Marianna Slocum llegó a Chiapas enviada por el Instituto Lingüistico de Verano (ILV), considerado, erróneamente por muchos como el organismo que introdujo el protestantismo en el territorio chiapaneco. El ILV hace su aparición en dicho estado tardíamente si tenemos en cuenta que, para finales de la década de los treintas cuando se instala en Chiapas el primer enviado del ILV, en algunas regiones de la entidad el cristianismo evangélico ya tenía cinco o cuatro décadas de haberse establecido.
William Cameron Townsend (1896-1982) fundó en 1934 lo que vendría a ser Wycliffe Bible Translators (1) y el Summer Institute of Linguistics (WBT/SIL), conocido en América Latina como el Instituto Lingüístico de Verano. Townsend nació en California, en el seno de una familia presbiteriana. En 1917, junto con un colega, fue enviado a Guatemala para hacer trabajo misionero. Ahí, trabajando entre los cakchiqueles, comienzan sus inquietudes por aprender la lengua para, posteriormente, traducir la Biblia a ese idioma. Cameron Townsed, ya casado, se une a la Misión Centroamericana con la que trabaja por varios años. Conforme avanza en sus esfuerzos de traducción, se va distanciando más de los intereses de la Misión, cuyas prioridades no son apoyar labores como las de Townsend, y renuncia al organismo. En el ya señalado año de 1934, el Instituto abre las instalaciones llamadas Camp Wycliffe, en Arkansas, para dar capacitación a los interesado(a)s en ir a distintas partes del mundo con el fin de traducir la Biblia a la lengua del lugar. Con el tiempo, WBT/SIL se convirtió en la organización “misionera protestante independiente más grande del mundo”.(2) Las actividades del Lingüístico son evaluadas de muy distinta manera por simpatizantes y críticos, no entramos en detalles de la polémica, pero señalamos su existencia.(3) Menciono que el trabajo del ILV ha sido igualmente estigmatizado por la derecha y la izquierda, y en sus señalamientos hay más prejuicios ideológicos que hechos comprobados.
Pasemos ahora a la llegada del ILV a Chiapas. En 1938, después de haber asistido a un curso de capacitación del ILV, William Bentley llega a Bachajón para iniciar su aprendizaje del tzeltal. Un finquero alemán le alquila un cuarto, y desde este lugar, localizado a un día de camino de territorio bachajonteco, Bentley incursiona periódicamente en la población de su interés lingüístico/misionero. Una fuente de su inicial aprendizaje de la lengua tzeltal, son algunos trabajadores procedentes de Bachajón que laboran en la finca del alemán. Por casi tres años los intentos de Bill Bentley por ganarse la confianza de los habitantes de Bachajón se topan con negativas por parte de éstos. En 1941, antes de que asista en Estados Unidos nuevamente a otro curso del ILV, después del cual planeará casarse con Marianna Slocum, Bentley logra el contacto deseado y por intermediación de un indígena, Miguel de Mesa, obtiene permiso para instalarse en una villa localizada en el territorio de Bachajón. Se va al curso de verano, confiado en que al regresar tendrá un lugar para vivir junto con su esposa y podrá dedicarse al aprendizaje del tzeltal, para posteriormente comenzar la traducción del Nuevo Testamento.(4)
En el campamento anual de capacitación del ILV, correspondiente a 1940, William Bentley conoce a Mariana Slocum. Concluyendo el curso un grupo decide ir a Chiapas, al llegar Slocum y Woodward se instalan en el Rancho Alianza, propiedad de un norteamericano, Stanford Morison, casado con una mexicana. La pareja de norteamericanas llega con el plan de aprender la lengua chol. Durante su estancia en el rancho, Marianna Slocum visita una pequeña iglesia evangélica de indígenas choles, en Tumbalá, y por este testimonio sabemos de la continuidad de esa congregación, cuyos antecedentes databan de 1915, año en que un carpintero llamado Ciro se instaló en el poblado y comenzó a comenzó a diseminar la fe evangélica.
