Alguien me explicó el proceso de su matrimonio con las siguientes palabras: “
Hace cinco años, cuando me casé, estaba convencido de haber unido mi vida a un ángel perfecto. Un ser celestial en el que no faltaba nada, ni nada sobraba. Hoy estoy viendo que sobran unas pocas cosas y otras faltan. Por ejemplo le sobran ataques de mal humor y le faltan arranques de cariño…”
Creo que muchos podrán sentirse identificados con esa confesión.
Ante ese descubrimiento muchos adoptan una actitud equivocada: algunos varones comienzan a mirar al resto de las mujeres que cuentan con esa capacidad, talento ó disposición que les gustaría ver en su esposa. Seamos concretos
: “Como me gustaría que mi esposa se conservara tan delgada y tan elegante…”
Algunas mujeres observan al resto de varones que adoptan esa disposición y actitud que tanto extrañan en su marido:
“Aquel hombre sí que es cariñoso… ojalá mi marido fuera así…”
LAS COMPARACIONES: ODIOSAS Y PELIGROSAS
“Las comparaciones son odiosas” Es un dicho muy conocido; permítaseme agregar que, además,
“las comparaciones son peligrosas”
Un verdugo terriblemente efectivo para el matrimonio es comparar a mi pareja con otras personas. Es algo aparentemente inocuo. ¿Qué daño hago a mi pareja por pensar de esa manera? No estás dañando a tu pareja, estás dañando tu matrimonio.
El verdugo de la comparación trabaja con guantes de seda. Escucharás conversar a un caballero ó verás sonreír a una señorita y lamentarás que tu marido no sea tan conversador ó reprocharás la ausencia de sonrisa en el rostro de tu esposa. Luego llegarás a tu hogar y te encontrarás con la realidad que allí vive.
Debemos ser extremadamente cuidadosos para evitar que esta actitud se acentúe y se convierta en un hábito; porque desembocará en el desprecio a nuestra pareja y abriremos una puerta a la infidelidad. El enemigo de nuestras almas lo es también de la institución familiar y cualquier rendija que le abramos él sabrá aprovecharla en pro de su objetivo que es arruinar la estabilidad familiar y finalmente romper el hogar
LA RULETA RUSA DEL MATRIMONIO
He conocido a hombres felizmente casados que se iniciaron en el juego de las comparaciones. Un juego tan peligroso como la ruleta rusa. Tenían una esposa que puntuaba ocho sobre diez: era excelentes madre, trabajadora, mujer cariñosa y contaba con otras muchas virtudes. Este varón afortunado despreció su fortuna cuando vio cruzarse en su camino a una mujer que sólo puntuaba dos sobre diez. Únicamente contaba con un par de virtudes, pero eran precisamente aquellas de las que carecía su esposa.
Neciamente cambió a una mujer excelente por otra mediocre… hizo el peor negocio de su vida y cuando se dio cuenta del error ya era tarde; el hogar se había roto.
No seamos necios. Miremos los valores de nuestra pareja y sepamos apreciarlos.
¿CÓMO COMBATIR ESE VERDUGO?
Con respecto a las carencias debemos abordarlas con dos elementos fundamentales: diálogo y comprensión.
Diálogo: para expresar con toda franqueza –y también con cariño- aquellas expectativas que teníamos y no se ven cumplidas, así como las actitudes que nos gustaría que el/ella tuviera.
Comprensión: para entender y respetar a nuestra pareja cuando no logra ser como nosotros deseamos que sea ni puede llenar las expectativas que desearíamos ver satisfechas (es inútil que intentes hacer de tu marido un parlanchín redomado cuando Dios le ha diseñado con un temperamento introvertido)
“Que alguien no te ame en la forma en que tú deseas ser amado no significa que no te ame con todo su corazón”
| Artículos anteriores de esta serie: | |
| | | |
| 1 | Verdugos del matrimonio | |
| 2 | In/comprensión | |
Si quieres comentar o