Nadie está libre de esos, por eso es mejor estar preparados para enfrentarlos, porque esas etapas afectan a la convivencia familiar.
GRAN PELIGRO Ó ENORME OPORTUNIDAD
Es importante que sepamos que estos días son absolutamente decisivos para la relación matrimonial. Nuestra actitud en esos momentos; la manera en la que tratamos a nuestro cónyuge cuando está enfrentando “un invierno” conseguirá que la relación se consolide ó, por el contrario, se arruine.
Sí, las épocas duras del matrimonio son las etapas más sensibles.- Si somos capaces de amar y comprender a nuestra pareja aunque hoy regrese del trabajo sin ánimo de escuchar los problemas que tuvimos con los niños.
- Si le/la comprendemos aunque no ponga la barra para la cortina ó cuelgue el cuadro que prometió hace días.
- Si toleramos el llegar hoy a casa y no encontrarnos la comida preparada.
- Si comprendemos que él/ella no se encuentre hoy con ánimo de mantener relaciones sexuales.
Si nuestra pareja no es capaz, en este momento, de cubrir nuestras expectativas, pero a pesar de ello le manifestamos amor y comprensión, entonces la relación será fortalecida y los vínculos de unión saldrán reforzados.
Si, por el contrario, exigimos a nuestro cónyuge que mantenga el nivel habitual y cumpla estrictamente con todas sus obligaciones, sin tener en cuenta que está atravesando un momento difícil, él o ella comenzarán a pensar que se casaron con un ser verdaderamente egoísta.
Por descontado que hay que evitar que esa actitud se convierta en crónica y que uno de los dos permanezca sumido de, forma constante, en el pozo de la autocompasión, exigiendo del otro una atención y comprensión permanentes sin ofrecer ninguna contrapartida. Esa posición -salvo en casos de una enfermedad- debe ser combatida ó terminará arruinando el matrimonio.
La mejor forma de evitar ese riesgo es el dialogo y la comunicación en pareja, a través del cuál exponemos nuestra situación, expectativas, estado de ánimo, capacidad de aguante, etc.
UN EJEMPLO EMOCIONANTE
Hay un ejemplo bonito y emocionante en la Biblia; se trata del varón llamado Elcana y su esposa, Ana, quien no tenía la posibilidad de concebir un hijo. Llegado un momento particular en el año, en el que era costumbre que el varón obsequiara a sus esposas (entiéndase que en aquella época y cultura era normal que un varón tuviera varias mujeres), el relato bíblico rebela que Elcana prestaba especial atención y solicitud a la hora de obsequiar a su esposa Ana:
“Pero a Ana daba una parte escogida; porque amaba a Ana, aunque Jehová no le había concedido tener hijos”. 1ª Samuel 1:5
Para entender el alcance de esta situación es necesario conocer que los rabinos judíos tenían una lista de personas que, según ellos, estaban excluidas de la presencia de Dios. Esa “lista negra” estaba encabezada por
“todo varón que no tuviera esposa, o que teniéndola, esta no le da hijos”
Eso significa que la limitación de Ana afectaba decididamente a la reputación de su esposo. La imposibilidad de Ana para concebir era un estigma sobre su marido. Sin embargo
“Elcana amaba a Ana, aunque…” Esta es la clave:
“El amor aunque”
Hay una gran diferencia entre el
“Amor porque” y el
“Amor aunque” En el primer caso yo amo a mi pareja “por lo que es capaz de proporcionarme” en el segundo yo la amo “aunque no llene todas mis expectativas”.
EL EJEMPLO MÁS SUBLIME
El mayor ejemplo de “amor aunque” es el mostrado por Dios hacia el ser humano:
“Pero Dios prueba que nos ama, en que, cuando aún éramos (aunque éramos) pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8 (DHH)
Él nos dio ejemplo para que le imitemos y ¿qué mejor marco para comenzar a desplegar ese amor que el propio seno de la familia?
“El hombre no deja de existir cuando muere, sino cuando deja de amar” y lo mismo se puede decir del matrimonio.
Inyectemos a nuestra relación una gran dosis de amor cada día… una gran dosis de “amor aunque”.
| Artículos anteriores de esta serie: | |
| | | |
| 1 | Verdugos del matrimonio | |
Si quieres comentar o