistemática la investigación a fondo la inicié hace poco más de cuatro años, por la sugerencia que me hizo un profesor alemán, Peer Schmidt, de la Universidad de Erfurt, para que comenzara yo a ver la imagen de Lutero desde la Nueva España. Entonces emprendí la tarea y, ahora, la veo afortunadamente cristalizada.
CMG: Sé que es muy difícil sintetizar, para esta entrevista, una investigación de casi 700 páginas, pero si esto es posible, ¿cuáles serían las principales líneas que usted descubre en esta investigación?
AM: En cada uno de los capítulos afloran estas líneas. Una de ellas está dedicada a examinar la respuesta teológica en el siglos XVI. En realidad la investigación estudia un espacio de tres siglos, la Colonia como tal, desde el siglo XVI a principios del XIX. Me ocupo de analizar lo que los teólogos novohispanos pensaron de Lutero.
El aspecto teológico es la primera respuesta que tenemos, de 1566, de ahí arrancarán otros aspectos, como las tesis históricas, los sermones, los libros devocionales y otro tipo de escritos. Pero lo primero es lo teológico. Tengo un capítulo, creo que muy interesante, que es sobre la crónica. Los cronistas del siglo XVI y XVII responden de manera prolija a Lutero. Luego tenemos el siglo barroco, que es grandioso, con todas sus metáforas y alegorías, a través de varios exponentes del pensamiento colonial, como serían Sor Juana Inés de la Cruz, Sigüenza y Góngora, Núñez de Miranda, y otros teólogos, en el teatro, en la poesía y en el arte.
Después me paso a los sermones, a descubrir qué es lo que se dijo desde el púlpito sobre Martín Lutero, que es de una extensión impresionante. Los sermones no han sido muy investigados, porque es una literatura difícil, y en ellos sale mucho del espíritu de la Contrarreforma.
Finalmente, me avoco a la respuesta a Lutero desde la Ilustración, entre comillas Ilustración, porque como parto yo del pensamiento de los clérigos católicos, todavía no dan el paso realmente a la Ilustración. Siguen con el discurso contrarreformista hasta bien entrado el siglo XIX. Creo que si hubiera ido más allá, me podría haber ido hasta 1870, mi investigación concluye, más o menos, hacia 1830.
CMG: Lutero fija sus 95 Tesis el 31 de octubre de 1517, faltan cuatro años, a partir de entonces, para que se lleve a cabo la Dieta de Worms, en 1521, en este mismo año cae en poder de los españoles México-Tenochtitlan. Europa se está resquebrajando y lo que viene a ser México nace como una posesión de un país de la Contrarreforma. ¿Cuáles son las implicaciones que usted descubre en el hecho de querer transportar la Contrarreforma a la Nueva España?
AM: De ahí, precisamente, parte mi trabajo. El primer apartado de mi escrito se llama “Dos sucesos contemporáneos”. En el momento mismo en que Lutero está sacando de las prensas la famosa trilogía reformadora (
A la nobleza cristiana de la nación alemana,
La cautividad babilónica de la Iglesia,
La libertad cristiana) en ese instante está casi llegando Hernán Cortés a México-Tenochtitlan.
Creo que todo mi trabajo continuamente retoma este asunto, porque los mismos autores de la Colonia no van a perder jamás de vista que se trata de un hecho providencial, desde el punto de vista de que en Europa se está perdiendo la fe católica y la América virginal se abre como un paraíso.
Por esto mi libro tiene el título
Un hereje en el paraíso, porque esta fue la afirmación de los cronistas y después será reafirmado por los criollos, el hecho de que este Nuevo Mundo es un paraíso porque el catolicismo va a ganar para la grey de la verdadera fe una gran cantidad de personas, mientras en Europa se pierde la fe en otra gran cantidad de personas.
Va a correr de manera paralela la visión de una Europa caduca, infernal, contaminada y decadente, con la visión de una América joven, nueva y totalmente virginal, limpia para el catolicismo. Creo que este es uno de los puntales de mi trabajo, porque nunca pierden de vista ese hecho histórico que es tan importante.
CMG: Hubo protestantes en la Nueva España, pero no protestantismo, porque el protestantismo sería la organización de esa presencia, organización que obviamente no se permitió. De estas presencias individuales, ¿qué podría usted decirnos?
AM: Es muy interesante el tema en sí, pero de lo que yo me ocupo en el estudio no es tanto de contabilizar si hubo tantos o cuantos protestantes en Nueva España, sino más bien lo que aflora de los documentos inquisitoriales, de la visión del mundo tanto de los inquisidores como de los procesados.
Creo que este es un asunto interesante en mi trabajo porque en el círculo de los procesados es donde surge, o se transparenta la única visión positiva que hubo de Lutero en la Colonia, a través de éstos, entre comillas, luteranos. Esos luteranos decían “sí yo soy partidario de Martín Lutero, sus obras son correctas, y estoy de acuerdo con sus doctrinas”. Confesiones de este tipo son como una pequeña manifestación de un sentimiento pro Lutero en las colonias. No me dedico al otro estudio, porque creo que eso ya se ha hecho con bastante detenimiento, por ejemplo Solange Alberro, Greenleaf, han estudiado el número de protestantes que arrojan los procesos inquisitoriales.
Como usted dice, y tiene toda la razón, hubo llamados luteranos, porque puede ser que ellos no se hayan enterado de que eran luteranos, simplemente negaban el culto a las imágenes, renegaban del purgatorio, y se les tildaba de luteranos. Muchos sí estaban muy conscientes de lo que era el luteranismo, pero en ese gran conjunto de personas heterodoxas no podemos saber a ciencia cierta cuántos eran en verdad luteranos. Aunque sí, no se puede negar, que hubo luteranos en la Nueva España, mucho de los cuales jamás pasaron por la Inquisición, sino que vivieron y murieron tranquilamente profesando en secreto sus ideas, lo cual es imposible de detectar y contabilizar.
Es como en España donde sí hubo protestantismo, en la época de Felipe II, fue apagado a sangre y fuego en los núcleos de Sevilla, de Valladolid y de Granada. En México no hay este ejemplo, porque sí funcionó la Inquisición, los propósitos por los cuales fue establecida, para impedir que pasara la “herética pravedad”, según las palabras de los inquisidores, a América.
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