Bentley, desde Bachajon, y Slocum, en territorio chol, intercambian mensajes escritos y ocasionales visitas. Pasan los meses y el 14 de febrero de 1941 se comprometen en casamiento. Fijan la fecha de la boda para el 30 de agosto de aquel año, en Ardmore, Pennsylvania, donde vivían los padres de Marianna. Cinco días antes de la ceremonia, Bill Bentley muere de un infarto fulminante al corazón. Slocum decide ir a la zona tzeltal y busca hacer válido el permiso que Bentley había obtenido para vivir en Bachajón.
Mariana Slocum tuvo que vivir en la finca propiedad del alemán, la misma en la que antes estuvo Bentley, ya que a ella no le permitieron quedarse en Bachajón. Por aquellos años era imposible que una mujer soltera y extranjera pudiera ser aceptada en la comunidad indígena. En noviembre de 1941 llega Ethel Wallis, para apoyar por corto tiempo a Slocum. Ambas, en una reunión en San Cristóbal de Las Casas, la antigua capital de Chiapas, conocen a dos antropólogos, Sol Tax, de la Universidad de Chicago, y Alfonso Villa Rojas, de la Institución Carnegie. Villa se interesa en el trabajo de las norteamericanas y les pide tomar notas antropológicas de las costumbres de los tzeltales. A cambio, varios meses después, les facilita una pequeña casa que la Institución Carnegie había construido en Yochib. A la salida de Wallis, Marianna queda sola en el pequeño poblado de Yochib y paulatinamente se va ganando la confianza de algunos tzeltales, que le ayudan a progresar en su aprendizaje del idioma y a quienes les cuenta historias bíblicas por medio del franelógrafo. Las condiciones de vida eran muy duras y adversas para una mujer sola, que en varias ocasiones debió preguntarse sobre los lentos avances de su trabajo.
El primer converso fue Martín Gourd, y tuvo un papel clave en la expansión del mensaje misionero. Lo mismo llevaba a sus familiares, que a otros tzeltales, a la casa de Slocum para que ella les enseñara con el franelógrafo; que iba de poblado en poblado con una vitrola que tocaba discos que contenían porciones bíblicas en tzeltal. Es de subrayar que Slocum deja muy en claro en sus memorias que fue el involucramiento de los indígenas lo que potenció sus esfuerzos, lejos está en ella presentarse como una heroína solitaria que venció todos los obstáculos. Desde un inicio fue respetuosa de los pobladores originarios y mantuvo con ellos una relación de servicio y no de dominio.
En enero de 1947 llegó la enfermera Florence Gerdel para apoyar el trabajo de Marianna. Desde entonces y por casi seis décadas fueron pareja misionera en Chiapas, Colombia y otras partes del mundo. Las dos vieron cómo paulatinamente a su casa de Yochib llegaban tzeltales para escuchar las narraciones bíblicas, cantar junto con ellas himnos evangélicos y/o recibir alguna atención médica. Como resultado de los itinerarios de Martín Gourd y su vitrola evangelizadora, se interesó en conocer a Mariana y Florence un habitante de Corralito, de nombre Juan Mucha. Éste y cuatro más hicieron el camino hasta Yochib, querían conocer la Palabra de Dios que Gourd les dijo las misioneras tenían en un libro. La quinteta original, con Juan Mucha a la cabeza, esparció el mensaje en Corralito y en pocos meses se multiplicó el número de creyentes.
Por iniciativa del creciente núcleo evangélico en Corralito, Slocum y Gerdel fueron invitadas a mudarse a vivir allí. Llegaron para asentarse en el poblado en octubre de 1949. Desde entonces confluyeron varios esfuerzos para que avanzara la obra protestante: 1) El de las misioneras, dedicadas a la traducción, capacitación de líderes y atención médica. 2) El fuerte sentido evangelístico de los primeros convertidos en Corralito. 3) El involucramiento de una congregación mestiza en San Cristóbal de Las Casas, la Iglesia presbiteriana El Divino Salvador, cuyos líderes e integrantes tuvieron la sensibilidad de recibir amistosamente a los creyentes tzeltales y visitarlos para tener, junto con ellos, distintas actividades cúlticas y eclesiales. Todo esto en un contexto en el que usualmente los mestizos coletos discriminaban duramente a los indígenas. El entramado afectivo también tuvo importancia en la respuesta de los creyentes en Corralito.
Las persecuciones contra los creyentes tzeltales fueron muy intensas durante los años 50`s del siglo pasado. Slocum y Gerdel tuvieron que ocuparse de animar a los perseguidos. Los ataques violentos cobraron vidas y propiedades. En 1951 el templo de Corralito fue incendiado por los indígenas tradicionalistas opositores a la obra evangélica. En medio de todo esto Marianna, con ayuda de un equipo de cristianos tzeltales, pudo concluir la traducción del Nuevo Testamento al tzeltal de Oxchuc en 1956 y al tzeltal de Bachajón en 1963. Al año siguiente Slocum y Gerdel fueron enviadas por los indígenas protestantes tzeltales a Colombia, para que tradujeran la Palabra a la lengua páez. La encomienda fue completada en poco más de una década y media.
En 1985 Marianna Slocum y Florence Gerdel retornaron al territorio tzeltal donde la primera había llegado inicialmente cuarenta y cinco años antes. Nunca imaginaron lo que sus ojos verían: una Iglesia evangélica tzeltal vigorosa, con liderazgo autóctono, proyectos educativos y de salud. Como antropóloga que era, Slocum constató los cambios culturales vividos por las comunidades de creyentes. El Evangelio provoca transformaciones en todos los órdenes de la vida, siempre y cuando no se le encierre nada más en el ámbito espiritual. Del reencuentro da cuenta un conmovedor documental (titulado igual que el libro de memorias de Marianna:
The Good Seed). Ver a las dos misioneras ya peinando canas, y la festiva recepción que les dieron miles de tzeltales protestantes, es toda una lección de profundas enseñanzas misionológicas y pastorales.
Los indígenas tienen una honda memoria histórica, y en este sentido los indígenas evangélicos son continuadores de ese rasgo cultural. La historia de cómo llegó Marianna Slocum a territorio tzeltal se sigue contando a las nuevas generaciones. En Corralito sigue en pie, y casi como la dejó, la casa donde habitaron ella y Florence Gerdel. Los ancianos con cariño guardan los sencillos himnarios que ambas elaboraron, muestran con orgullo las cartillas de salud que usaron ellas para enseñarles nuevos hábitos, los nuevos testamentos traducidos por Marianna son leídos aunque ya hay otras traducciones disponibles.
En los momentos de concluir este escrito tengo frente a mí una fotografía del 14 de febrero de 1941, tomada el día que se comprometieron en matrimonio Marianna Slocum y William Bentley. No sé por qué pero en esa misma foto, que vi por primera vez hace diez años, y que ahora miro cuidadosamente, Marianna está más bella que hace una década. Será porque al conocer mejor su hermoso trabajo entre los tzeltales y los páez, aprendí a amarla más y más.
(1) Llamado así en honor al reformador inglés John Wycliffe, que luchó por traducir la Biblia al inglés en el siglo XIV y se enfrentó al Papa, a quien llegó a llamar Anticristo. La doctrinas anticlericales de Wycliffe fueron retomadas por los lolardos, predicadores pobres itinerantes, que confrontaron tanto a las autoridades políticas como a las eclesiásticas.
(2) Daniel G. Reid, Dictionary of Christianity in America, InterVarsity Press, Downers Grove, Illinois, 1990, p. 1181.
(3) La biografía de los Hefley, Uncle Cam, the Story of William Cameron Townsend, Founder of the Wycliffe Bible Translators and the Summer Institute of Linguistics, Wycliffe Bible Translators, Huntington Beach, California,1995, cuenta la historia de Townsend en términos favorables para su causa. Un acercamiento distinto, crítico, es el de David Stoll, Fishers of Men or Founders of Empire? The Wycliffe Bible Translators in Latin America, Zed Press-Cultural Survival Inc., Londres-Cambridge, Massachusetts, 1982.
(4) Toda esta sección que da cuenta de la llegado de los misioneros del ILV a la zona tzeltal, se basa en las memorias de Marianna Slocum, The Good Seed, Promise Publishing Company, Orange, California, 1988, 260 pp.
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